El famoso tenista serbio Novak Djokovic ha mantenido en vilo a la prensa especializada por los líos legales, diplomáticos y sanitarios ocasionados por su ingreso a Australia sin estar vacunado contra el COVID-19. El jugador, que defendía el título en el Abierto de Australia (AA), era uno de los favoritos indiscutidos para alzar nuevamente la copa.

Para entender este problema, es necesario conocer un poco cómo se generó esta situación y bajo qué reglas se permite jugar este torneo. En primer lugar, tal como lo anunció en noviembre el director del AA, todos los jugadores deben contar con esquema de vacunación completo, lo que habría sido informado a Novak y a su equipo; a su vez, el Ministro de Sanidad Federal señaló que una infección previa no contaba como equivalente a la inmunidad conferida por vacunas. La Asociación de Tenis Australiana requiere de un certificado de vacunación o un documento médico que acredite que está impedido de vacunarse.

Al llegar a Australia empezaron los problemas para Djokovic, quien fue retenido en un hotel sanitario hasta que se aclarara su situación. A primera vista, él cumplió con todos los requisitos solicitados por la autoridad australiana, incluyendo un certificado médico que lo eximía del requisito de estar vacunado, por lo que su detención y posterior expulsión es injusta e incluso puede ser vista como una forma poco deportiva de sacarlo de competencia.

Pero si examinamos el tema en mayor profunidad, llegamos a conclusiones opuestas. En primer lugar, el certificado médico no entregaba pruebas suficientes de que existiese un impedimento clínico para no recibir la vacuna. En segundo lugar, al llenar el formulario de ingreso señaló que no había viajado durante los últimos 14 días, en circunstancias que estuvo en España y luego pasó Navidad en Serbia; sobre esto, intentó culpar a su equipo. Adicionalmente, se ha puesto en duda la veracidad del test positivo; de ser cierto que de manera deliberada se contagió o falsificó un examen de salud, merece que sea sancionado de manera ejemplar. Si le agregamos que mientras estaba COVID + tuvo contacto con terceros sin resguardo alguno (y hay fotos que así lo documentan), sus actos sugieren conductas deshonestas y poco solidarias con el resto. Por todos estos motivos la autoridad de migraciones le canceló la visa y lo deportó. En su declaración, el Primer Ministro de Australia señaló que ellos han realizado grandes sacrificios durante la pandemia, por lo que “los australianos esperan que los resultados de dichos sacrificios sean debidamente protegidos”.

La mirada sobre este caso no debiera centrarse en cuáles son o no sus creencias respecto de las vacunas o si fue o no imprudente al haber asistido a eventos públicos estando positivo, sino que más bien en cómo las reglas del juego se aplican igual para todos. El caso Djokovic refuerza la idea que para que las personas acepten hacer caso a las restricciones asociadas a la pandemia, los famosos y poderosos no pueden sustraerse a ellas.

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