El miércoles pasado el Presidente asistió a la Universidad de Santiago, en el inicio de actividades de conmemoración de los 50 años del golpe militar, organizado por el Consorcio de Universidades del Estado de Chile. Como el motivo de la reunión era hablar del pasado, el Presidente no quiso ser menos y durante los 16 minutos que habló, dejó de ser ese Presidente conciliador de la Enade y volvió a ser Gabriel Boric, el candidato de primera vuelta, el diputado octubrista que busca polarizar utilizando un lenguaje durísimo contra la oposición y eufemísticamente contra el modelo económico.
Según el Presidente, siempre refiriéndose al tema de los 50 años, el sistema de pensiones, la desmantelación de las Universidades, la municipalización, el incentivo a empresas extractivas, la privatización de la salud, son también “obras de ese entonces que no hubieran pasado ningún test democrático y que hoy estamos tratando de revertir”. Ese lenguaje es el que obtuvo 25,83% en la primera vuelta presidencial de 2021 y que hoy no supera el 27% de aprobación actual de la ciudadanía.
Esa parte de su discurso nos permite sacar varias preocupantes conclusiones. La primera de todas es que el Presidente busca polarizar entre buenos y malos, preparando el ambiente para la conmemoración del 11 de septiembre. La segunda es que él y su coalición no han renunciado a intentar imponer su programa de gobierno. La tercera es que las dos enormes derrotas electorales del 4-S y el 7-M, donde la ciudadanía le dijo no a la refundación y a su programa, simplemente las ignora. Una cuarta conclusión es que sus positivos comentarios sobre los 30 años que manifestó en su viaje a Europa fueron sólo palabras instrumentales al intento de atraer inversionistas, pues no cree en ello. Y la última conclusión es que verdaderamente quiere derrocar al capitalismo.
Por qué digo esto -dejando de lado la municipalización y las Universidades- pues de acuerdo con sus propias palabras, ni el sistema de pensiones, ni el de salud, ni todo lo que cabe bajo la palabra extractivismo, jamás habrían existido en democracia y por eso están tratando de revertir todo. ¿Acaso no retornamos a la democracia en 1989? ¿Hubo algún intento en todos estos años de terminar con la salud privada, con la minería, con el sistema de pensiones?
Me pregunto qué pasaría si efectivamente se impidiera el “extractivismo” en Chile. Imaginemos por un minuto que se prohíbe la minería. Según cifras de Cochilco de 2022, la minería aporta a nivel nacional casi el 15% del PIB y en Antofagasta la actividad aporta más del 70% del PIB regional. Y SQM, por su parte aportó más de US$5.000 MM en impuestos al erario nacional, con ventas de litio y derivados superiores a los US$8.000MM. ¿Fin al extractivismo?
Lo mismo hay que preguntarse respecto a la salud. Felices están en el gobierno pues quieren enterrar a las Isapres. Y qué mejor que haya sido la Corte Suprema quien haya aportado espacio en el cementerio para hacerlo, aunque hasta ahora, todavía no se ven los ataúdes. ¿Se han preguntado qué haría el sistema público teniendo que absorber 3,5 millones de beneficiarios de las Isapres, cuando las listas de espera ascienden a millones?
Y por supuesto, quieren el botín de las pensiones. La ministra Jeannette Jara ha dicho reiteradamente que pretenden terminar con las AFP, aunque los trabajadores quieren lo contrario. Preguntas: ¿Tiene conciencia el gobierno de la importancia del sistema de capitalización individual para el funcionamiento del mercado de capitales? ¿Tiene el Estado la eficacia y eficiencia del sistema de AFP para captar, administrar, invertir rentablemente y responder a sus afiliados rápidamente, como lo hizo con los retiros? Pregunte en el Registro Civil cuánto tiempo toma renovar el C.I. o sacar pasaporte para tomar conocimiento de lo que podría ser un sistema de pensiones en manos estatales.
Finalmente, en el durísimo discurso contra la oposición, Boric expresó que «la derecha política ha ido retrocediendo respecto de los consensos sobre la valoración irrestricta de la democracia y la no justificación de un golpe de Estado para solucionar los temas políticos». ¿Hizo acaso un mea culpa por el golpe blanco que pretendieron hacer contra el Presidente Piñera el 18 de octubre de 2019, día en que su amigo Guillermo Tellier le pidió la renuncia al Presidente democráticamente electo, y además no levantaron un dedo contra la violencia octubrista? ¿No le interpusieron dos acusaciones constitucionales para sacarlo del poder? ¿Y ahora reclama por la valorización irrestricta de la democracia?
El rol de un Presidente es convocar a la unidad nacional. Gabriel Boric parece no entenderlo.