No pasó desapercibido el hecho de que el Presidente de la República no haya asistido a presidir las ceremonias de graduación de los alféreces del Ejército de Chile el martes 12 de diciembre, y de los guardiamarinas de la Armada de Chile el miércoles 13 del mismo mes.

En su ausencia presidio ambas ceremonias la ministra de Defensa Nacional, la Sra. Maya Fernández Allende. Extrañamente, el Presidente sí concurrió a la ceremonia de la FACH, institución que en el 2022 no contó con la presencia del Jefe de Estado, lo que sí ocurrió en ese año con la Marina y el Ejército en lo que algunos llaman una especie de compensación o asistencia selectiva, que, de ser cierto, no se entiende ni tiene lógica.

El Presidente de la República de Chile es tanto Jefe de Estado como Jefe de Gobierno, y es en su condición de Jefe de Estado que concurre al acto republicano en que el subsecretario para las FF.AA. lee y hace públicos los decretos de nombramiento, se jura a la bandera (caso de la Armada de Chile y FACH) y se entrega la condecoración “Presidente de la República” en el grado de caballero a quien egresa con el primer lugar de su promoción.

Cuando un Jefe de Estado no ha podido concurrir, ha sido subrogado por el vicepresidente de la República, pero no había ocurrido nunca, a lo menos en los último 60 o 70 años, a lo menos, que el Jefe de Estado, encontrándose en el país, fuera subrogado por la ministra de Defensa Nacional, la cual por cierto cumple muy bien su rol y se maneja perfectamente bien en este tipo de ceremonias.

El problema radica en el mensaje que este hecho transmite. El mensaje que llega fuerte y claro es que estas ceremonias solemnes no son importantes para el Jefe de Estado. Y ese mensaje llega con fuerza y claridad tanto a quienes se gradúan, como a quienes asisten, y peor aún, a las instituciones que gradúan a sus nuevos oficiales, jóvenes chilenos y chilenas que en el acto de graduación naval o el aéreo, además, se comprometen frente a Dios, su bandera y las más altas autoridades del país, a rendir la vida al servicio de la patria, si fuese necesario.

El mensaje o señal errónea al mundo militar parte con el hecho de que, revisando la historia de la Escuela Naval Arturo Prat, no existen en tiempos modernos registros de la ausencia de un Presidente de la República en la graduación de los guardiamarinas, y sospecho que algo similar se da en la Escuela Militar del General Bernardo O’Higgins.

El mundo militar, en todos los países, es de formas y símbolos. Importa mucho que el Presidente no asista, importa que lo haga sin corbata cuando todo el resto está desplegando sus mejores galas y los uniformados lucen sus impecables tenidas de parada, las que son esmeradamente preparadas, justamente por la investidura del Jefe de Estado que preside la ceremonia.

Puede que nuestro actual Presidente no se sienta cómodo como Jefe de Estado y esté más contento en su rol de jefe de la coalición política que lo llevó al gobierno, pero en Chile la jefatura de Estado viene con el rol de Presidente de la República, y los chilenos esperamos que el rol se cumpla con el mismo decoro que ha sido una tradición de los presidentes de Chile, incluyendo  al Presidente Salvador Allende, Mandatario con el cual se siente muy identificado el actual Presidente, pero que no fallaba en las formas y ni en los aspectos ceremoniales propios de un Jefe de Estado.

Quizás nunca sepamos por qué el Presidente no asistió a las graduaciones de la Armada y el Ejército, pero, ojalá él y su entorno, en los dos años que les quedan, entiendan que sus ausencias en ceremonias de larga tradición republicana no son gratis y que no puede esperar que pasen inadvertidas ni tampoco que se olviden tan fácilmente, menos por parte de los guardiamarinas, alféreces y sus familias, que ahora ostentan el triste récord de ser los únicos de la historia reciente del país, que se han graduado sin la presencia del Jefe de Estado de Chile.

Experto en Defensa y Seguridad Nacional

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1 comentario

  1. Boric es una vergüenza nacional e internacional. Es lo peor que nos ha pasado como país, creo que incluso peor que Allende.

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