Recientemente se dieron a conocer los buenos resultados de la Casen, que evidencia una importante reducción de la pobreza e indicadores de desigualdad, llegando a mínimos históricos a una tasa de pobreza de un 6,5% y un coeficiente de Gini del ingreso monetario de un 0,47, por debajo del nivel de 2017 (0,484).

Sin embargo, al revisar los datos se muestra que estos resultados se dieron a costa de menores ingresos laborales en casi toda la población, mayores transferencias focalizadas y un alza en el alquiler imputado.

Lo que uno da por sentado es que los países presentan crecimiento económico y que las mejoras en los indicadores de desigualdad es que cuando hay progreso y movilidad social vengan de la mano de que toda la población mejore sus ingresos y especialmente quienes cuentan con menos recursos.

La pregunta de fondo que nace a partir de estudiar las variables que habrían explicado la reducción de la pobreza y menor desigualdad quizás es muy profunda y se relaciona con el país qué queremos ser.

Para esto lo explicaremos a través de un ejemplo. Si suponemos que existen dos países con dos individuos, a estos países los llamaremos “A” y “B”. En “A” todos sus ciudadanos tienen $100 pesos, por tanto, hay perfecta igualdad y en “B”, un ciudadano tiene $200 y el otro $800 pesos, es decir, ambos individuos están mejor que en el país “A”, pero existe desigualdad. El ejemplo se puede complicar si asumimos que la línea de la pobreza es de $150 pesos, es decir, en el país “A” ambos individuos estarían en situación de pobreza y en el “B” ninguno. Bueno, independiente de este umbral, es indiscutible que en “B” los individuos tienen un mayor bienestar y existe cierto consenso que siempre es bueno que todos los individuos puedan optar a más y mejores oportunidades de bienestar social.

Lamentablemente, eso no es lo que se observa de la encuesta Casen 2022 cuando se compara con los períodos prepandemia, en el año 2017. Si bien la desigualdad baja respecto a ese año, más que por una mejora en los ingresos de los hogares de menores recursos, se explica por un empeoramiento de los ingresos en general de la población, lo que llama a la cautela antes de considerarla una buena noticia.

De hecho, es posible observar que, entre los años 2017 y 2022, la baja en desigualdad no se debe a mejoras en el bienestar de la población, sino es más bien una reducción de la brecha debido al menor ingreso en gran parte de la población. Sólo como ejemplo, el 10 decil en ese período reduce su ingreso monetario en un 4,4%, un reflejo de una economía menos pujante, incluso para quienes tienen más oportunidades

La encuesta Casen es un instrumento muy relevante que nos permite obtener información clave para el diseño, evaluación de las políticas públicas y también para reflexionar sobre los avances en la calidad de vida de la población. Ello nos lleva inevitablemente a reivindicar la vital importancia del crecimiento económico para mejorar el bienestar de la población.

Paulina Henoch. Economista Libertad y Desarrollo

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