De lunes a viernes, a las 7:30 de la mañana, al menos 10 madres del Internado Nacional Barros Arana llegan al frontis del colegio y despliegan un lienzo que dice «No más destrozos en el INBA. No más violencia» sobre la imagen de unos estudiantes encapuchados que prenden una barricada al frente del establecimiento. El grupo tiene un objetivo claro: evitar los cortacalles que desde temprano se producen antes del inicio de las clases y lograr que los alumnos que sí quieren estudiar puedan ingresar con normalidad el emblemático liceo de Quinta Normal. Rutina que se repite día a día, desde principios de año.

«Comenzamos a ir en las mañanas porque hacían un cortacalle entre las 7:30 y las 7:45 de la mañana. Mandamos a elaborar un lienzo y nos poníamos al frente de los encapuchados», explica Raquel Guerra, impulsora de la iniciativa, quien agrega que ese primer cartel, que simplemente decía «No + tomas» fue arrebatado por los estudiantes durante uno de estos cortacalles para posteriormente quemarlo.

La apoderada de primero medio cuenta que el movimiento se comenzó a gestar hace dos años, en 2016, cuando ella matriculó a su hijo en séptimo básico. En esa oportunidad se produjo una toma en la que quedaron destrozos avaluados en más de $400 millones y que significaron la destrucción o pérdida de piezas históricas, como el sillón utilizado por el primer rector del INBA, Eduardo Lamas García, quien dirigió el recinto entre 1902 y 1925.

Estos hechos motivaron que Guerra junto a otros apoderados de séptimo básico se organizaran para conversar con el rector sobre estos temas, sin tomar otro tipo de medidas ya que intentaban «cuidar el nombre del internado». «Varios decían que le hacíamos un favor a los colegios privados y a la municipalidad, que queríamos matar la educación pública. Al final le bajábamos el perfil a la situación», explica de forma autocrítica Guerra.

Fue al año siguiente cuando los apoderados decidieron tener un rol más activo. Tras la toma del establecimiento por parte de los estudiantes, en mayo, y la aparición de los encapuchados, que las madres de octavo básico se organizaron como nivel para tomar medidas más concretas, y junto a las de séptimo, elaboraron una carta en rechazo a la ocupación del establecimiento, los hechos de violencia y el uso de bombas lacrimógenas por parte de Fuerzas Especiales.

Otra apoderada cuenta que luego de la toma, los alumnos comenzaron a «organizar marchas internas, lo hacían encapuchados y golpeando las paredes, los hacía para que los niños más pequeños se asustaran». Esto motivó que los apoderados comenzaran a reunirse en lugares cercanos al INBA y crearan un grupo de Whastapp. Eran cerca de 70 mamás, pero alrededor de 10 participaban activamente. En la oportunidad, en conjunto al Centro de Padres y Apoderados (CEPA) del colegio intentaron organizarse para dirigirse al liceo emblemático y calmar los ánimos en caso de que las asambleas de los estudiantes subieran de tono.

La coordinación que realizó Guerra generó que distintos apoderados le pidieran a final de año que se postulara al CEPA, luego de dudarlo aceptó, compitiendo de forma independiente y logrando acceder a la secretaría del organismo. No obstante, tuvo diferencias de opinión con el resto de la directiva sobre la forma de abordar el problema de la violencia.

«Decidimos organizarnos para hacerle frente a estas cosas»

El 3 de mayo de este año, Carabineros ingresó al colegio en medio de incidentes con estudiantes encapuchados, quienes instalaron barricadas en Santo Domingo con Matucana y lanzaron bombas molotov y de pintura contra los uniformados. El enfrentamiento dejó 15 alumnos del INBA detenidos y, varios overoles y pasamontañas incautados.

La reacción del CEPA fue defender a los estudiantes, lo que produjo que Guerra finalizara su participación en la directiva, pero no significó que dejara de buscar formas de frenar la violencia al interior del colegio. Junto con otros apoderados fue contactada por Ingrid Bohn quien se encontraba organizando los padres de los colegios emblemáticos que estaban en contra de la ocupación de los recintos para crear el movimiento «No más tomas», iniciativa de la que Raquel Guerra fue elegida vocera nacional.

A la primera reunión, que se realizó en el Instituto Nacional, asistieron cerca de 30 padres del INBA. Con el pasar del tiempo serían más de 200 los que se sumarían en la coordinación para proteger al establecimiento de los encapuchados.

«A raíz de que el actual CEPA es pro toma y pro de estos niños que han estado involucrados en estos sucesos, los apoderados decidimos organizarnos para hacerle frente a estas cosas», señala una apoderada de cuarto medio que participa activamente en las guardias que realizan los padres en el frontis del colegio todas las mañanas.

Ella cuenta que además de prevenir los cortacalles se han organizado para hablar con los vecinos del sector, los comerciantes y otros recintos educativos para explicar que «no es todo el INBA el que está en esa línea de violencia y la mayoría de los papás quieren clases normales».

En un comienzo, relatan, se reunían en la salida del colegio que da a calle Santo Domingo, fue en ese sector que en conversaciones con otros apoderados y por grupos de Whatsapp decidieron organizarse. «Este año perdimos el miedo y tomaos un rol más activo», señala Guerra, sobre el nuevo panorama.

Otra apoderada de cuarto medio, explica: «Nosotros decimos que tenemos dos oficinas, Santo Domingo 3535 y ahora San Pablo 3434, porque nos juntamos en la mañana con el lienzo y ahí empezamos a planear lo que vamos a hacer durante el día».

Aunque esto también ha traído problemas con estudiantes y padres que están a favor de las movilizaciones. El tener un rol más activo y exponerse públicamente les ha significado recibir amenazas, ser golpeados, amenazados con cadenas, martillos y palos, e incluso ser atacados con bombas molotov por resguardar las puertas del internado para que los adolescentes ingresen a clases.

Aunque por otra parte, han encontrado aliados al interior del colegio, lo que les ha permitido crear una red de información -compuesta por integrantes de todos los estamentos- quienes monitorean posibles hechos de violencia, para avisarles.

Otro paso que decidieron dar fue crear un nuevo centro: la Asociación de Padres, Socios y Apoderados del Internado Nacional Barros Arana, la que actualmente se encuentra a la espera de la aprobación por parte del Ministerio de Justicia para constituirse legalmente.

«Para poder tener opinión de peso uno tiene que estar organizado, porque de otra forma no tienes validez, no te puedes presentar frente a la autoridad«, explica una madre de un joven que estudia en el liceo.