Estos últimos días me acordé de una ruda discusión que tuve con una de mis mejores amigas de infancia, durante el octubrismo, cuando todo se veía negro. Resulta que ambas, en colegio conservador, éramos las únicas abanderadas del No (qué tiempos aquellos) y ese día del 2019, pre plebiscito de entrada, nos agarramos del moño porque no sólo me reconoció que iba por el Apruebo, sino que además me trató de “extrema”, porque yo iba por la opción contraria. Para defenderme, yo la tildé de “amarilla”. No nos hablamos por una semana. Reconozco que mi insulto envejeció bastante peor que el de ella, dado lo que sucedió con ese movimiento: fue clave para el triunfo del Rechazo el 4 de septiembre.

Por eso, empaticé con Tere Marinovic cuando en Indultados Pepe Auth le dijo “extrema” y ella, indignada, se paró y se fue del programa. Es que a nadie le gusta que la traten con ese mote, aunque algunos -guiados por la polarización política- se comporten como tales.

Pero en el fondo apoyo más a Pepe, porque creo que no tenemos que seguir haciéndole bullying a los que han tratado, desde el triunfo del Rechazo, de sacar adelante un proceso que lo que menos tiene es sexy, pero que hay que reconocer, se comprometieron en esa campaña diciendo “rechacemos por una mejor”. Como decía Javier Macaya, uno de los que más ha recibido críticas desde entonces, hacerse los locos era como hacer “perro muerto”.

Marinovic ha liderado la campaña de la indignación con este proceso desde la derecha. Si bien inicialmente la acompañaron los Republicanos, después tuvieron que hacerse cargo de esta especie de hijo no deseado porque ganaron los cupos. Pero mientras Tere no afloja, los seguidores de Kast se hicieron cargo y ahora hasta lo quieren.

Se nota que lo que están haciendo por la Patria, aunque les podría terminar costando la presidencial. Ahora incluso podrían liderar llamar a votar a favor del proceso. Así son las cosas. Aunque los acusen de pasar la máquina y los comparen con lo peor del proceso anterior. Sólo por defender principios por los que han creído siempre, tan de sentido común como el derecho a la vida, la libertad de enseñanza, el derecho preferente de los padres, la libertad de elección en salud y la defensa de los fondos de pensiones. Aunque los comparen con esa Lista del Pueblo y todos sus seguidores (los 2/3 de ese órgano) que querían convertir el país en plurinacional, con sistemas de justicia diferentes, eliminar el Senado, debilitar la propiedad privada, el derecho a la vida y de los padres.

Igual los Republicanos decidieron llegar hasta el final. Arriesgando ser tratados de extremos, una vez más, pero si hablamos de extremos, no hay por donde perderse.

*Verónica Munita – Periodista, Magister en Estudios Políticos

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