A sus 34 años, Ruggero Cozzi se presenta como candidato independiente en el pacto Vamos por Chile, en un cupo de Renovación Nacional. Abogado de profesión y dedicado al Derecho Constitucional,  hoy busca un escaño para ser parte de la Convención.

Uno de los temas que Cozzi quiere tratar en la nueva Carta Magna es el agua. Plantea que le gustaría establecer que el agua es un bien nacional de uso público, asegurar el derecho humano al agua potable y saneamiento y establecer el deber del Estado de desarrollar una política de infraestructura hídrica. «El agua no va a aparecer por arte de magia con la nueva Constitución. Mejorar la infraestructura y gestión de los recursos hídricos es fundamental para que Chile se adapte a la sequía y al cambio climático», concluye.

-¿Por qué alguien debería votar por usted para constituyente?

-Nací y crecí en la Región de Valparaíso. Conozco los problemas y anhelos del distrito. Además, por más de diez años me he dedicado al Derecho Constitucional en lo profesional y académico. Fui ayudante de la ex ministra del Tribunal Constitucional Marisol Peña Torres, y actualmente hago clases de Derecho Internacional. Conozco el tema en lo teórico y en lo práctico. Por último, pertenezco a una nueva generación de la centroderecha, que viene a disputarle la calle e ideas al Frente Amplio. Fui dirigente estudiantil en la Universidad Católica, presidente del Centro de Alumnos de Derecho y luego candidato a la Federación de Estudiantes (FEUC). No tengo complejos a la hora de defender las virtudes de una economía social de mercado, pero tampoco me incomoda hablar de solidaridad, integración social, medioambiente o derechos humanos.

-¿A qué irá usted a la Convención Constitucional si resulta electo?

-Tenemos que superar la crisis de legitimidad y gobernabilidad que vive el país. A mi juicio, una gran causa del malestar ha sido un Estado inoperante, incapaz de responder oportunamente a las necesidades de la ciudadanía, como la delincuencia, la seguridad social, la salud y la escasez hídrica, entre otras. Por un lado tenemos un mercado y sociedad civil que se adaptan rápido a los cambios y demandas de la ciudadanía, mientras que por otro lado existe un Estado lento, burocrático, ineficiente y con mal desempeño, que no cumple bien su rol regulador y fiscalizador. La subsidiariedad debe ser complementada con solidaridad, pero para que eso funcione es clave establecer las bases de un Estado moderno.

-Si tuviera usted la oportunidad de redactar un solo párrafo en la nueva Constitución, ¿cuál sería?

-Por las comunas que represento me haría cargo del tema del agua. Este recurso es esencial para la vida y salud de la población, para nuestro ecosistema y también para el desarrollo económico del país en sectores como agricultura, minería, industria y turismo. Primero, establecería que el agua es un bien nacional de uso público -de todos los chilenos- y que, por lo mismo, puede ser aprovechada libremente mediante derechos constituidos o reconocidos por el Estado. No soy partidario de estatizar o nacionalizar el agua. Segundo, asegurar el derecho humano al agua potable y saneamiento, según estándares de suficiencia, salubridad, aceptabilidad y accesibilidad definidos en la ley. Este es un gran anhelo en provincias como Petorca. Tercero, establecer el deber del Estado de desarrollar una política de infraestructura hídrica, que impulse la construcción de pozos profundos, tranques y plantas desaladoras, entre otras obras, respetando siempre la sustentabilidad ambiental. Porque digamos una gran verdad: el agua no va a aparecer por arte de magia con la nueva Constitución. Mejorar la infraestructura y gestión de los recursos hídricos es fundamental para que Chile se adapte a la sequía y al cambio climático.

-Si tuviera usted la oportunidad de mantener en la nueva Constitución un solo párrafo de la Constitución actual, ¿cuál sería?

-Mantendría que el Presidente de la República sea el jefe de gobierno y jefe de Estado, la esencia de un sistema presidencial. No veo políticamente viable transitar a un régimen semipresidencial o parlamentario, porque ello significa darle el control del gobierno y concentrar el poder en el Congreso Nacional, a través del líder del partido político más votado. Imagínenselo. Con el nivel de fraccionamiento del Congreso, la imposibilidad de la izquierda de formar coaliciones, el constante bloqueo, y con la baja credibilidad de los partidos políticos, sería un desastre. No quiero que Chile se hunda en un parlamentarismo de asamblea. Dicho lo anterior, hay que moderar y corregir nuestro actual régimen presidencial. Pero no le quitaría a la gente su derecho de elegir directamente a la persona que gobierna Chile.

 

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