Faltando 11 semanas para las elecciones presidenciales, los últimos días han sido complejos para Alejandro Guillier. Al portazo que le dio BancoEstado al rechazarle un crédito para financiar su campaña, el candidato presidencial de todos los partidos de la Nueva Mayoría -menos de la Democracia Cristiana-, suma otras dificultades, como un derrumbe en las encuestas, la tensa relación que mantiene con las colectividades que lo apoyan y un comando debilitado con escasas figuras de la primera línea del oficialismo.

Su posición actual es completamente opuesta a la que gozaba la actual Presidenta Michelle Bachelet en los primeros días de septiembre de 2013, cuando era la candidata única de la naciente Nueva Mayoría tras someterse a primarias. Esto, principalmente por tres temas: Por esas fechas, la hoy Mandataria recién había recibido un crédito por $2.506 millones de BancoEstado, lideraba las preferencias en la encuesta del CEP y tenía un comando robusto, con todos los partidos de la coalición ordenados detrás de ella.

El crédito de BancoEstado y el financiamiento

El 21 de agosto pasado, el senador por Antofagasta acusó un “bloqueo” hacia su candidatura, pues no sólo BancoEstado se negó a prestarle el dinero por la ley que impide contratos entre parlamentarios en ejercicio e instituciones del Estado. También le habrían cerrado la puerta otros bancos comerciales.

Finalmente, la firma Tanner Servicios Financieros le ofreció un crédito de hasta $500 millones, pero Guillier lo rechazó, advirtiendo que se financiaría con completadas, tallarinatas y donaciones. Recién el lunes pasado, tras mirar la polémica desde afuera, los partidos que apoyan a Guillier -principalmente el PS y el PC, que son los que cuentan con mayores recursos- dijeron que evaluarán formas de poder ayudar a financiar al candidato independiente. Pero con varias condiciones de por medio. Por ejemplo, desde el PS, el senador Rabindranath Quinteros dijo que si el partido ponía recursos, “lo mínimo es que dirija la campaña”. Guillier, en tanto, dijo que «vamos a hacer la campaña sin recursos, sin recurrir a los bancos; vamos a hacerla, si es necesario, voz a voz, mano a mano; vamos a recorrer las calles, como lo estamos haciendo, las juntas de vecinos, los centros de madres, los colegios».

En 2013 Bachelet corrió con otra suerte. Luego de ganar las elecciones primarias de la Nueva Mayoría con abrumadora diferencia a sus contendores, solicitó un crédito por $2.506 millones a Banco Estado para financiar su campaña. El préstamo se le aprobó en agosto y generó una gran polémica, pues sus contrincantes en el camino a La Moneda acusaron irregularidades y conflicto de interés. Pero el vicepresidente de la institución en ese entonces, Roberto Palumbo, salió a desmentir que el crédito representara una suerte de “privilegio” hacia Bachelet.

“La cantidad de dinero que pedí es prácticamente la misma que pedí la vez anterior, y lo hice con transparencia. Lo hice siguiendo todos los procedimientos y requisitos de BancoEstado. Lo hice en el BancoEstado porque me parece que es el mecanismo más transparente», dijo Bachelet para cerrar la polémica. Su vocera de campaña en ese entonces, Javiera Blanco, agregó que la cantidad de dinero que le otorgó el banco fue «en base a la estimación que la misma institución bancaria realiza en torno a un posible porcentaje de votación».

Otra vía de financiamiento de esa campaña fue la organización de cenas y el remate de obras donadas por distintos artistas, como José Balmes y Mario Toral. También se realizaron actividades de recaudación de fondos en el extranjero, como el cuestionado evento a bordo de un yate, en septiembre de 2013, en Nueva York (ver nota).

Las encuestas

Desde mucho antes que llegara a Chile en marzo de 2013, tras su paso por ONU Mujeres, Michelle Bachelet lideraba todas las encuestas políticas como la preferida para ocupar el sillón presidencial. Y nunca salió de ese primer lugar hasta ganar la elección en segunda vuelta a la entonces candidata de la Coalición por el Cambio, Evelyn Matthei.

