Esta semana se dieron a conocer videos de cámaras de vigilancia donde se daba a entender que el Presidente Gabriel Boric no durmió en la casa presidencial del Barrio Yungay al menos por dos noches.
Además de levantarse todo tipo de suspicacias tuiteras que terminaron con una declaración del Presidente admitiendo su quiebre sentimental con Irina Karamanos, la duda que se ha instalado es sobre la seguridad del Jefe de Estado, toda vez que la elección de la casa presidencial fue todo un tema antes de que asumiera el cargo, pues ésta debía contar con varios requisitos.
A raíz de esto, el diputado y presidente de Amarillos por Chile, Andrés Jouannet, ofició a la ministra del Interior, Carolina Tohá, consultando si los encargados de seguridad verificaron las condiciones del lugar en que alojó Boric y si fue acompañado por escolta, entre otras preguntas.
El Líbero hizo llegar algunas de estas dudas a Presidencia, donde prefirieron no referirse a temas de seguridad del Mandatario, aunque ex jefes de escoltas presidenciales dan fe del trabajo del Departamento de Seguridad Presidencial y el ministro (s) del Interior, Manuel Monsalve, aseguró que «nunca se abandona la seguridad del Presidente de la República. En este gobierno y en ninguno».
«No es que el Presidente se baje del auto y diga ‘nos vemos mañana'»
El general (r) Aldo Vidal fue jefe de la escolta de la ex Presidenta Michelle Bachelet, trabajó con tres mandatarios y le tocó reclutar al coronel Patricio Aguayo, el jefe de la escolta del Presidente Boric, del que tiene la mejor impresión sobre su profesionalismo y dedicación.
Respecto a la situación dada a conocer, Vidal apunta que muchas veces tuvo que estar en situaciones donde los presidentes no dormían en su residencia habitual, pero que la complejidad de los lugares donde se aloje el Presidente “no tiene que ver sólo con a dónde va. No tiene que ver con dónde va a estar el Presidente, no es solo la definición de qué es riesgoso y no es riesgoso, no tiene que ver sólo con una variable (…). Hay un sinnúmero de variables que finalmente permiten establecer el nivel de riesgo”.
En ese sentido, dice que hay protocolos y procedimientos que se deben ir adecuando a la realidad del momento: al lugar, circunstancias y horario; y que el equipo puede tomar definiciones en corto tiempo en base a ellos, pues no se trata de algo rígido. Respecto al caso puntual, si bien no conoce detalles, afirma que las medidas de seguridad que no se ven hacen la mitad del trabajo y que muchas veces ni siquiera el Presidente las conoce.
Otro ex jefe de escoltas advierte a El Líbero que en general se revisan con anterioridad los lugares públicos y privados a los que va y donde se queda el Presidente, sin embargo “no hay una ley que supedite al Presidente a lo que el escolta le diga. A veces no hay nada qué hacer”.
Eso sucede, explica el ex coronel y experto en seguridad, Guillermo Benítez, porque en Chile la escolta depende de la Presidencia, mientras que en países como Estados Unidos, son visados por el Senado. «Frente a eso el Presidente no tiene mucho cómo salirse del protocolo de seguridad, porque el jefe de escoltas dice que no, y no es no», grafica.
En Chile, si bien hay salidas de protocolo, explica, siempre la escolta toma medidas: «Que no se vean no significa que no estén (…). Patricio Aguayo es quien acompaña al Presidente, pero generalmente se dejan dispositivos en distintos lugares con tiempos de respuesta. Imagínese no sólo un atentado, sino un incendio: claramente hay que sacar al Presidente de ahí (…), no es que el Presidente se baje del auto y diga ‘nos vemos mañana‘». Es por eso, afirma, que además se dejan instrucciones a Carabineros de la zona indicando que hay una persona de interés, aunque no se explicita que se trata del Presidente, pues la idea es que no se sepa de su presencia.
