Cristiano Ronaldo volvió al mítico Old Trafford. Esta vez lo hizo de la mano de la Juventus, pero eso no impidió que sus antiguos hinchas lo ovacionaran. Tanto así que una vez finalizado el encuentro dos fans ingresaron a la cancha para abrazarlo. El ex jugador del Manchester United estuvo lejos de molestarse y protagonizó uno de los grandes momentos del partido, al tomar el celular de uno de los intrépidos fanáticos y hacerse una selfie en la mitad del forcejeo con los guardias de seguridad. Una imagen imborrable que en pocos segundos dio la vuelta al mundo. Así, nuevamente, una selfie se convirtió en la noticia del día y dejó en evidencia el poder que este tipo de fotografías han adquirido. Convertidas en un importante objeto de estudio -y también de debate-, considerarlas como meras imágenes es restringir su relevancia en la sociedad actual.

 

Las paredes de las cavernas eran el soporte elegido por nuestros antepasados para registrar su vida y a sí mismos. Más adelante llegaron los autorretratos.

 

El término selfie es un neologismo del inglés. En español se conocen como autofotos o autorretratos y una de las mejores definiciones la entregó el Diccionario Oxford cuando la eligió la palabra del año el 2013: “una fotografía que uno toma de sí mismo, normalmente con un ‘smartphone’ o ‘webcam’, y que se cuelga en una web de medios de comunicación social”. Muchas veces demonizadas, están lejos de constituir un peligro. Las selfies representan en sí una forma de comunicarse y se hacen cargo de una tradición milenaria.

Los humanos siempre hemos interactuado a través de imágenes. Las paredes de las cavernas eran el soporte elegido por nuestros antepasados para registrar su vida y a sí mismos. Más adelante llegaron los autorretratos. Rembrandt es reconocido como “el gran maestro del autorretrato” ya que en sus 63 años de vida realizó más de 50. Para lograrlo hacía uso de un espejo o incluso el reflejo del agua. Los nuevos Rembrandt necesitan tan solo un smartphone para lograr su objetivo: crear una fotografía, que a su vez es un reflejo de ellos mismos y que además puede enviarse fácilmente a través de las redes sociales. El hecho de contar 24/7 con una cámara cambia lo que se puede ver, grabar, discutir y recordar y constituye así un dispositivo para configurar un archivo de nuestra propia vida.

 

Diversos estudios indican que las mujeres son calificadas más duramente por sus imágenes.

 

Las mujeres son más propicias a compartir imágenes con amigos, familiares y generalmente en medio de una celebración. Los hombres optan por mostrarse practicando algún deporte. Generalmente las selfies se leen como indicadores de lo que las personas quieren mostrar sobre sí mismas. Obviamente es diferente pararse frente a una hilera de trofeos deportivos que hacerlo frente a una pared cubierta con diplomas. ¿Es esto negativo? No necesariamente. Mostrar una determinada faceta de uno mismo no es mentir, sino ser conscientes de las distintas situaciones, lo que en inglés se conoce como “being situational aware”. Ni más ni menos.

Una cosa es lo que la selfie quiere mostrar y otra lo que uno quiere leer de ella. Diversos estudios indican que las mujeres son calificadas más duramente por sus imágenes mientras que en el caso de los hombres, cuando éstas son inapropiadas, se las considera bromas. Por su parte, los autorretratos de homosexuales tienden a juzgarse como reflejo de una exacerbado narcisismo que bordea lo patológico.

 

El autorretrato más mediático es el de la animadora Ellen DeGeneres en la ceremonia de los Oscar del 2014.

 

El sentido de un selfie no puede aislarse del contexto (obviamente hay imágenes que de por sí son inapropiadas, pero no forman parte de este análisis). Una imagen no significa lo mismo ni tiene la misma función en determinados grupos y momentos. Al viajar a través de la red puede transformarse radicalmente sin haber sufrido ninguna modificación en sí misma. Como afirma Katrin Tiidenberg en su libro “Selfies”, “la auto representación en red ha pasado de ser una práctica bajo nuestro propio control, a ser dinámica y  multiplataforma, pese a depender de una imagen predeterminada”.

Los famosos son protagonistas ícono de las selfies. El autorretrato más mediático es el de la animadora Ellen DeGeneres en la ceremonia de los Oscar del 2014. Este usie o groufie –término que se utiliza cuando en la selfie aparecen varias personas- fue trending topic y pasó a la historia. Ahora forma parte de “El Museo de las Selfies”, que abrió sus puertas este mes en Hollywood.

Seguramente Cristiano Ronaldo también podrá postular a un espacio en este recinto. El portugués sabe cómo manejarse en el mundo de las selfies, tanto así que creó CR7 Selfie, aplicación a través de la cual todos podemos tener una foto con él (y sin necesidad de entrar a la cancha de Old Trafford). Diseñada para recaudar fondos para la ONG Save the Children, permite hacer imágenes en las que compartimos pantalla con el portugués en toda clase de posturas, y también sin camiseta. Otra faceta de Ronaldo. Pero no la única. Reflejo de un mundo donde día a día surgen nuevas formas para comunicarnos.