En cuatro horas nuestro vecino Perú fue testigo de cómo el ahora expresidente disolvía el Congreso, intentaba escapar y terminaba preso. La crisis política de Lima permite muchos análisis y desde múltiples aristas, sin embargo, vale la pena detenerse en un asunto en particular: Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no respaldaron al exmandatario y dieron su apoyo incondicional a la institucionalidad legalmente establecida, pidiendo a los ciudadanos calma y confianza en las instituciones. 

El comunicado conjunto de militares y policías fue breve pero contundente, dieron al mundo una lección de democracia. Reconociendo las facultades que otorga la Constitución para disolver al Congreso, protegieron el orden constitucional de una decisión que iba en su contra. De esa manera resguardaron a las instituciones que componen al Estado y por consiguiente a su democracia. 

Los militares son quienes nos protegen de amenazas externas, pero también quienes aseguran nuestra soberanía e integridad territorial. Responden al poder político, pero siempre en un orden democrático, pues éste es el que guía sus acciones. Son apolíticos y no deliberantes, pero eso no significa que cuando juran con su vida no pongan a la patria y su democracia primero. 

Sobre las Fuerzas Armadas y de Orden recae el monopolio legítimo de la fuerza, son las instituciones mediante las cuales, esa entelequia que es el Estado genera el entorno de paz necesario para el desarrollo. Son también quienes resguardan el orden institucional aportando con los pesos y contrapesos necesarios para mantener la democracia. Lo que pasó en Perú el miércoles pasado es una prueba de eso ¿qué más contrapeso que ese comunicado conjunto y su llamado a la calma y confianza? Frente al caos que dejaba la disolución del Parlamento, los militares aparecían como una fuente de estabilidad, bajando las tensiones y enviando un mensaje tranquilizador.

En una región donde los hemos visto envueltos en corrupción, interviniendo en política contingente y desplegados en las ciudades para solucionar problemas de seguridad pública, lo de esta semana en Perú fue una muestra de la valoración institucional y de la importancia de esos pesos y contrapesos. Cómo se resuelva la crisis es harina de otro costal, pero la reacción de esos militares debería ser una lección para América Latina. 

En Chile, estamos siendo testigos de cómo poco a poco aumenta la confianza que la ciudadanía tiene en las Fuerzas Armadas y de Orden.

Ese incremento se entiende en un contexto de aumento de la percepción de inseguridad, pero no podemos olvidar que su rol es mucho más profundo que combatir la amenaza, pues a través de ello entregan paz, estabilidad y protegen la institucionalidad.

Gracias a ellos cada uno de nosotros puede tomar las oportunidades, desarrollarse y alcanzar ese progreso que tanto buscamos. Sin la paz, sin los contrapesos y sin la seguridad que nos entregan no avanzamos al desarrollo, por eso no hay que olvidar ese aporte silencioso que nuestros militares y policías hacen cada día.

*Pilar Lizana, Athena Lab. Experta en seguridad, narcotráfico y defensa.

Investigadora Athenalab. Experta en seguridad, narcotráfico y defensa

Deja un comentario

Debes ser miembro Red Líbero para poder comentar. Inicia sesión o hazte miembro aquí.