En Chile la figura del Presidente de la República es fundamental para el país. Se mira a quien ostenta el cargo para buscar soluciones a los problemas y se espera encontrar en esa persona a alguien capaz de poner a los chilenos primero y que les entregue la seguridad de que dará lo mejor de sí para salir de las crisis.
Varias fueron las crisis que le tocó gestionar al Presidente Piñera, pero sin duda una de las que más marcó al Chile de hoy fue el estallido social. Desde ese 18 de octubre en adelante el país se adentró en una crisis de seguridad que alcanzó su máxima expresión durante este gobierno. La democracia estuvo en riesgo, las fuerzas de izquierda pedían la renuncia del Presidente, sin embargo, Sebastián Piñera logró unificar los liderazgos políticos y en noviembre de 2019 iniciar una salida institucional al problema de la violencia.
Hoy, la seguridad es la principal urgencia. Los ciudadanos presionan a las autoridades, quienes han impulsado una agenda legislativa para responder a los clamores populares. Sin mucho éxito, pues día a día los chilenos pierden la confianza en sus líderes, las autoridades buscan enviar señales de tener el control de la situación. A ratos argumentan que son problemas heredados y culpan al gobierno anterior.
Sin embargo, lo cierto es que el Presidente Piñera en julio de 2018, a cuatro meses de asumir su segundo mandato, publicó el Acuerdo Nacional por la Seguridad Pública que, entre otras cosas, incluía el fortalecimiento del sistema de inteligencia y la fiscalización y control de las armas de fuego. Además, propuso, en diciembre de 2020, un proyecto de ley contra crimen organizado y en septiembre de 2021 otro que creaba el Ministerio de Seguridad Pública.
Sebastián Piñera dijo alguna vez que ser oposición es fácil, pues en su rol de control del poder buscan levantar las debilidades de quienes están en frente. Sin embargo, gobernar resulta bastante más difícil, implica resolver los problemas con éxito. Justamente lo que falta hoy.
Actualmente vemos al gobierno empujando leyes por las que había votado en contra cuando eran parlamentarios, incluyendo en su agenda legislativa proyectos propuestos por Piñera y llamando a un acuerdo transversal de seguridad. Parece que no todo era tan malo ni todos los problemas heredados.
El expresidente unió a las fuerzas de su sector detrás de su candidatura presidencial en dos ocasiones, unió a los distintos partidos en un acuerdo por la paz y consiguió que emblemáticas figuras de la concertación se sumaran a la salida institucional del estallido social. Esa unidad es la que necesitamos hoy para responder a la crisis de seguridad.
Que su perseverancia y pragmatismo no se quede en ese lago sino que trascienda a otros y que los que vienen tomen la posta de esas medidas impulsadas en el 2018. Las fortalezcan, profundicen y mejoren. Finalmente, que el legado de Sebastián Piñera en materia de seguridad sea haber iniciado el diálogo que permita generar los cimientos para devolver la paz a nuestras ciudades.
Ummmmm, soy muy respetuoso de los duelos, me voy en esta oportunidad a abstener de opinar