De hecho, a 11 semanas de enfrentar la primera vuelta del 17 de noviembre de 2013, el CEP entregó los resultados de su tradicional encuesta. En ella, Bachelet encabezó las preferencias con un 44%, seguida por un 12% de Matthei (que recién iniciaba su campaña tras la bajada de Pablo Longueira), Marco Enríquez-Ominami (4%), Franco Parisi (4%) y Marcel Claude (2%).

Hoy Guillier se encuentra en ese mismo momento de la campaña y en las encuestas figura en un segundo o tercer lugar, tras Sebastián Piñera -que encabeza todos los sondeos- y Beatriz Sánchez.

En la CEP, dada a conocer el viernes pasado, el parlamentario por Antofagasta obtuvo un 18,1% de apoyo, apenas superando a Beatriz Sánchez (17,9%) y muy lejos de Sebastián Piñera, que lidera con 39,8%, en la modalidad “voto urna” que muestra sólo el universo de los encuestados que aseguran que votarán en las elecciones de noviembre.

En la última encuesta Adimark, correspondiente al mes de julio, el senador obtiene en menciones espontáneas un 16% de las preferencias, quedando atrás de Sánchez (17%) y Piñera (32%). Un derrumbe importante, considerando que en este mismo sondeo en el mes de enero obtenía un 28%, superando incluso al ex Presidente, que alcanzaba en ese entonces un 27%.

En la encuesta semanal de Cadem, Guillier también ocupa el tercer lugar considerando el total de la muestra. Figura con una adhesión de 13%, detrás de Sánchez (15%) y Piñera (33%).

El comando y la Nueva Mayoría

El 20 de marzo de 2013, cuando Bachelet aún estaba en Nueva York, el recaudador de la precampaña y la campaña de la abanderada de la Nueva Mayoría, Giorgio Martelli -condenado hace unos meses por el caso SQM-, arrendó una casona en calle Tegualda, en el Barrio Italia, para transformarla en el comando de la hoy Presidenta.

Apenas una semana después de su mediático arribo al país, Bachelet presentó a las personas que ejercerían roles estelares en su comando, como Rodrigo Peñailillo, Alberto Arenas y Álvaro Elizalde, quienes la acompañaron hasta el final de su campaña y luego como ministros en La Moneda. En Tegualda todo funcionaba como un reloj suizo. Había comisiones programáticas para cada área, se cuidaba cada detalle en las apariciones públicas de Bachelet y los partidos estaban alineados. Después de las primarias, la DC y el PR -que llevaron a Claudio Orrego y José Antonio Gómez como candidatos- se plegaron a la campaña sin muchos problemas. De hecho, a 11 semanas de la elección, las crónicas de los diarios señalaban que los partidos tomaban un rol protagónico en la recta final de la campaña.

La situación actual de Guillier es diametralmente distinta. Desde hace semanas tiene arrendada una casa en el Barrio Brasil, donde aún el comando no se ha podido instalar, por falta de recursos.

Adicionalmente, en los meses que lleva de campaña, ha tenido que lidiar constantemente con el “fuego amigo” de los partidos que lo apoyan, a los que Guillier ha confrontado fuertemente. En las últimas semanas ha recibido críticas por la poca experiencia y profesionalismo que tiene su equipo, liderado principalmente por caras “B” de la Nueva Mayoría. “Yo soy un independiente, y eso también lo tienen que asumir. Si no, busquen un militante”, respondió el candidato.

En otro episodio, a raíz de una crítica del diputado Fidel Espinoza (PS) – “Qué bien candidato Guillier. Siga sumando a su campaña a quienes no han ganado una sola elección. Esto ya es patético”-, el senador por Antofagasta lanzó un misil: “Apostaré por personas sin experiencia, pero con manos limpias”.

Y hace pocos días, en una entrevista radial, Guillier sinceró las complicaciones que ha tenido. “Uno piensa en equipo y armar equipo con gente de todos los partidos de la coalición y las coaliciones no siempre funcionan como equipo, funcionan como partidos (…). He percibido que los partidos hacen campaña más como partidos que como coaliciones, eso también pasa en la Alianza, los UDI trabajan por los UDI, los RN por los RN y los socialistas por los socialistas… no hay tanto trabajo de bloque como yo suponía”, dijo.

 

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