El Banco Central ha entregado información detallada sobre la evolución del PIB regional, lo que es de gran utilidad no solo para ver el tamaño relativo de cada región, sino también realizar el análisis sobre la eventual convergencia de ingresos a lo largo del tiempo. Efectivamente, a principios de los años 90’s autores como Sala-i Martin (1990), Barro y Sala-i-Martin (1991, 1992) y Mankiw, Romer y Weil (1992) argumentan que las economías se acercan hacia estados estacionarios distintos cuando los parámetros tecnológicos e institucionales son diferentes, planteando así el concepto de “Convergencia económica condicional”, la cual explicaría que dos regiones productivas similares pertenecientes a un mismo país, no necesario mostraran un cierre de brecha de ingreso per cápita a lo largo del tiempo.

Así, entre 2013 y 2021 el PIB de Chile creció en un total de 18%, destacándose la Región de Los Lagos, que lo hizo en 34,4%, mientras que en el otro extremo se encuentra Atacama y Valparaíso con exiguos aumentos de solo 4,5% y 5,3% respectivamente. Esta alta diferencia de resultados dan cuenta de elementos que van más allá del acceso a financiamiento o la regulación nacional y lleva a analizar el efecto que tiene la regulación regional o comunal sobre el devenir de los proyectos de inversión y para ello basta recordar el enfrentamiento permanente de la Municipalidad de Valparaíso con diversas inversiones, a lo cual se ha agregado actualmente la Municipalidad de Viña del Mar. De igual manera, la violencia ha generado el cierre de más de 700 locales comerciales en el centro de Santiago y cada día que pasa una empresa anuncia la mudanza de la casa matriz hacia zonas más seguras.

Ahora bien, en el periodo considerado, 2013-2021, la cantidad total de ocupados creció en nuestro país en un 6,7%, donde está incluido tanto el shock migratorio de los últimos años, como el efecto de la pandemia, en donde se aprecia una evolución también muy divergente de la ocupación regional. Así es como en las regiones del Libertador Bernardo O’Higgins, Biobío, Araucanía, Los Ríos y Los Lagos en 2021 registraron menor cantidad de ocupados que en 2013. En cambio, las principales regiones que absorbieron mano de obra, en el periodo respectivo, corresponden a la de Arica, Antofagasta y la Metropolitana. De esta manera, la convergencia en los ingresos por trabajador por regiones no parece estar ocurriendo en nuestro país y de hecho, la realidad actual para algunas de ellas es peor a lo observado hace cerca de una década atrás.

Por último, es necesario reflexionar sobre el efecto que ha tenido la creación de nuevas regiones, ya que entre 1974 y 2007 nuestro país estuvo dividido en 13 regiones, las que suben a 16 en el 2018, habiéndose discutido en la Convención Constituyente,  adicionalmente, la eventual creación de dos regiones más, la de Chiloé y de Aconcagua. La subdivisión de una región en dos no implica que los recursos de inversión de decisión regional se multipliquen por dos y de hecho lo que si probablemente ocurre es que se dividen por dos. Lo que si pasa con certeza es la creación de decenas de nuevos cargos públicos, sin que ello necesariamente signifique que la eficiencia de las decisiones públicas será de mejor calidad.

En conclusión, el aporte del Banco Central sobre los datos regionales es un valioso elemento para evaluar si la convergencia de ingresos por trabajador está ocurriendo a lo largo del tiempo, así como también evaluar la eficacia de seguir creando regiones, cada vez más pequeñas, siendo posible que el camino correcto sea justamente el inverso.

*Tomás Flores es economista.

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