Estamos enfrentados a una decisión histórica para Chile y su éxito depende de dos habilidades que debieran ser básicas, la comprensión lectora y el razonamiento lógico. 

Todo ciudadano debe leer el proyecto de Constitución para votar responsablemente. Pero que todos lean podría no ser suficiente. Un estudio de la OCDE del año 2018 indica que “sólo el 1,6% de los adultos alcanza los niveles más elevados de competencia en comprensión lectora”. Más precisamente se destaca que “el 53% de los adultos en Chile no entiende instrucciones escritas simples, como interpretar los signos de un mapa”. Esto es mucho más complejo que un mapa.

La gente recurre, entonces, a líderes de opinión que no siempre demuestran estar mejor capacitados. El nivel de adecuación, falta de comprensión y tergiversación desplegado a favor o en contra del texto es abismante y está polarizando y monopolizando el debate dejando a las voces más centradas y equilibradas acalladas por falacias de libro. 

La gran falacia de autoridad que asigna verdad por la jerarquía de quien lo dice y no por lo que dice y, su versión opuesta, la falacia ad hominem, que ataca denigrando a la persona que la emite. Repentinamente importa más la apariencia y la vida personal y familiar del que emite la opinión, que la validez de lo que dijo. Personas respetadas de diversas ideologías pasan a ser ridiculizadas, tildadas de traidores -incluso de seniles- de un día para otro, ello simplemente por una reflexión y/u opinión. Esto impacta y destruye la vida y reputación de las personas, y aún si es aclarado o refutado después, el daño es irreparable.

Otros argumentos se validan por la supuesta opinión mayoritaria que tiene la gente, la oclocracia resucitada o resaltando un artículo o punto para validar o denostar todo el documento, la famosa falacia de las partes. 

Representantes de ambas opciones solo se ponen de acuerdo en una sola cosa, que el resultado contrario a su creencia sumirá a nuestro país en un apocalipsis de magnitudes épicas. 

Pero olvidan que al final, sea cual fuere el resultado, todos quedaremos en el mismo país y el único ganador será el odio, el resentimiento y el falso sentimiento de victoria, y muchos que justificarán todo como un paciente con Síndrome de Korsakoff.

Pierre Paul Romagnoli es decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Andrés Bello (UNAB).

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