Implícita y explícitamente, el Presidente de la República y todos  los partidos desde el PC hasta la DC  han proclamado que votarán en contra de la nueva Constitución que se someterá a plebiscito el 17-D. La postura que han tomado desnuda una cuestionable moral en su conducción política, que merece el más amplio rechazo, considerando lo que ha sido la actuación de la izquierda desde el intento de defenestrar al Presidente Piñera hasta ahora.

Para poner lo anterior en contexto recordemos que el 12 de noviembre de 2019, día en que ardía Chile por los cuatro costados, 14 partidos de izquierda, desde la DC hasta el Frente Amplio, sacaron una declaración pública que en lo más sustantivo decía lo siguiente: «La única posibilidad de abrir un camino para salir de la crisis pasa por una Nueva Constitución. Las y los ciudadanos movilizados en todo el territorio nacional han establecido, por la vía de los hechos, un ‘proceso constituyente’ en todo el país y las fuerzas políticas tenemos el deber de hacer viable un plebiscito vinculante para el establecimiento de una Nueva Carta Magna que rija los destinos del país”. Y el 15 de noviembre se firmó el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución.

Ya sabemos en que terminó aquello. El 4-S un 62% rechazó el texto proveniente de la Convención Constitucional, confiriéndole a la izquierda la mayor derrota cultural y electoral que se tenga memoria, después de lo cual se llegó al acuerdo para iniciar el nuevo proceso, el que terminó con la votación del pleno donde se aprobó el texto que se plebiscitará el 17 de diciembre.

Pues bien, dado que a la izquierda no le gusta el nuevo texto porque no satisface sus aspiraciones refundacionales, entonces, descaradamente ahora consideran que la Constitución actual, la de Pinochet, la de los cuatro generales, es buena. Es tal el descaro que Carlos Ominami, exministro y exsenador expresó: “Es un recurso publicitario el consignarla como la Constitución de Pinochet”. Y ya en el sumum de la impudicia, Lautaro Carmona, presidente del PC expresó: «A la fecha la Constitución del 80 no es la del 80, es la Constitución con todos los cambios que a nivel del Congreso se han realizado de acuerdo a los quórum que se requieren y a las coincidencias que hayan».  

Es decir, la consigna contra la Constitución de Pinochet, la ilegitimidad que gritaban a los cuatro vientos y la manipulación de la revolución de octubre clamando por una nueva Carta, fueron simplemente mentiras tácticas de una estrategia destinada a acceder al poder -lo que finalmente ocurrió con Boric- para luego refundar Chile. No se explica de otro modo cuando actualmente le revelan al país que todo aquello era un artilugio comunicacional y que la Constitución actual ya no es la del 80 sino la de todos los cambios realizados en el Congreso, que aceptan encantados.

Pero no les basta con eso. Ahora, en un intento de que gane el “En contra”, están inventando todo tipo de excusas, pues por ejemplo, en la Comisión Mixta, la derecha estuvo abierta a ceder volver al texto de la Constitución actual sobre el nasciturus, dejando “del que está por nacer en lugar de quien está por nacer”, pero los miembros oficialistas votaron en contra al igual que contra el tema de la solidaridad que querían y se aceptó. Es que no les interesa el texto, lo que quieren  es una derrota de la derecha el 17-D  para empatar, dejando atrás el 62%.

Por eso mismo, llaman al nuevo texto la Kastitución, como si los 23 consejeros republicanos no hubieran sido elegidos democráticamente en las urnas, o no se hubieran acordado unánimemente más del 50% de los capítulos aprobados y es la razón por la que el senador Quintana emitió su inaceptable frase “una Constitución más a la derecha puede ser el detonante de un nuevo estallido social”, agregando que en caso de que se apruebe, podría provocar un escenario peor que el de 2019, para después confirmar que el votar en contra es “para reencontrarnos”.  

Todo esto revela la inmoralidad del accionar político de la izquierda. Primero mintieron para tener una nueva Constitución y ahora mienten sobre el nuevo texto constitucional porque no les importa la verdad. Lo que les importa realmente es que la derecha sufra una derrota electoral el 17-D para afrontar las elecciones del próximo año desde la DC al PC empoderados por un resultado que haga olvidar el 62% y para que el gobierno pueda retomar su programa, ese al que el 4-S le dijo ¡no!.

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