Complicados han sido para Michelle Bachelet y su gobierno los últimos 70 días.  Sus problemas comenzaron tras el conocimiento público del caso Caval, un meganegocio de $3 mil millones en ganancias, que involucró al hijo y nuera de la mandataria, que hoy está siendo investigado por el Ministerio Público.  A lo que se sumó los cuestionamientos a figuras de la Nueva Mayoría y de su propio gabinete, cuando estalló el caso SQM. Listado encabezado por Jorge Pizarro, Fulvio Rossi, Roberto León, Rodolfo Baier, Michel Jorratt, Rodrigo Peñailillo, entre otros.

Es precisamente el ministro Peñailillo, “hijo político” de Bachelet, quién comenzó a recibir los principales cuestionamiento a comienzos de abril, tras conocerse boletas emitidas a la empresa del recaudador de Bachelet y operador político Giorgio Martelli (PPD), “Asesorías y Negocios SpA”. Esta última boleteó por una serie de informes, que consistieron principalmente en resúmenes noticiosos, por $245.999.332 a SQM Salar, entre 2012 y 2013.

Críticas contra el ministro del Interior que se acentuaron las últimos semanas luego de revelarse los tres supuestos informes (de 82 páginas en total) que éste habría realizado para Martelli, por $16 millones. Cuestionamiento que se acrecentaron tras conocerse parte de estos informes, develándose un supuesto plagio o “copy-paste” en éstos, lo que terminaría por sepultar y sentenciar la permanencia de Peñailillo en Interior.

Algo que prácticamente lo confirmó la propia Bachelet, al revelar en una entrevista dada a “Don Francisco” en el canal de Andrónico Luksic, que le había pedido la renuncia a todo su gabinete, sin confirmar o desmentir la permanencia de Peñailillo en su cargo. Un hecho que sorprendió a todo el mundo, incluido los líderes de su coalición. Pero que también desnudó la improvisación de este anuncio algo que ha caracterizo al segundo mandato de Bachelet, ya que en la solicitud de renuncia estaban todos los ministros, incluido el Canciller Heraldo Muñoz, que se encontraba en La Haya por el litigio con Bolivia.

Por otro lado, el descontento de la ciudadanía con Bachelet y su gobierno, se ha hecho sentir en los últimos estudios de opinión.  Según la última encuesta Adimark de abril publicada antes del anuncio de cambio de gabinete de Bachelet, la aprobación del gobierno de Bachelet apenas alcanza el 26%, mientras que el rechazo llega al 70%.  Desaprobación que ha crecido en 17% desde agosto del año pasado a la fecha. Mientras la corrupción se ubica como el segundo tema peor manejado por La Moneda con apenas un 14% de aprobación, sólo superado por la delincuencia (13%).  Mientras Peñailillo, se ubica entre los cuatro miembros de gabinete peor evaluados (junto a José Antonio Gómez, Andrés Goméz-Lobos y Nicolás Eyzaguirre), con una significativa merma en sus aprobación de siete puntos porcentuales (de 49 bajó a 42%) en comparación al estudio de marzo.

Mientras que la encuesta CEP de abril -con una metodología distinta a la Adimark-, publicada después del anuncio de cambio de gabinete de la mandataria, confirma el mal momento de ésta y su gobierno.  Donde por primera vez, en la evaluación de los personajes políticos, Bachelet obtuvo mayor menciones negativas (40%), que positivas (35%).  Siendo mal evaluada también en los denominados atributos “blandos” que eran su fuerte, donde el 62% de los chilenos manifiesta que la mandataria Bachelet no le da confianza, mientras un 66% manifestó que le resulta lejana.

El estudio además señala, que sólo el 15% de los chilenos califica de “bien” la reacción del gobierno frente a los acontecimientos relacionados con casos de corrupción. Algo que se correlaciona con la débil actitud de la mandataria ante casos como Caval, Penta y SQM, donde en vez de mostrar ante la ciudadanía señales de transparencia y probidad, ésta optó por blindar a todos los ministros y funcionarios de su gobierno involucrados en estos casos. Como ocurrió con Peñailillo, Alberto Undurraga, Rodolfo Baier o Michel Jorratt.

Por último, el sorpresivo anuncio de la solicitud de la renuncia de todo su gabinete por parte de Bachelet, muestra una vez más la falta de liderazgo e improvisación que han caracterizado su segundo mandato. Es un cambio de gabinete tardío, lo debió haber realizado hace 4 meses atrás, donde hubiese necesitado ajustar sólo algunas carteras. Ahora frente a la “tormenta perfecta” que afecta a su gobierno, Bachelet se ve obligada a hacer un cambio mucho mayor, el que posiblemente incluirá la salida de Peñailillo al menos de Interior. Donde posiblemente deberá recurrir a algo que no quería, “las sandías caladas”, para incluirlas en su gabinete, ya que no tiene margen para experimentos ante la crisis política.  Pronto sabremos quién o quiénes asumirán ese desafío cuando se cumplan las 72 horas autoimpuesto por la mandataria, mientras tanto Bachelet y los suyos deberán masticar y digerir este fracaso.

 

Pablo Lira, cientista político.

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