Los compromisos políticos y la simpatía entre países ha sido uno de los factores clave en el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. En medio de la amplia condena de los gobiernos europeos a la acción de Vladímir Putin; en Latinoamérica el escenario ha sido distinto, especialmente en los países vecinos de Chile como Argentina y Bolivia, cuyos líderes en el pasado no han dudado en mostrar su simpatía con el presidente ruso.

Un escenario que, según advierten los expertos, podría tener impacto en el país, si se considera el avance de la plurinacionalidad en la Convención. Los conflictos por la reivindicación de los territorios vuelven a escena, aún cuando para Chile y el Derecho Internacional es una materia zanjada. 

A diferencia de quienes serán sus pares a partir del 11 de marzo, Alberto Fernández (Argentina) y Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric ha condenado enérgicamente la invasión a Ucrania a manos del ejército ruso. Sin embargo, la plurinacionalidad ha sido un tema que el futuro presidente de Chile ha respaldado, un asunto liderado por uno de sus referentes políticos, el exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, quien pisará suelo chileno para asistir a la ceremonia de cambio de mando de este 11 de marzo. 

El político marxista García Linera aseguró en entrevista con Agencia EFE, que espera que Gabriel Boric establezca una “nueva agenda de diálogo” donde se aborden temas como el litio y la “integración continental” que, a su juicio, podrían beneficiar la relación entre Bolivia y Chile. 

Según consigna Cooperativa, la única vez que Boric y García Linera se encontraron en persona fue cerca de 2015, cuando el político boliviano visitó Chile para asistir a una conferencia sobre el proceso constituyente de Bolivia, escenario en el que hubo intercambios de palabras con Gabriel Boric y Camila Vallejo. García Linera es el ideólogo de la tesis del «Estado plurinacional», que quedó consagrada en la Constitución de su país en 2009. 

Para el profesor de Relaciones Internacionales de la U. de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, José Rodríguez Elizondo, la simpatía de los países vecinos con el líder ruso podría ser riesgosa bajo el contexto constitucional actual. “No sería mayormente problemático si Chile tuviera una configuración geopolítica pacífica, algo así como Suiza. Pero, sucede que un país que ha tenido problemas limítrofes, que ha tenido guerras internacionales es un país que tiene que cuidar mucho la unidad del Estado porque en cualquier momento hay conflictos que imponen una posición de fortaleza defensiva”, asevera.

Según advierte, la Rusia de Putin podría tener como plataforma de aterrizaje en América Latina “nada menos que a nuestro vecino argentino”. “En este momento, Bolivia y Argentina están apoyando a Putin y afortunadamente no es el caso del Perú que tiene una gran diplomacia”, subraya.

Y es que a mediados de febrero, la Convención Constitucional aprobó la norma que sitúa a Chile como un Estado regional, plurinacional e intercultural. Asimismo, avanzó en su votación en particular, la normativa que dice que el aspecto jurisdiccional está definido en su estructura, integración y procedimiento en los principios de plurinacionalidad, pluralismo jurídico e interculturalidad.

García Linera fue durante más de una década la mano derecha de Evo Morales. Gobernaron en dupla, uno como presidente y el otro como vicepresidente, desde 2006 hasta 2019, cuando una denuncia de fraude electoral, refrendada por la Organización de Estados Americanos (OEA), terminó con ambos en el exilio. El exvicepresidente fue a parar a Argentina, donde el entonces recién asumido como Jefe de Estado, Alberto Fernández, le otorgó refugio.

«Evo Morales no es ningún ideólogo, no es un hombre ilustrado. Ha tenido la habilidad de hacerse acompañar por un intelectual que sí ha leído y que sí conoce autores de ciencia política: me refiero a Álvaro García Linera», lo describió Rodríguez Elizondo en una conversación previa con El Líbero.

El exembajador de Chile y profesor de Relaciones Internacionales, Nelson Hadad, asegura que “se ha sabido que algunos le asignan a García Linera una suerte de autoría intelectual del presidente electo”. De la misma forma, “quiere pensar” que Gabriel Boric tiene la autonomía y la racionalidad para entender que asumir o imitar dicha plurinacionalidad en el norte de Chile tendría consecuencias «catastróficas» para el país.

