La chilenidad ya salvó al país de un mal texto constitucional. Ante el desprecio de nuestros emblemas patrios (bandera e himno nacional), aún frescos en nuestra memoria, y el desconocimiento de los valores, tradiciones y costumbres del campo chileno, la inmensa mayoría de los chilenos, al rechazar el anterior borrador de texto constitucional, le dijo sí a la chilenidad.

Bajo el anterior proceso constituyente no sólo estaban riesgo aspectos tan relevantes para el mundo rural como la chilenidad sino que también el derecho de propiedad, los derechos de agua, entre otros. El concepto de Estado Plurinacional apuntaba directamente a destruir a la Nación chilena, forjada a través de 200 años de historia como nación libre e independiente, debilitando de paso nuestra soberanía política, jurídica y territorial.

El mundo rural y la chilenidad son indisolubles. No se concibe el uno sin el otro. Por ello es que el aporte que hace el mundo rural a la conservación de la identidad y Nación chilena, es incuestionable. La máxima expresión de esta indisolubilidad es el “Día del Huaso y la Chilenidad”, que celebramos cada 17 de septiembre.

Pero la chilenidad también es hacer patria. Significa, entre otros, desarrollar con esfuerzo y tesón una actividad o trabajo, sabiendo que beneficiará a todo el país. Un buen ejemplo de ello es la actividad agrícola. De cara al nuevo proceso constitucional, el lema de la Sociedad Rural Argentina resulta especialmente inspirador: “Cultivar el suelo es servir a la Patria”.

Por otra parte, “Chilenidad significa que esta es la tierra que debemos trabajar y querer cada día más” (¿Qué es la Chilenidad», película, 1939, Cineteca, U. de Chile). En nuestro país, el mundo rural tiene plena conciencia del deber que tiene frente a los destinos de la patria. Es por ello que frente a las nefastas propuestas de la disuelta Convención Constitucional, el mundo rural se movilizó amplia y masivamente a través de todo el país, demostrando su compromiso y amor a esta tierra. La chilenidad despertó de una pesadilla.

Es cierto que la chilenidad no le pertenece a ningún movimiento, partido o sector, sino que a todos los chilenos. Sin embargo, el anterior trabajo constitucional reveló la existencia de movimientos, partidos y sectores que no la valoran y la menosprecian. Todos sabemos quiénes son. Es de esperar que la Chilenidad nos proteja nuevamente de experimentos refundacionales. Una propuesta: reconocer expresamente a la chilenidad como valor y principio fundamental en el nuevo texto constitucional.

En estas próximas elecciones de consejeros constitucionales, la invitación es apoyar a aquellos candidatos que respeten, valoren y abracen la chilenidad, a través de un compromiso claro y genuino -y no con fines electorales de último momento- por reconocerla y protegerla en el futuro texto constitucional. Averigüe bien antes de dar su apoyo a cualquier candidato.

*Francisco Orrego es abogado.

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