Durante la semana la Presidenta Michelle Bachelet presentó públicamente a los integrantes de la comisión asesora que propondrá una serie de medidas para combatir el tráfico de influencias y la corrupción, como una forma de ponerle coto a la crisis política que ha desatado el caso Penta y el caso Caval.

Pero en privado, algunos personeros del oficialismo y la oposición estiman que la iniciativa de la Mandataria sería insuficiente y sugieren que lo que se necesita para salir adelante es un acuerdo político transversal, similar al que se produjo en 2003 entre el gobierno de Ricardo Lagos y Pablo Longueira para dar vuelta la página tras la profunda inestabilidad política que produjo el caso MOP-Gate y el caso Coimas.

Es por esa razón que “El Líbero” indagó en este último gran acuerdo político que se produjo en la escena local para ver cuáles fueron sus alcances y sus resultados.

El acercamiento

La mañana del jueves 16 de enero de 2003 el timonel de la UDI, Pablo Longueira, llegó a La Moneda para reunirse con el Presidente Ricardo Lagos. ¿La misión? Dar una señal ante la ciudadanía de que su partido estaba dispuesto a negociar una salida al complejo momento que atravesaba el oficialismo tras conocerse el caso Coimas –que involucraba a diputados de la Concertación y al ex subsecretario Patricio Tombolini- y el caso MOP-Gatlagos longueira oke, en el que se descubrió que los ministros recibían todos los meses, y de forma irregular, sobres con efectivo para “inflar” sus sueldos. Tan grave era la crisis desatada, que en esos meses más de algún político o analista vaticinó que Lagos no culminaría su período presidencial.

Pero tras una hora de reunión a puertas cerradas, el timonel de la UDI salió al Patio de Los Naranjos y anunció que se había fraguado un acuerdo para modernizar el Estado, en el que el ministro del Interior de la época, José Miguel Insulza, jugó un rol principal: “El escenario que hay hoy día es un gran consenso en avanzar en la modernidad. Hay que demostrar y ejercer el liderazgo para salir de esto. Lo peor que nos puede ocurrir es que frente a todos los hechos que estamos conociendo todos los días en los tribunales y medios de comunicación, es que no hagamos del 2003 el año para poder avanzar en la modernidad de Chile».

Según señala una crónica de ese día publicada por Emol, Lagos y Longueira abordaron una agenda abierta para trabajar en distintos proyectos para modernizar el Estado y poner fin a las antiguas prácticas. Asimismo, se acordó que el tema quedaría en manos de un equipo técnico transversal.

De hecho, esa misma mañana, el Mandatario presentó a los integrantes de esa comisión asesora para que en un breve plazo elaborara propuestas al respecto.

«Esta importante comisión la quiero entender como la convicción de que llegado el momento, todos nosotros, como país, seamos capaces de una doble tarea: exigir que los tribunales de justicia hagan su tarea, pero también tomar las medidas indispensables para dar un gran salto y convertir esta crisis en una oportunidad sobre cómo modernizamos el Estado y cómo lo ponemos acorde a las exigencias internacionales», dijo Lagos en su discurso.

El acuerdo

Apenas dos semanas después de la cita en el despacho del Presidente Lagos, Longueira volvió a La Moneda, pero esta vez junto a todos los timoneles de los partidos de la Alianza y de la Concertación. Ya había consenso en las materias para avanzar.

acuerdo 2

Según señala una crónica de La Segunda, ese jueves 30 de enero se selló el acuerdo para despachar en el transcurso de 2003 una batería de 49 proyectos sobre reformas del Estado; Transparencia y Probidad; y agenda Pro Crecimiento (VER DOCUMENTO DEL ACUERDO AQUÍ).

La publicación señala que “en un hecho inédito en la política nacional -y abordando materias tan complejas como el financiamiento de los partidos y la campañas electorales- las colectividades acordaron un detallado cronograma donde se establece la fecha en que cada iniciativa debe entrar y ser despachada por el Congreso”.

En su discurso en el salón Montt-Varas de La Moneda, Lagos sostuvo que con el acuerdo “gana Chile y no el gobierno, ni la oposición, sino que la ciudadanía chilena». En ese sentido, agregó que el entendimiento se dio porque «las campanadas de alerta nos señalaron que los cimientos básicos estaban siendo amenazados» y que con esto “se soluciona la vieja relación entre dinero y política».

Pero Lagos no fue el primero en hablar. Antes de él, Insulza tomó el micrófono y envió una señal al mundo político: «Los protagonistas de este acuerdo son los partidos políticos que han consensuado la agenda», señaló de entrada, advirtiendo que «la acción política no es siempre confrontacional”.

 

FOTOS: FUNDACIÓN DEMOCRACIA Y DESARROLLO

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