“Cuando ya tenemos un fallo de la Corte Internacional de Justicia que estableció definitivamente los límites de Chile y también cerró la puerta de cualquier intento reivindicatorio por parte de Bolivia para buscar una salida soberana al mar. No se puede volver a repetir ni a discutir  este tema que ya está salvado por el Derecho Internacional”, recalca Hadad. 

Asimismo, dice que García Linera ha sido el ideólogo de la teoría de la plurinacionalidad, lo que “prende una ampolleta” y profundiza  la “alerta de que se pueda consumar este grave error que nos puede provocar la desmembración de la unidad del país”, asegura.

García Linera es, además, referente para otro de los aliados de Boric, el ex Podemos Íñigo Errejón. El político español también figura como uno de los referentes del magallánico, quien lo ha citado en más de una ocasión en sus redes sociales e, incluso, se rumoreó que podría haber estado presente en la ceremonia de cambio de mando. 

Errejón y García Linera comparten la autoría del libro ‘Qué horizonte’, que versa sobre una conversación, entre La Paz y Madrid, sostenida por ambos «acerca de las condiciones que hacen posible hoy que las clases populares se organicen y ejerzan el poder político».

Las implicancias de la guerra

Para el analista internacional y académico de la Facultad de Artes Liberales de la UAI, Fernando Wilson, el hecho de que países como Argentina y Bolivia forjen una relación con Putin, no sería un  riesgo ni desataría mayores problemas para Chile, pues Boric representa un tipo de izquierda distinto. Señala que Boric ganó tras ofrecer expectativas y esperanzas a la sociedad chilena de crecimiento económico, y estabilidad política, lo que lo alejaría de visiones como las de Argentina.

“Él vendió un proyecto socialdemócrata, no un proyecto anticapitalista como el que están liderando los “K” en Argentina o Bolivia. En ese sentido, veo que Gabriel Boric lo único que quiere en este momento es alejarse de ese tipo de izquierda y quedó claro cuando rechazó la felicitación de Nicolás Maduro o con la condena explícita de la invasión rusa en Ucrania”. 

Y es que a poco de que estallara el conflicto, el magallánico aseguró por medio de su Twitter que Rusia “ha optado por la guerra como medio para resolver conflictos” y condenó la invasión a Ucrania, además de la violación de su soberanía y el uso ilegitimo de la fuerza. “Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz”, aseveró.

Días más tarde, volvió a mencionar su posición respecto a la guerra, instancia en la que compartió el discurso del presidente ucraniano Volodímir Zelenski y recomendó “encarecidamente” tomarse nueve minutos para escuchar sus declaraciones. “Desde América del Sur vaya nuestro abrazo y solidaridad al pueblo ucraniano ante la inaceptable guerra de agresión de Putin”, expresó.

Según explica el académico, los países que se están alineando con Putin se estarían “bajando del mundo” y ejemplifica con el reciente anuncio de la agenda de control de medios en Rusia, del cual la izquierda intentó instalar en Argentina y Bolivia: “Es una señal de que lo que se está imponiendo ahí son restricciones a las libertades personales que van a ser sociedades de información controlada. Más que ser un riesgo para Chile en sí mismo, es un ejemplo de lo que no hay que hacer”. 

Argentina detrás de Putin 

Al otro lado de la cordillera la visión política parece no ser la misma que en Chile. Las palabras para condenar la agresión rusa han estado casi ausentes en el presidente Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes por medio de sus cuentas de Twitter se han referido al tema. 

Esto se suma a que apenas un día después de la llegada de las fuerzas rusas a Ucrania,  –el 25 de febrero– el gobierno argentino decidió no apoyar la resolución de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que condenaba a Putin por la invasión “ilegal, injustificada y no provocada” a Ucrania, bajo la excusa de “falta de pertinencia” para abordar el ataque. Dicha iniciativa fue apoyada por 24 países, de los cuales se restaron Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y Nicaragua.

La amistad con el gobierno ruso ya se había concretado. Al menos así lo demostró un almuerzo que sostuvo Alberto Fernández con Vladimir Putin el pasado 3 de febrero. Dentro del encuentro, hablaron sobre la compra de vacunas Sputnik V y el ofrecimiento del mandatario argentino a ser la “puerta de entrada” de Rusia a América Latina. En la instancia, Fernández también apuntó contra Estados Unidos por tener una influencia negativa sobre el Fondo Monetario Internacional.

