El número no obedece a una numeración ni es el uso tautológico de su dirección. Es algo un poco menos frío. Se basa en el año de fundación de la ciudad que alberga este comedor (Concepción) y que también obedece a una fecha fundacional para una cocina chilena, mestiza y local. Además, la numeración tiene mucho de germinal para el vino nacional, pues en ese año el sacerdote jesuita Francisco de Carabantes insertó la cepa País en el terruño.

1550, Vino y Cocina Bío Bío” es la más reciente apertura de la culinaria penquista que precisamente mira, saca lustre y presenta con acierto los productos y el acervo culinario de la región. Su propuesta incluye vegetales que provienen de La Vega Monumental y vinos de perfil campesino, con carácter, del valle que más etiquetas ha lanzado en el último tiempo: Itata.

La carta ostenta la dificultosa tarea de parecer sencilla. Cuesta decidirse, pero con los pies en la tierra, hay que pedir directamente el Lengüetazo de Vaca Cañetina. Viene asada y ahumada, se corta con el tendedor y muestra un sabor telúrico, jugosidad y la proteína va desmembrándose en el paladar. El contrapunto más fresco lo entregan el cilantro y la cebolla morada. Además, la mostaza artesanal emulsiona cada bocado.

Otro para compartir, y que es puro mar, se denomina Pebres de la Costa. Congrega ceviche de jurel (al estilo chileno tradicional) y nos habla de que este pescado está llamado a engalanar mesas de alta cocina de aquí a poco. Además, navajuelas, ulte, calamar, piures y, en este caso, según las existencias que entrega el mar, camarones ecuatorianos, un convidado de piedra en este platillo que nos da para pensar ¿cuál es la obsesión del comensal nacional con los camarones ecuatorianos en desmedro del símil nacional o de otras delicias del mar? Nosotros esperamos que se extingan (los camarones, no los comensales), sobre todo en los comedores que buscan sentar las bases de una cocina que se enfoca en pequeños productores y que valoran lo local.

Para el fondo, dos preciosas vueltas de tuerca de recetas globales que en su encuentro con productos locales adquieren un sentido nuevo. A saber, Papas rellenas del 1550, con sofrito de hongos y rellenas de un suave pebre de piures. Otro fondo atractivo es La Hamburguesa de Prieta que se complementa con la presencia de cebolla caramelizada, tomate y queso fundido. Va en pan brioche con papas fritas cañetinas y lactonesa de tocino. Intensa y sabrosa.

En el segundo piso, Felipe Macera tiene sus fuegos con un sector donde hace cursos de cocina a grupos. Por su parte, el sommelier Héctor Riquelme tiene su propio salón de cata. Complementan este emprendimiento Lila Rodríguez, Barry Cruces y Claudia Rojas. La propuesta tiene la sana costumbre de los comedores de alta gama de ocupar insumos con denominación de origen. En este caso destacan los chanchitos de Coelemu, ostras de Coliumo, vinos de Guarilihue, papas de Cañete, entre otros. 1550 aborda el Biobío comestible y bebestible en todo su esplendor. Región privilegiada donde se da de manera tan natural y sabrosa la biodiversidad, de mar y montaña, de caleta y de huerta, de viñedos y lagares. Una trenza que vale la pena cualquier traslado.

1550. Los Mañios 1621, San Pedro de la Paz (ver mapa). Tel. +56 9 6 170 0800. Abierto de martes a sábado de 13:00 a 16:00, y de 19:00 a 00:00 horas. Domingo, almuerzo desde las 13:00 horas. Precio promedio por persona $20.000.