El miércoles 11 de abril, a un mes desde que asumió el nuevo gobierno, se realizó el segundo consejo de gabinete en La Moneda. Tras la reunión liderada por el Presidente Sebastián Piñera, se anunció que en las próximas semanas se presentarán cuatro nuevos proyectos de ley: una reforma a la Ley de Pesca, una nueva Ley de Isapres y de fármacos, y un proyecto de gratuidad en los Centros de Formación Técnica y en los Institutos Profesionales, es decir, en la educación técnico profesional.

En conversación con «El Líbero«, Ricardo Paredes, rector del Duoc UC, se refiere a la ampliación de la gratuidad y a los posibles riesgos de esta iniciativa. Advierte que se debe avanzar «con mucho cuidado», y da cuenta del escenario actual y los desafíos a futuro.

El economista y académico explica que la gran mayoría de sus alumnos es beneficiario de alguna ayuda estatal. «El 50% es beneficiario de gratuidad, y casi un 30% adicional, de becas y crédito, que por la modificación pos 2011, tiene un pago dependiente del ingreso.

-¿Cuál es su opinión sobre un nuevo proyecto de ley que amplíe la gratuidad en la educación técnica superior?

-En general, me parece que la gratuidad a los sectores de mayores ingresos es injusta, porque la financian todos los chilenos, incluyendo los más pobres. Sin embargo, hay una ley que ya establece un itinerario hacia mayor gratuidad que depende del crecimiento del país. Mi aprensión ahí tiene que ver con que la gratuidad, en la práctica, como fue diseñada, será progresivamente más y más financiada no por impuestos generales, sino por las propias instituciones.

Una cosa diferente es el anuncio del Gobierno respecto de aumentar la gratuidad a instituciones técnico profesionales. No conozco el proyecto, pero debe avanzar con mucho cuidado. En particular, la varianza en calidad de las instituciones es tan alta, que un financiamiento a destajo podría repercutir en la calidad global y en un desprestigio del sector. En la misma línea, la idea que “faltan técnicos” debe matizarse. Efectivamente hay una falta, pero no en todas las especialidades y un financiamiento indiscriminado podría repercutir en un desempleo como el que vemos en egresados de carreras universitarias saturadas.

-¿De qué manera el gobierno debiera fortalecer la educación técnico profesional?

-Hay varios caminos, pero sin duda con una fiscalización muy severa en la calidad. En segundo lugar, flexibilizando los requerimientos de presencialidad de los alumnos para ser beneficiarios de financiamiento estatal. En tercer lugar, permitiendo que instituciones de calidad puedan otorgar licenciaturas o equivalentes, de modo que sus titulados puedan acceder a empleos y a financiamiento de posgrados que hoy la requieren.

-¿Cómo se puede asegurar que no se perjudique el proyecto educativo con la gratuidad?

-En la medida que aumenta la gratuidad, el paso real a una verdadera fijación de aranceles es más evidente y aquí hay que saber que la educación técnico profesional de calidad no es más barata que la universitaria docente. Los aranceles, sin embargo, reconocidos en gratuidad, son sustancialmente inferiores para este tipo de instituciones lo que genera un enorme riesgo de desfinanciamiento.

-¿Cree que el proyecto podría limitar futuras iniciativas que tienen contempladas implementar en el Duoc?

-Espero que el proyecto tenga flexibilidad respecto de los aportes fijados, ya que de otra manera, con un aporte bajo, definitivamente se sacrificarán proyectos de desarrollo que consideramos imprescindibles para el desarrollo integral, en un ambiente educativo.

«Cuidar la calidad exige medidas impopulares»

-¿Qué consideraciones hace con respecto a un futuro proyecto de ley?

-Entendiendo la señal que se quiere dar, en el sentido de llenar un vacío, de cambiar el curso de la historia que siempre ha privilegiado lo universitario, el diseño debe ser cuidadoso y reconocer que cuidar la calidad exige medidas impopulares, pero que evitarán un caos en el futuro.

-¿Cómo ve el escenario de disposición de los centros de educación técnica superior para adscribirse a la gratuidad?

-Entiendo que hay diferencias, y que adscribirse significa terminar con el lucro, lo que se hace muy difícil para algunos. En general, para las instituciones que no tienen fines de lucro es atractivo, porque hoy las diferencias entre aranceles de referencia y efectivos no son demasiado grandes. Sin perjuicio de lo anterior, veo que un proyecto de gratuidad más universal requiere de un sistema de admisión integrado, inclusivo. Este es un punto en el que a mi juicio no hay alternativa y ese salto es fuertemente resistido por muchas instituciones técnico profesionales.

-En una ocasión usted cuestionó la propuesta del Presidente de privilegiar gratuidad en educación técnico profesional, ¿sostiene esa postura?

-Mi postura se focalizó en un anuncio de campaña, seguramente impactante, y quiso poner el énfasis en dos cosas. Una, la que he mencionado y que se refiere al peligro de financiar alumnos que asistan a instituciones de baja calidad, y que eso frustre sueños y deteriore finalmente la reputación del sector. Segundo, que se estigmatice al sector como el receptor de los “pobres”. Hecha esas dos advertencias, creo que podré dejar de ser escéptico o crítico si es que el diseño aborda aquellos puntos.

-¿Cuáles son sus expectativas con respecto a este proyecto?

-Mis expectativas son moderadas. Mantengo aprensiones, pero algo de optimismo si abordamos bien los problemas señalados. Los desafíos a futuro no vienen, creo yo, por el acceso ni el financiamiento, sino por la concepción de la educación técnico profesional, por impulsar un desarrollo de competencias generales muy complejas, pero posibles de desarrollar con un apoyo a los docentes, por servir a la tercera edad, a los migrantes, y por articularse más con la educación media técnica profesional.

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