Cruella por fin se estrenó en salas de cine en países donde la pandemia lo permite y en la plataforma de Disney+, aunque con un pago extra para tener Premium Access. El filme, dirigido por Craig Gillespie, profundiza en los orígenes de una de las villanas más icónicas del cine infantil del siglo pasado, dando una explicación biográfica a la maldad de una mujer obsesionada por las pieles de animales, concretamente de los perros en 101 Dálmatas (1961).
Siguiendo el tono de otras producciones audiovisuales del género, Cruella rescata al personaje maligno y, sin restarle maldad a su comportamiento, procura dar una justificación a él. Y es que en el siglo XXI nos hemos llenado de películas y series cuyos protagonistas son antihéroes que son víctimas de las circunstancias y, más que por una decisión personal, son empujados por la familia, la sociedad y la cultura a transformarse en verdaderos monstruos.
La historia comienza con el nacimiento de Estella Miller (Emma Stone) en la Inglaterra punk-rock de los 70. Educada por una madre soltera angelical aunque rodeada de secretos inconfesos, la niña muestra desde temprana edad, con su característica cabellera blanca y negra, una inteligencia sobresaliente y una incapacidad genética por no dejarse guiar por las normas establecidas, comportándose permanentemente con altas dosis de crueldad (de ahí su sobrenombre Cruella).
Expulsada de varias escuelas y tras la muerte misteriosa pero violenta de su madre, la niña termina formando equipo con dos ladronzuelos –Gaspar y Horacio– que configurarán durante más de una década a una mujer libre, resuelta, profesional del descuido pero con un gran conflicto interno.
Apasionada desde la cuna por la moda, obtiene –con trampa– una oportunidad para trabajar desde abajo en el imperio de la moda dirigido por la Baronesa von Hellman (Emma Thomson), quien inmediatamente pone sus ojos en Stella, su mirada disruptiva y creatividad con los diseños. Pero Stella no está dispuesta a subir uno a uno los escalones que la lleven a la fama y decide saltarse algunos pasos al alero de una misteriosa Cruella que comienza a hacerle sombra a la reconocida empresaria de la moda londinense.
Los 134 minutos pasan rápidos, acompañados de una banda sonora extraordinaria y una trama que va teniendo giros incluso con una escena postcréditos.
El abuso, el atropello, la injusticia y la revelación de turbios secretos de familia, terminan por construir a una villana que si bien los niños que crecieron con la película animada original no rescataban nada bueno en ella, los infantes que crezcan de la mano de Cruella mirarán de ahora en más su crueldad con altas dosis de comprensión e, incluso, justificación.
Y es que vivimos una época en la que ya no hay buenos y malos. El Muro de Berlín fue derrumbado ya hace demasiado tiempo. En este siglo de la postverdad los protagonistas de las historias son muchas veces sujetos inocentes que terminan siendo víctimas de un mundo cruel y abusador que no dan más chance que convertirse en un monstruo para sobrevivir. Desde Walter White hasta el Guasón, pasando por Thanos y ahora Cruella, la maldad no viene de la cuna ni de decisiones libres tomadas en un mundo lleno de oportunidades; hoy, el origen de los malvados está en las circunstancias que los obligan a tomar decisiones que se muestran casi impuestas.
Cruella es una excelente historia, entretenida para niños y adultos, con actuaciones sobresalientes y, repito, una banda sonora que ya está disponible en Spotify para su deleite. Sin embargo, pareciera una de esas películas que obliga a conversar con los hijos en la mesa sobre el origen de la bondad y la maldad y la libertad que tienen hombres y mujeres de ir por un camino u otro.
En Disney+ (Premium Access).
Trailer aquí.