El vínculo con el país europeo se ha forjado en el ámbito económico y político. Incluso, en medio de las sanciones que las principales economías de Occidente están aplicando contra Rusia, el Gobierno de Fernández se desmarcó. Tras una reunión en la Casa Rosada el pasado jueves 3 de marzo, el canciller Santiago Cafiero  aseguró que  “no tenemos una relación comercial con Rusia como la que tenemos con otros países, con lo cual no habría mucho que agregar al respecto”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores en un punto de prensa en la Casa Rosada.

En una carta firmada por la vicepresidenta y Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Marta Lucía Ramírez, los gobiernos de Colombia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad & Tobago y Uruguay se dirigieron al gobierno de Ucrania y solidarizaron con la situación del país europeo. 

En el documento, las naciones afirmaron que “seguimos permanentemente y con gran preocupación los acontecimientos recientes, y confiamos, en que muy pronto el diálogo y la cooperación diplomática, permitan alcanzar una solución duradera para el restablecimiento de la normalidad en su nación, así como para la estabilidad regional y mundial”. La ausencia de la firma de la autoridad Argentina se tradujo en críticas al gobierno.

El apoyo de Bolivia 

El pasado 28 de febrero, la Asamblea General extraordinaria de la ONU votó un documento que condena la invasión de Rusia a Ucrania. Hubo 141 votos a favor, se registraron cinco en contra y 35 abstenciones. Dentro de esta última clasificación estaba el nombre del país limítrofe del desierto de Chile: Bolivia. Sumado a sus pares americanos como Cuba, Venezuela, El Salvador y Nicaragua. En esta instancia sorprendió el voto favorable de Argentina y Brasil.

El propio canciller Rogelio Mayta justificó dicha acción apelando al rol “pacifista” del Estado boliviano: “No somos partidarios de las medidas de hecho, nos han quitado la mitad de nuestro territorio en guerras, somos de la cultura del diálogo, pero no va a haber solución si solamente hay posiciones exasperadas… Esa resolución de Naciones Unidas no va a ayudar a que se resuelva la conflagración y más bien puede ser más leña al fuego”. 

Y es que la votación se opuso a las declaraciones que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia había emitido tras la invasión, donde por medio de un comunicado expresaban su preocupación por la estrategia militar en Ucrania y hacían un llamado a  “preservar la paz”. Según explicaba el texto, “Bolivia sigue con preocupación la situación generada en Ucrania y lamenta que la falta de diálogo y entendimiento haya provocado una mayor escalada del conflicto”. Sin embargo, la actitud posterior del país liderado por Arce, ha sido duramente cuestionada. 

Por su parte, el expresidente Evo Morales responsabilizó al supuesto intervencionismo de Estados Unidos y aseguró que Europa no puede convertirse en el “teatro de operaciones de EE.UU. contra países soberanos”.

Tal como enfatiza Wilson, ninguno de estos países está teniendo éxito e incluso han incurrido en prácticas que los alejaría de los procesos de construcción de sociedades libres. “Argentina en este minuto está en una brutal crisis económica, con severos problemas de crecimiento económico, aumento de la pobreza, etc. En el caso de Bolivia el proyecto del presidente Arce choca con el plan del expresidente Evo Morales. Más bien de alguna manera veo a estos países alineándose con visiones de mundo que no están funcionando”, dice el profesor de la UAI.

En el caso de ambos países, –además de la figura de Pedro Castillo en Perú, que actualmente está sumido en una crisis política– el analista asegura que dichos alineamientos con Putin no obedecen a procesos políticos complejos. “En el caso Argentino esto se puede explicar por el hecho de que es el único país que queda que puede estar dispuesto a vender cereales a Rusia en un escenario en el cual ni la propia Ucrania, ni EE.UU, Canadá o Australia van a estar dispuestos a hacerlo”, explica. 

Asimismo, dice que tener acceso a moneda dura, sería el proceso que está detrás de este apoyo: “No olvidemos que los gobiernos ‘K’ tienen un problema con EE.UU. en que disfrutan de poder generar situaciones problemáticas”. 

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