Recientemente se publicó la encuesta Casen 2022 y, con ella, un resultado sin dudas positivo: la pobreza disminuyó de 8,5% en 2017 a 6,5% en 2022. Estos resultados son potentes y significan que, en ese período, se estima que más de 200.000 personas superaron la línea de la pobreza.

El escenario ideal sería uno donde el aumento de ingresos de los hogares se explique por una mejor condición laboral; ya sea por mejores salarios, un incremento de la ocupación, o una mezcla de ambos. Lamentablemente, ese no fue el caso. Los ingresos autónomos para el 10% de hogares de menores ingresos cayeron de $166.898 en 2017 a $94.767 en 2022 (en términos reales).

Ahora, uno de los deberes del Estado es socorrer a los hogares que no tengan las capacidades de generar ingresos por su cuenta. Esto ocurrió y de manera significativa. Los subsidios monetarios (transferencias directas a los hogares) aumentaron de $100.133 en 2017 a $160.073 en 2022. Frente a situaciones laborales y sanitarias adversas, el Estado se encargó de entregar soporte económico directo a los hogares.

Lamentablemente, los subsidios no son capaces de explicar por completo la disminución de la pobreza. Uno de los componentes que se utiliza para calcular el ingreso total de los hogares (y con ello estimar si están en condición de pobreza), es el alquiler imputado. Este monto, que se le imputa a los hogares por concepto de lo que “ahorran” en arriendo al ser dueños de su vivienda, no corresponde a un ingreso “real” del periodo. ¿Cómo varió entre 2017 y 2022? Creció un 30%, pasando de $185.407 a $240.871.

Por lo tanto, la disminución de la pobreza no implicó una mejor situación laboral de los hogares. Peor aún, puede que ni siquiera haya implicado un mejoramiento en sus condiciones materiales. Si dejamos fuera al alquiler imputado, los ingresos de los hogares del 10% más pobre (incluyendo subsidios) caen en un 5%. En el extremo, el alza en el alquiler imputado puede estar reflejando, simplemente, un aumento de los precios de las viviendas.

La evidencia aquí presentada no pretende hacer una crítica a la existencia de la figura del alquiler imputado. Por de pronto, la inclusión de este ítem responde a un consenso técnico transversal que incluye lineamientos de organismos internacionales. Más bien, lo relevante es indagar las causas subyacentes de la caída en la pobreza. Si el objetivo es mejorar las capacidades de generación de ingresos de los hogares más pobres, la Casen 2022 no nos permite sacar cuentas positivas en ese aspecto.

Los resultados son un llamado a las actuales autoridades a impulsar políticas públicas enfocadas en revitalizar un mercado laboral aletargado (la tasa de desempleo ha subido en 8 de los últimos 12 meses), especialmente en la capacitación de trabajadores y en incentivos al empleo formal. Junto con esto se debe aumentar la eficiencia y eficacia del gasto público, migrando de los más de 700 programas (muchos de ellos mal evaluados) a un esquema de transferencias directas focalizadas en los hogares más vulnerables.

La caída en la pobreza siempre será una buena noticia. Sin embargo, en este caso, detrás de los números de la Casen 2022 habita una realidad mucho menos esperanzadora de la que debemos hacernos cargo como sociedad. Como dice el viejo refrán “no todo lo que brilla es oro”. Flaco favor nos haríamos al dejarnos encandilar por el brillo de la reducción de la pobreza sin analizar las razones de fondo.

Santiago Montiel Zecchetto – Economista e Investigador en Horizontal

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