Donald Trump es políticamente incorrecto, y con sus dichos misóginos y racistas logró hacer morir a los políticamente correctos de siempre, por no decir los eternos hipócritas. Logró derrotar a la primera mujer que estaba a un paso de llegar a la Casa Blanca y fue el pueblo el que eligió. Hillary Clinton era una mala candidata, sin carisma y con un programa más bien trasnochado.

Trump gastó la mitad que ella en su campaña trabajando con 70 personas, mientras ella lo hizo con 723. A Hillary la apoyaron los medios de comunicación en masa, figuras y celebridades, políticos, empresarios; y a él su familia. Ella tecnócrata y política de carrera hizo una campaña tradicional, y él empresario y novato en política dejó ver rasgos de su personalidad e ideas de manera frontal.

Siendo sensatos, después de una campaña entre candidatos de mala calidad, hoy nos toca reconciliarnos con Donald Trump. ¿Qué preferimos, un políticamente incorrecto que se destacó por sus dichos polémicos o una corrupta que borró correos electrónicos? ¿Y por qué los borró? No creo que por ser una blanca paloma.

En Chile hemos recibido información sesgada y parcial de los medios norteamericanos, pasada luego por el filtro de los medios chilenos, también sesgados, y de las encuestas que fallaron. Pecamos de una tremenda ignorancia y falta de conocimiento acerca del propio pueblo norteamericano, su cultura, necesidades, visiones e inquietudes, y de sus procesos.

¿Cuántos hemos leído el programa de Trump antes de opinar? Si queremos conocer la verdad, tenemos que asumir que no tiene por qué ser siempre bonita. En ese caso se celebra al políticamente incorrecto; que viva la incorrección política si es lo que permite el libre y honesto intercambio de ideas.

Esta ha sido, además, una gran derrota para la prensa estadounidense y las encuestas que decidieron cubrir, y también para gran parte de la prensa chilena. Gran sorpresa, porque el cuarto poder fue derrotado, al tomar parte por los políticamente correctos sin ir detrás de la verdad.

Cayeron los políticos de siempre, los editores que tomaron partido, las grandes figuras, las celebridades, los artistas, las feministas, los encuestadores y ganó el que dijo lo que pensaba —y lo que muchos pensaban, al parecer—, y de tal manera que la prensa no se resistió a la atracción de ponerlo en portadas como un payaso. Hoy tendrán que llamarlo Presidente.

 

Mónica Reyes R., Fundadora de Makers Liderazgo Femenino

 

 

 

 

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