El Presidente de Colombia, Gustavo Petro, no se caracteriza por su puntualidad, pero también ha estado faltando a sus actividades oficiales. En las últimas semanas dejó plantados a los empresarios del Consejo Gremial y tampoco apareció a una reunión con los gobernadores de los departamentos del Pacífico. Sin embargo, el Gobierno de Chile sí lo confirmó como uno de los jefes de Estado que estará presente en la ceremonia de conmemoración de los 50 años del golpe de Estado

Sus constantes inasistencias han levantado sospechas sobre su salud mental en Colombia, donde enfrenta una multiplicidad de otras acusaciones. Esa sombra lo perseguirá en Chile. Pero otros de los mandatarios invitados también llegarán al país con la mochila de sus propios problemas internos, es el caso de los presidentes de Argentina, Alberto Fernández y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, si es que este último llega, pues hoy asume como presidente del G20 en India, donde estará al menos hasta el domingo. 

El Presidente de México, Andrés López Obrador (AMLO), tampoco arribará a Chile en buen pie para esta controvertida efeméride, pues durante su mandato se ha vivido una crisis en materia de derechos humanos (ver la noticia pinchando aquí)  en su país, siendo 2022 el peor año en cuanto a desapariciones forzadas. Un punto negro si se busca un compromiso por la democracia y los derechos civiles.

Petro: acusaciones de financiamiento narco, quiebre con su hijo y supuesta depresión

2023 ha sido un año horribilis para el jefe de Estado colombiano de izquierda que comenzó su administración en agosto de 2022 con un discurso de condena a la “política tradicional”, la corrupción y el clientelismo, pero cuyo mandato ha decantado en las mismas acusaciones. Eso ha repercutido en su apoyo en las encuestas, pues el rechazo a su gestión ha subido 40 puntos en un año (está en 61%).

Su hijo, el renunciado diputado Nicolás Petro, fue detenido a fines de julio y acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de activos. Nicolás confesó que US$100.000 de la campaña de su padre provenían de Samuel Santander Lopesierra, extraditado por narcotráfico a Estados Unidos en el 2003, libre desde el 2021 y que ahora quiere ser alcalde. Otro delincuente, acusado de financiar a grupos paramilitares y planear homicidios, también le habría financiado la campaña presidencial.

Eso sí, Nicolás aseguró que su padre no sabía de esto, aunque afirmó que no se iba a «inmolar» por él, pues le había dado la espalda. En efecto, Nicolás Petro se refería a la «defensa» que hizo su padre en relación al problema. «Yo no lo crié» (a Nicolás), dijo el mandatario para marcar distancia, haciendo alusión a que cuando su primogénito nació en 1986, él estaba preso por ser parte de la guerrilla del M-19.

Pero el asunto no paró ahí y en agosto el ex embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, afirmó que si él hablara sobre la campaña presidencial el ex guerrillero, se irían todos presos. A raíz de esto, la Cámara de Representantes de Colombia inició una investigación y con eso el bastión moral con que llegó Petro, comenzó a irse en picada.

El tema de sus inasistencias, en tanto, llevó a que parlamentarios plantearan que sufre de depresión y que su propio hermano revelara que ambos fueron diagnosticados con el Síndrome de Asperger en su adolescencia, cosa que el Presidente desmintió. Lo concreto es que él explicó que “yo necesito mis equilibrios, el cansancio permanente es un mal consejero. Si usted se excede, pues no va a pensar bien, va a cometer errores y en este caso yo no puedo darme el lujo de cometer muchos errores”. Según el medio La Silla Vacía, son 82 las ocasiones en que el Presidente no asistió a un evento en el año que cumplió al mando de Colombia.

También ha tenido otros traspiés. El de esta semana es que se puso a disposición de la ciudadanía el borrador de un decreto del Ministerio de Agricultura que comienza así: “Por medio del cual se promueve la movilización y organización campesina por la reforma agraria”. La interpretación inmediata fue que el Presidente está llamando a la movilización callejera para presionar la concreción de sus reformas en el Congreso, uno donde dejó de tener mayoría en abril, al dar un giro a la izquierda, remover a sus ministros más moderados y rodearse de viejos aliados políticos.

Esa radicalización también la mostró en el extranjero, cuando al ser recibido con honores en España, hizo fuertes discursos contra la «España colonial» que impuso su «yugo feudal» en América. También acusó a los empresarios españoles de poner dinero «para tumbar» su gobierno.

En junio, Petro despidió a dos de sus colaboradores más cercanos por su implicación en un caso de escuchas ilegales y filtraciones a la prensa, caso que cuenta con el robo de un maletín con dinero y el sometimiento de la niñera de uno de los funcionarios a un polígrafo. Además, en un intento de acercarse a zonas rurales, trasladó el funcionamiento del Gobierno por unos días a La Guajira, donde terminó intoxicado.

Alberto Fernández: el presidente del Vacunatorio VIP y la inflación descontrolada

Alberto Fernández, Presidente de Argentina, llega a Chile como un mandatario que ha pasado a segundo plano en la contingencia trasandina mientras su delfín político, el ministro de Economía, Sergio Massa, intenta recuperar terreno en su candidatura presidencial frente al arrollador avance del libertario Javier Milei.

El nivel de rechazo a la figura del Presidente argentino llegó en abril de este año a un 71%, el más alto en 17 años, según la encuestadora Poliarquía, la misma consultora que al inicio de la pandemia registraba su popularidad en 80%.

