El Papa Francisco terminó su visita de tres días a Chile tras realizar diversas actividades públicas y privadas, en que pronunció nueve discursos y abordó complejos temas como los abusos de clérigos a menores de edad -por los que dijo sentir “dolor y vergüenza”-, la violencia en la Araucanía, la inmigración y los pueblos originarios.
Algunos de los aspectos polémicos de la visita fueron el rechazo del Pontífice a reunirse en privado con el Presidente electo Sebastián Piñera; y el respaldo que le entregó al obispo de Osorno, Juan Barros, quien ha sido sindicado por las víctimas de Karadima como encubridor.
La histórica visita -la segunda de un Papa a nuestro país- es analizada para “El Líbero” con miradas antagónicas por los rectores de las universidades Diego Portales, Carlos Peña, y Los Andes, José Antonio Guzmán.
Rector Peña: “Como era previsible, la visita del Papa fue más bien deslucida”
El rector asegura que “como era previsible, la visita del Papa fue más bien deslucida: un discurso inundado de generalidades a las que nadie podría oponerse; una audiencia muy por debajo de las expectativas; y medios de comunicación anestesiados por la emoción, más preocupados de animar a las audiencias que de examinar críticamente el papel del Papa y su influencia en la cultura”.
En su opinión, dichos resultados “eran obviamente predecibles y no tienen nada de raro -es malo citarse pero lo dije el martes en La Tercera: los chilenos y chilenas no se ven a sí mismos como un rebaño necesitado de pastor o seres abusados necesitados de redención; son hoy más individuos y más autónomos y con una religiosidad protestantizada, más personal, sin mediaciones; por eso prefieren el mall a la misa y la mayoría no ve aura alguna en el Papa. Si a ello se suma un Papa como Bergoglio, carente de brillo intelectual, experto en vagas generalidades, y una iglesia infestada de escándalos, el resultado no ha de extrañar”.
Rector Guzmán: «Francisco nos ha dado una clave de acercamiento, de conexión con los problemas reales de las personas de carne y hueso»
El rector de la U. de Los Andes tiene otra mirada. «Si tuviera que escoger una frase que resuma lo que el Papa Francisco nos quiso decir a los chilenos, me quedaría con la invitación a “sembrar la paz a golpe de proximidad, ¡de vecindad!” que hizo en el Parque O’Higgins. El Papa ve en cada persona un hijo de Dios, alguien digno de toda su atención, alguien que merece su proximidad y vecindad: nadie puede ser descartado de la sociedad. Francisco no cree en las abstracciones cuando hay personas de por medio. El mejor ejemplo de esta actitud se vio en su visita a la cárcel de mujeres, donde su empatía con esos niños y esas mujeres fue más elocuente que mil palabras. No había nada fingido o calculado en ese cariño. Era verdadera misericordia con el dolor del otro», plantea.
José Antonio Guzmán agrega que «estamos demasiado acostumbrados a las abstracciones en nuestra discusión pública. El Papa nos invita, en cambio, a salir a la calle, a conversar, a empatizar, a entender qué aflige de verdad al otro. Si le hacemos caso, nuestra política será mucho más humana, menos teórica. Se habla mucho de desconexión de la gente con la política; Francisco nos ha dado una clave de acercamiento, de conexión con los problemas reales de las personas de carne y hueso».