Ian Vásquez es peruano-estadounidense y vive en Washington. Desde ahí dirige el Centro para la Libertad y Prosperidad Global del Cato Institute, uno de los think tanks más influyentes del mundo y que se dedica a expandir y defender los principios de la libertad individual, el gobierno limitado y el libre mercado.

De visita en Chile para participar en un seminario en conjunto con la Fundación para el Progreso, Vásquez aborda en entrevista con “El Líbero” la sorpresa que ha causado en el extranjero el rumbo que ha tomado Chile en los últimos meses.

– Desde la mirada liberal, ¿qué opina de la batería de reformas estructurales que está planteando el Gobierno?

– Llama mucho la atención, y es bastante irónico, que Chile esté queriendo hacer una reforma al sistema educativo más exitoso de Latinoamérica, para hacerlo parecer al de otros países de la región que no tienen ese nivel que ha adquirido Chile. Sin lugar a dudas se pueden hacer muchas cosas para mejorar el sistema de educación, pero las medidas deben ir por otro lado. Llama mucho la atención que en momentos en que los estudiantes venezolanos se están rebelando en contra de todo tipo de sistema educativo de control, haya un grupo de estudiantes chilenos que explícitamente han dicho que ese es el modelo.

También llama la atención que mientras hay una crisis del estado de bienestar en Europa, que ha llevado a crisis de deuda y ahora a una tercera recesión en pocos años, el Gobierno de Chile parece estar queriendo implantar un estado benefactor amplio a pesar de que no está a los niveles de riqueza de los países europeos, siendo que ni esos países han podido costear lo que han hecho. Es muy irónico que el Gobierno chileno esté yendo en esa dirección.

Aparte, me parece que el Gobierno no ha leído bien los deseos de los mismos chilenos, porque ya hemos visto en muchas encuestas que si bien éstos pueden no tener una alta confianza acerca de instituciones en general, como las empresas y las escuelas, sí tienen altísima confianza con respecto a sus particulares escuelas y particulares empresas. Este es uno de esos casos en que la gente piensa que en general las cosas podrían ser mejor, pero en su propia experiencia las cosas sí son buenas y el apoyo y la confianza en el caso particular es alto en Chile. Ahora que se están convirtiendo en realidad las políticas de este Gobierno, en términos de impuestos y en términos de eliminar las opciones de los padres para poder educar a sus hijos, esas preferencias de los chilenos se están haciendo notar.

– El Financial Times dijo hace algunas semanas que la economía chilena es el mejor ejemplo de la “nueva mediocridad”. ¿Cuál es su opinión al respecto?

– Estoy totalmente de acuerdo y eso es en el mejor de los casos. Chile se ha destacado durante décadas por su excelencia en términos de políticas económicas, en su institucionalidad, en su nivel de democracia consolidada comparado al resto de la región y, en términos de desarrollo humano, todos los indicadores de bienestar han incrementado como en ninguna otra parte de Latinoamérica. Estos indicadores muestran que Chile no solamente es una estrella dentro de Latinoamérica, sino que ha sido una estrella en términos de desarrollo en todo el mundo. Por lo tanto, sorprende mucho a gente alrededor del mundo que en Chile lo que se esté dando es un Gobierno que decide implementar políticas que son más semejantes a las que tienen Brasil o países que no se han destacado, con argumentos que a mí no me parecen convincentes y que atacan a la excelencia. Lo que está ocurriendo en Chile no es que se esté viendo una nueva mediocridad en términos de las políticas públicas y la actitud del Gobierno, sino que va a terminar la excelencia dentro de la sociedad chilena en todos sus aspectos.

– ¿Ha habido un deterioro de la imagen de Chile en el exterior?

– De todas maneras. Se ve que Chile está enrumbado en otra dirección y no en la que ha destacado. Ya se ha notado eso a nivel internacional con el artículo del Financial Times, que resonó mucho no solamente en Chile, si no que en todo el mundo. Me parece que con lo que se está creando se está derrumbando la confianza en Chile y en el sistema chileno. Hablar de hacer reformas profundas a la Constitución, eso es lo que hace minar la confianza en Chile, y no sólo eso, las políticas que ya se han implementado y las que están por implementarse.

– El Gobierno enviará hacia fines de este año una reforma laboral de la que no se han dado muchas luces. ¿Qué consecuencias para el mercado puede traer una modificación que tienda a la rigidez en el sistema laboral?

– Uno de los grandes problemas en Latinoamérica es que hay una alta rigidez laboral que implica un sector informal grande en buena parte de la región. Latinoamérica es la región quizás más rígida del mundo en términos laborales, pero Chile tiene probablemente el sistema más flexible y esa es una de las razones por las cuales ha tenido éxito económico. Entonces, revertir eso y hacer a Chile más parecido al resto de Latinoamérica, que está atrasado respecto del mundo, me parece un grave error. Es tratar de retroceder en los tiempos y no representa un avance. La flexibilidad laboral beneficia a los trabajadores más que a nadie. En cambio, a medida que se incrementan las protecciones a los trabajadores, estos terminan siendo perjudicados, salvo un grupito más pequeño que se beneficia, pero a costa de todos los demás.

– ¿Se ven perjudicados en qué términos?

– Lo que ocurre es que al incrementar la rigidez del sector laboral, estás en realidad incrementando el costo del trabajador. O sea es un impuesto al trabajador y son ellos los que terminan pagando… no los que ya tienen un trabajo, si no los que buscan trabajo, los nuevos. ¿Y quiénes buscan trabajo? Los jóvenes o los que tienen menos talentos o conocimientos desarrollados, ellos van a ser los más perjudicados. La consecuencia de esto en los países no desarrollados es el incremento del sector informal, porque la gente tiene que trabajar para vivir y el sector informal es muy poco productivo. En ese sentido, (la rigidez) es una medida para reducir la productividad del país y perjudicar a los trabajadores.

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