El movimiento ciudadano “reforma a la reforma”, que nació el año pasado para cambiar la reforma tributaria del Gobierno y que es liderado por el economista Bernardo Fontaine, está abocado a una nueva y difícil misión: mejorar la reforma laboral –o sindical, según los críticos- que impulsa la ministra del Trabajo, Javiera Blanco.
El proyecto de ley ingresó a la Cámara de Diputados el 29 de diciembre, está en el primer trámite constitucional y propone el fin de reemplazo en las huelgas, pisos mínimos de negociación, titularidad sindical, deber de información, extensión de beneficios y ampliación de cobertura de la negociación colectiva.
La agrupación se define como independiente, transversal y no política, busca “alertar a la opinión pública sobre las graves consecuencias que podría traer la reforma laboral”, y está integrada por más de una decena de especialistas, como el ex ministro del Trabajo Juan Carlos Jobet, el economista Rafael Garay, el profesor de derecho de la Universidad de Chile, Carlos Boada, la abogada y columnista Paola Cabezas, el empresario pesquero de Coquimbo, Osciel Velásquez, y el agricultor de Paine Cristián Allende, entre otros.
Bernardo Fontaine explica a “El Líbero” sus propuestas de cambio, las actividades que están desarrollando en las regiones, los videos que difunden, y detalla las críticas a la reforma que suma el rechazo de 20 organizaciones gremiales, incluyendo a la Asociación de Bancos.
-¿Qué es lo bueno de la reforma?
-Que contempla más temas de negociación entre el empleador y el sindicato, castiga la violencia en las huelgas y posibles abusos de los sindicatos, y refuerza el combate contra las prácticas anti sindicales.
-¿Lo malo?
-Que no es inclusiva porque discrimina a los desempleados, los jóvenes, adultos mayores, los sectores de bajos ingresos y mejores que no trabajan; no incorpora el trabajo por hora; prohíbe el reemplazo de los trabajadores en huelga y el descuelgue en la huelga; elimina el derecho del empleado de retirarse del proceso de negociación; daña a las Pymes; fuerza a los trabajadores a pertenecer a un sindicato, atentando contra la libertad; y no afronta las huelgas ilegales.
-El gobierno sostiene que la reforma laboral es necesaria para mejorar la desigualdad.
-Sostiene eso pero no ha mostrado ningún estudio técnico que lo avale, y no alerta a las personas sobre las consecuencias que tendrá. Por ejemplo, si se aprueba la reforma, Metro podrá paralizar su servicio durante una huelga, afectando a 2 millones de pasajeros al día porque prohíbe el reemplazo de trabajadores. Lo mismo aplica para otros servicios como salud, educación, etc.
-¿Por qué sostiene que la reforma no es inclusiva?
– Porque no ofrece nada para los que están fuera del mercado laboral y los que trabajan por cuenta propia. Solo ofrece mejores ventajas a los trabajadores sindicalizados, que son menos del 15% en el país, de una fuerza de trabajo de 8,5 millones de personas. También es anti-Pyme porque éstas tienen menos posibilidad de resistir una paralización sin reemplazo.
-¿Fomentará la creación de empleos?
-No y eso es grave, porque no tiene entre sus objetivos generar empleo. El diputado Andrade, que es el “padre intelectual”, dijo que no era para generar empleo. Pensamos que para luchar contra la desigualdad lo más importante es generar empleo. Si se miran los números, cada 14 chilenos que puede trabajar, sólo uno está sindicalizado. Podría ser beneficiado por la reforma, podría subir a dos, pero del resto hay seis que no buscan ni tienen trabajo, y que la reforma no les ofrece nada, como jóvenes, mujeres y adultos; y hay otros seis que trabajan por cuenta propia o en empresas pequeñas que no tienen sindicato. Esta reforma puede llegar a beneficiar a 2 de cada 14 personas capaces de trabajar.
-¿Se han reunido con las autoridades de Gobierno para hacerles ver sus observaciones?
– No hemos hablado con ellos. Nuestro interlocutor son los ciudadanos y tenemos que exigir una buena reforma. Hice una presentación a la comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados pero falta que se abran a la discusión y salgamos del formato ideológico de una reforma acordada con el Partido Comunista y la CUT, que tiene el 3% de afiliados del sector privado. Lo que significa que el grueso de trabajadores no será afectado por la ley. Creo que hay que hacer una reforma no para la CUT sino para los trabajadores.
-¿Qué le pide al Gobierno?
-Que se abra de mente y lleguemos a una buena reforma laboral, con argumentos técnicos y no ideológicos. Estamos perdiendo la oportunidad de modernizar una añeja ley laboral que resuelva los problemas en las empresas y el empleo.
