Una crisis sanitaria es lo que se supone que nunca ningún país desea, ni busca. Jugar con la vida de las personas es algo irracional y perverso. Pero los acontecimientos del país en este último tiempo dejan claro que la ideología es irracional y perversa y que, sin duda, nubla la mente. 

Sabemos perfectamente que muchos en Chile sueñan con eliminar la participación de los privados de la salud,  educación y de muchos aspectos más. Pueden decir lo contrario, pero por sus actos los conocemos y lo dejaron por escrito en el texto constitucional que no fue aprobado. Aunque hoy lo nieguen, es eso lo que piensan y desean.

Sabemos que el Presidente se siente frustrado de no haber podido hacer el “cambio estructural” soñado y haber sido él quien sepultara el origen de “todos los males”, el neoliberalismo. Chile había sido el “piloto” de retomar la libertad económica y debía, para ellos, ser su tumba. Pero no contaron con que la mayoría ciudadana no los respaldaba en su sueño utópico. El rechazo fue un “balde de agua fría”. El no a la reforma tributaria, otro; y la elección de los consejeros constitucionales una “lluvia sobre mojado”. Cuando el sueño se veía nublado y todo parecía perdido, un fallo de la Corte Suprema los hizo literalmente “salivar”.  No eran ellos, era un poder independiente el que los obligaba a cumplir su gran sueño, matar las Isapres.  Ahora eran legalistas, después de haber puesto en duda públicamente fallos de la Suprema que condenaban a Jorge Mateluna, bajo el lema “a los amigos, se les indulta”. Ahora el fallo es incuestionable… sospechoso al menos.

El fallo es curioso, ya que generaliza “urbi et orbi” lo que debía ser para quienes habían judicializado los casos y aplica una tabla de 2022 retroactiva desde 2010, generando una deuda no existente de un monto irracional e imposible. Esto amplificado desde la prensa y otras voces con el coro “ las Isapres les han robado a las personas” y deben pagar. Pero ¿ha habido robo real? ¿Acaso la ley y el regulador no tenían otras reglas? Pero más allá de lo ideologizada de la tercera sala de la corte y de la falta de responsabilidad de la misma en no medir las consecuencias del fallo. Esto les vino como anillo al dedo a muchos irresponsables, que bajo la “cantinga, a usted de devolverán” convencieron a muchos ciudadanos de la justicia del fallo y abrieron falsas expectativas monetarias en muchos. 

El cambio de reglas y la sentencia aseguran un quiebre de las Isapres, lo que evidentemente a los que menos perjudica es a las Isapres mismas. Ellas se reinventarán como compañías de seguros y dejarán de tener que pagar las licencias médicas, que sin duda, era uno de los factores que ya habían matado todo negocio. Las víctimas de este “gustito” ideológico serán las personas. Tanto los usuarios de Isapre, como los de Fonasa, todos los chilenos. Las Isapres quebrarán y nadie recibirá ninguna devolución monetaria, pero todos veremos perjudicadas las prestaciones de salud. Los usuarios de Isapres no tendrán más sus seguros y los enfermos crónicos quedarán sin sus prestaciones.

Muchas clínicas privadas con la quiebra de las Isapres también quebrarán, no les darán los flujos. Con esto no sólo los usuarios de Isapres se verán perjudicados, sino también los Fonasa con bono de libre disposición que se atendían en clínicas, consultorios y laboratorios privados, sistema que descomprimía el sistema público. Toda la masa de desatendidos caerá sobre el sistema hiper colapsado estatal que alargará las ya eternas listas de espera “ad aeternita”. Dicen que lo absorberá Fonasa, pero ¿cómo financiarán eso? La izquierda nunca se pregunta de dónde se saca la plata, para ellos cae del cielo. ¿Cuánto le costaría al Estado comprar las clínicas privadas para seguir operándolas? ¿Cuánto hay que pagar en sueldos? ¿Cómo financiarán las prestaciones de las personas para mantener sus planes? Suena bien, pero es imposible. 

La realidad es que si no se salva al sistema de algún modo, los perjudicados serán los chilenos todos y la crisis sanitaria terminará por hacer caer al Gobierno. Si quieren estatizar, esta no es la forma, debe hacerse un tránsito que no se pague con muertes, y en este tema el pago del “gustito” será con muertes. Veremos si el Presidente y el Gobierno están dispuestos una vez más a poner a la ideología por sobre el país.

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Magdalena Merbilháa

Periodista e historiadora

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