Como candidato del Frente de Todos, que agrupó al peronismo y a su facción progresista, el kirchnerismo; Fernández asumió la Presidencia de la Nación el 10 de diciembre de 2019. En la Vicepresidencia, lo acompañó Cristina Fernández de Kirchner, de quien fue un duro crítico cuando esta era presidenta.

Alberto Fernández tiene al país sumido en una inflación que en los últimos 12 meses llega al 113% provocada por una alta emisión monetaria y un programa de «precios cuidados».

Además de la críticas por el prolongado encierre y subsecuente paralización de la economía durante la pandemia, Fernández tuvo que enfrentar la incapacidad de su gabinete para conseguir vacunas contra el Covid-19.

Mientras en Chile la población comenzaba a ser inoculada con vacunas Sinovac y Pfizer, Rusia prometía a la Casa Rosada la entrega de dosis de Sputnik.

Las dosis no llegaron inmediatamente a la población de riesgo. Al contrario, el Ministerio de Salud organizó, a mediados de febrero del 2021, un vacunatorio especial para que las autoridades gubernamentales -incluido Alberto Fernández- recibieran primero la inoculación. Este episodio fue conocido como Vacunatorio VIP.

El Vacunatorio VIP no fue la única polémica protagonizada por Alberto Fernández durante la pandemia. Al inicio del encierro y en medio de constantes críticas contra quienes no cumplían las medidas sanitarias, el presidente, desoyendo sus propias órdenes, organizó una fiesta en la residencia de Olivos para celebrar el cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez.

Mientras todos los argentinos realizaban una estricta cuarentena, el 14 de julio de 2020, Fernández invitaba a 10 personas a cenar a la residencia oficial de la Presidencia argentina. El hecho terminó en la justicia y con duras críticas de la sociedad.

Lula da Silva, el símbolo de la izquierda latinoamericana que pasó 580 días preso por corrupción

Lula Da Silva, uno de los símbolos de la izquierda latinoamericana, cumplió nueve meses en el poder y todavía vive una luna de miel con su electorado, pues goza de un 60% de popularidad.

No fue fácil la vuelta de Lula a la cabeza del gobierno. En 2018 y con 73 años, no pudo competir contra Jair Bolsonaro, puesto que se encontraba preso en la sede de la Policía Federal de Curitiba cumpliendo una condena como uno de los principales acusados por el caso Lava Jato, una macro-investigación de corrupción que tuvo como protagonista a la petrolera estatal Petrobras y varios políticos. Lula, emblema del Partido de los Trabajadores, fue condenado en 2017 por los delitos de obstrucción a la justicia y blanqueo de capitales. En abril de 2018 se entregó para cumplir la pena.

Cuando el juez Sergio Moro asumió como ministro de Justicia de Jair Bolsonaro, comenzó una ofensiva judicial de la defensa de Lula para anular la condena. Mientras se revisaba el caso, el tribunal ordenó la libertad de Lula. El 9 de noviembre 2019 y tras 580 días preso, Lula dejó la cárcel. No fue hasta marzo de 2021 cuando se anularon todas las condenas que pesaban contra él, despejándole el camino para una postulación presidencial.

El 1 de enero de 2023 inicio su nuevo mandato.

Su popularidad se contrapone con las tensas relaciones que tiene con el poderoso Ejército de Brasil. Con el propósito de limpiar al Gobierno de toda influencia de Jair Bolsonaro (ex militar), Lula destituyó al comandante en jefe de esa rama y sacó a todos los militares en servicio activo que fueron designados en cargos políticos por Bolsonaro.

Lula tampoco confía en el aparato de inteligencia militar. Por esta razón este miércoles firmó un decreto para reformar el Sistema de Inteligencia de Brasil (Sisbin) y reducir la influencia del Ejército.

Otro de los flancos del mandatario es la economía. Apenas asumió, los resultados fiscales se deterioraron rápidamente, con déficit primario que llegó al 0.8% del PIB.

Pero este dato no frenó al presidente brasileño, quien envió al Congreso un proyecto para subir los impuestos y así elevar el gasto fiscal. Entre los cambios propuestos, está aumentar los impuestos a los «superricos».

Con Chile ha habido tensión en términos de declaraciones en las que el Presidente Gabriel Boric ha intentado desmarcarse de la opinión de Lula. Así sucedió cuando el Mandatario chileno dijo que los países latinoamericanos debían condenar la invasión rusa en Ucrania. Lula contestó con un tono de superioridad: “Posiblemente, la falta de costumbre de participar en estas reuniones hace que un joven sea más ansioso, más apresurado. Pero así es como suceden las cosas”.

Otra discrepancia fue cuando Lula opinó que la grave situación de los derechos humanos en Venezuela era una “narrativa construida” sobre “prejuicios”.

Boric retrucó: “No es una construcción narrativa, es una realidad, es seria y he tenido la oportunidad de verla en los ojos y en el dolor de cientos de miles de venezolanos que están en nuestra patria y que exigen una posición firme y clara respecto a que los derechos humanos deben ser respetados siempre”.

Y si bien el Gobierno de Chile confirmó a Lula como uno de los mandatarios asistentes, éste viaja hoy a Nueva Delhi, capital de la India, para participar en la Cumbre del G20, que se llevará a cabo los días 9 y 10 de septiembre. Según la Agencia Brasil, «está previsto que el mandatario brasileño pronuncie discursos en las dos primeras sesiones y al final de la reunión, cuando Lula presentará las prioridades y desafíos de la futura presidencia brasileña, a partir del 1 de diciembre de 2023».

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