En resumen, «el Presidente dice el qué, y el cómo lo pone la escolta. Él dice ‘voy a hacer esto’ y se trata de no interrumpirlo, no molestarlo, porque tiene vida, pero el entorno tiene que estar cubierto y tiene que ser a distancia porque la idea es que no se sepa que está ahí», cierra Benítez.
La defensa del Gobierno
«La seguridad del Presidente siempre está resguardada por su escolta, que además está resguardada por escolta de Carabineros y eso nunca ha estado en duda», dijo ayer Monsalve al comentar la conversación que se estaba dando en torno a los videos y el oficio del diputado de Amarillos.
Anteriormente, fue el propio general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, quien el año pasado se refirió al tema luego de que el Presidente decidiera llegar en bicicleta a La Moneda. “Dicen que no hay mejor seguridad para los VIP que la que no se ve”, y que “el Presidente jamás estará descuidado”, aseguró en el programa Tu Día de Canal 13.
Aunque el Presidente tendría una excelente relación con Aguayo, las suspicacias sobre su relación con la seguridad comenzaron cuando, siendo candidato, era el único que no tenía servicio de Protección de Personas Importantes (PPI), ni de Carabineros ni de la Policía de Investigaciones.
Desde entonces se difundió que el Presidente, en su afán de estar cerca de La Moneda, insistió en vivir en su actual casa de Yungay pese a que no se la habrían recomendado. Por ese entonces, el ex coronel de Carabineros, Guillermo Benítez, sostuvo que la casa debía cumplir cinco requisitos: Que exista más de un acceso de entrada y salida, junto con accesos expeditos a las calles aledañas; evitar los edificios altos frente al domicilio; estar cerca de un centro de asistencial; tener espacio para recibir a otras autoridades o hacer reuniones de trabajo; y que haya espacio en el mismo domicilio para que puedan pernoctar agentes de seguridad.
Las “salidas secretas” de otros presidentes
Las escapadas no son poco frecuentes en las autoridades. Hay episodios conocidos y controversiales, como el del ex presidente francés, François Hollande, al que en 2014 la revista Closer lo captó yendo en moto a ver a la actriz Julie Gayet por las noches.
En ese momento entró en la arena el combate entre la vida privada de Hollande y su seguridad, e incluso tomó ribetes de tema de Estado, pues su “compañera oficial” (con derecho a equipo y oficinas) cayó hospitalizada con depresión, hubo que suspender su presencia en asuntos oficiales y pesaron dudas sobre el rol del ministro del Interior, pues el departamento donde se encontraban, estaba vinculado a la mafia corsa. «No estaba al corriente de los desplazamientos del presidente. Si decide ir a algún sitio, es su responsabilidad», dijo el ministro de entonces, Manuel Valls. «Esto no es Estados Unidos: si un ministro o un político decide no aceptar un dispositivo de seguridad, no se le impone hacerlo», agregó. Igual, después se supo que le acompañaban dos agentes en otra moto, pero a espaldas de la jefa de seguridad.
En el caso del colombiano Gustavo Petro no parece estar involucrado el amor. A sus permanentes atrasos para toda actividad oficial, se suma que la prensa lo acusa de “desaparecer”, especialmente cuando está en el extranjero.
El 23 de junio de este año, el Presidente debía regresar a Colombia desde Francia, pero “durante dos días, ni periodistas ni la comitiva que acompañaba al gobernante supieron de su paradero”, por lo que regresó a su país el 25 de ese mes. Luego, en agosto, Petro desapareció por 24 horas cuando asistía a la Cumbre de la Amazonía. “No sólo no asistió a ninguno de los actos que correspondían al cierre del encuentro, sino que tampoco posó para la foto de familia tomada al finalizar la Cumbre. Hasta la fecha, la Casa de Nariño, sede del poder Ejecutivo colombiano, no ha explicado qué ocurrió con el jefe de Estado mientras estuvo en Francia o en Brasil. Nadie ha precisado el porqué de sus repentinas fugas”, dice Elpolitico.com.