La Fuente Belga se duplica y mejora en Alonso de Córdova. El emprendimiento que nace en Huechuraba (Pedro Fontova) viene a ser el anhelo de los empresarios Francisco Sokorai y su esposa proveniente de Flandes, Sylvie Moerman. Ambos comandan este nuevo espacio con una oferta inédita de cervezas belgas y le sacan lustre al repertorio de recetas y platillos de la cocina de ese país, que tiene tanto de francesa, como alemana y holandesa.

Celebramos que un establecimiento reverencie sin aspavientos ni innecesaria etiqueta a esa cuna de joyas culinarias que es Bélgica. No sólo son cervezas (de abadía y lámbicas) que tienen mucha personalidad. También los belgas tienen una bien ganada fama por la calidad de sus chocolates, su técnica para freír papas, su charcutería, sus quesos y un largo etcétera de productos salados y dulces. Este influjo es el que atraviesa la oferta de este espacio, informal, para toda hora, con un encantador patio interior para tardes más cálidas. Con buenos precios, para ir en familia, con amigos, refugio para el freelancer sibarita, para el geek amante de las cervezas, para ir por un aperitivo después del trabajo. Todos caben.

La cerveza es el principal atractivo a la hora de tomar una copa. Hay casi una cincuentena de etiquetas y más de una docena de variedades belgas en barril. Ales belgas fuertes, como las paradigmáticas cervezas trapenses (trappist) creadas hasta el día de hoy con mano de monje. De las más destacadas están las de la casa Westmalle y la Chimay. Otros ejemplos son la cerveza Kasteel y experiencias más cítricas y frescas como la que propone Petrus, una cerveza envejecida en barricas de sherry y que combina sutilmente acidez y poder. Cervezas que son contrincantes de fuste a la copa de vino para compartir una tabla de embutidos, de quesos o una simple (y deliciosa) terrina de paté casero y, si sólo va de paso, tal vez cobitos de queso con sal de apio ($3.500).

De los platos, destacamos que hay variedad y desde una vocación más carnívora. Hay ensaladas, pero nos guiñaron el ojo preparaciones como la Médula a la sal ($5.800), Espárragos a la flamenca ($7.000) con huevo duro molido y salsa holandesa o los emblemáticos Choritos al vapor con papas fritas, que es más sencillo de ordenar que “Moselen met frieten” ($8.500).

Resulta encomiable la presencia de platillos impronunciables como Gehaktbrood met Kriekensaus ($8.500), un asado de carne al horno con salsa de cerezas acompañado de papas fritas (de doble fritura) que se puede pedir también con ensalada, si quiere. Los que busquen algo más goloso podrán conocer esta indulgencia llamada Pasta trufada, que congrega linguinis con salsa de crema con tocino y aceite de trufa. Además, sólo en invierno disponen de un estofado llamado Waterzooi, con pollo, zanahorias, papas y puerros, huevo, crema y manteca ($7.500), una receta que es como para instalarla en un centro de ski o en un lodge de pesca, por favor.

El lugar es acogedor, sencillo y a la vez con preparaciones irreprochables. No hay pompa, pero sí apego por los sabores de una tradición culinaria que tiene poca prensa, pero mucho que decir y deleitar con preparaciones que se anclan más en la tradición que en la pirotecnia. Bienvenidos.

Fuente Belga Brasserie. Alonso de Córdova 4353, Vitacura. Tel. 9 5789 3605. De lunes a domingo, horario continuado desde 13.00 a 0.00 horas. www.fuentebelga.cl