El objetivo de esta columna es llamar la atención a todos los poderes del Estado de Chile por la situación de los presos militares en las cárceles de Punta Peuco, Colina y otros lugares de reclusión. Son más de 340 personas de avanzada edad, muchos de los cuales sólo cumplieron órdenes, y así como van, de no mediar acciones o un cambio de criterio en el cómo se ha manejado este tema, buena parte de ellos va a terminar muriendo en recintos carcelarios.

Queda la duda que estemos siendo justos con todos ellos. Quizá algunos recibieron la justicia que merecen, pero en el caso de la mayor parte, esto más bien parece venganza, lo que se confirma con las exigencias que se les ha puesto para sentarse a conversar, la exigencia del paradero de los que aún están desaparecidos. Está claro que si ellos tuvieran la información ya la habrían entregado hace mucho tiempo, y quienes dicen que son los pactos de silencio los que evitan que llegue la información a manos de la justicia, están asumiendo cosas que no son tales.

Este gobierno y los anteriores se dicen respetuosos de los derechos humanos, derechos que al parecer carecen los presos militares. Los derechos son derechos de todos menos algunos, es decir, no son universales en su aplicación, algo que me cuesta entender cómo explicar a un tercero.

Son los chivos expiatorios, una expresión que acuñó el comandante Fernando Thauby, de la sociedad chilena toda. Excepto los mismos que están presos, sus familiares y algunos camaradas de armas, no veo a la derecha, o a las organizaciones que luchan por los derechos humanos, o a los que se dicen cristianos, pidiendo un trato más humano para este grupo de personas.

El Presidente Piñera hablaba de los cómplices pasivos, yo hablo de los cómplices deshumanizados, de los que les da lo mismo que todos ellos terminen sus días en la cárcel, de los que les da lo mismo qué pase con ellos, chilenos al igual que uno, que mayormente sólo cumplieron órdenes, y que hoy en día piden una explicación.

Esta columna no niega la existencia de violaciones de derechos humanos durante el gobierno militar, sólo pretende dejar claro que el gobierno actual y los que le precedieron, el Congreso y los tribunales de justicia están actuando en forma injusta, casi vengativa sobre quienes, principalmente siguieron ordenes, y que además existe un grupo aun mayor de chilenos, los cómplices deshumanizados, a los que les da lo mismo lo que pase con buena parte de los más de 340 que están presos, en una clara demostración de lo que somos como sociedad.

¿Qué más quieren? Las instituciones armadas han sido muy claras que nunca más se pueden dar violaciones a los derechos humanos, han abierto todos sus archivos, han cooperado con todas las iniciativas del Estado en esta materia y lo seguirán haciendo. Quienes están presos mayormente han cooperado con la justicia a pesar de estar siendo procesados por el sistema antiguo de justicia penal, el que se cambió para todos excepto ellos. Cooperan a pesar de que se les juzgó bajo figuras legales novedosas que buscan evitar la aplicación de la amnistía de 1978, y cooperan a pesar de que ellos saben que son los chivos expiatorios que llevan sobre sus hombros los pecados del gobierno militar, y que, así como van las cosas, terminaran llevando a la tumba tras las rejas.

Al contrario, quienes descollaron en los desórdenes de fines del 2019, reciben condenas mínimas, las que el mismo Presidente de la Republica después se encarga de indultar. A 50 años, no es la hora de la venganza, es la hora de ser justos, de ser magnánimos con esa gran mayoría que sólo cumplió órdenes, y de seguir el ejemplo, con la vista en el futuro, de la forma en que el almirante Jorge Montt arregló Chile después de la guerra civil de 1891, una guerra en extremo sangrienta, pero que, a pesar de todo, con la voluntad de las partes y la conducción del Presidente de la República, se llegó a un arreglo que permitió a Chile no quedarse pegado en el pasado.

Experto en Defensa y Seguridad Nacional

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1 comentario

  1. Lo que aquí se expone es muy cierto. Y finalmente es la venganza lo que motiva esa falta de humanidad, venganza no solo de muertes sino de haber ellos impedido la concreción de una revolución comunista en Chile.

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