“¡Qué suerte que nos mudamos a Chile!”

Las cosas no han ido bien en el mundo desde 2020. Primero, el COVID obligó a los países a cerrar sus economías, luego un conflicto regional en Europa del Este interrumpió la recuperación global de la pandemia y, finalmente, se propagaron las confrontaciones militares y políticas a través de todo el mundo. Sin embargo, a Chile le está yendo bien, gracias a la decisión de sus líderes de gobierno de enfocarse en hacer del país una potencia tecnológica y científica y gracias a su nueva y moderna constitución (que había tomado bastante tiempo corregir). 

La Dra. Carolina Rivero miró por la ventana de su oficina en el hospital de Puerto Varas. Como de costumbre, la lluvia era copiosa y corría por las calles formando espontáneos riachuelos. Pero el mal tiempo no importaba. Hoy era un gran día para ella, con dos grandes razones para celebrar. En lo personal, era el octavo aniversario de su llegada a Chile, después de que ella y su familia finalmente decidieran abandonar su hogar en Venezuela en busca de seguridad, de estabilidad y de mejores oportunidades. Adicionalmente, hoy había un gran evento en el departamento de gastroenterología, donde Carolina era una respetada profesional de la especialidad. Luego de largos meses de negociación, hubo acuerdo en una iniciativa público-privada para adquirir un sofisticado equipo que la institución requería para la detección temprana del cáncer de colon. Ella y sus colegas esperaban que este fuera solo el primer paso en la consolidación de una clínica del cáncer de última generación en el hospital. 

Después de una breve y alegre celebración con sus colegas, ya era hora de irse a casa. Llamó a un “PEV” mediante una aplicación en su móvil. Los PEV eran pequeños triciclos eléctricos autónomos que circulaban por la ciudad como parte del nuevo proyecto piloto de micro movilidad, de gran éxito en las principales ciudades de Chile. Resolvían el atascamiento del tráfico, reduciendo significativamente la contaminación. En cinco minutos, apareció un triciclo en la entrada principal del hospital, ella se subió y el PEV enfiló a través de la copiosa lluvia en dirección a su casa, ubicada en los suburbios de Puerto Varas. 

Una década de conflicto mundial 

En su casa la esperaban Juan, su esposo, un emprendedor en el sector turístico, junto a sus hijos, Manuel y Javier, de 17 y 15 años respectivamente. Juan no se dio cuenta del momento en que Carolina había entrado en la habitación. Estaba completamente absorto observando las imágenes de televisión que mostraban un destructor de la marina polaca hundiéndose en el mar Báltico, después de ser atacado por un misil ruso. Este ataque era el último incidente en una guerra que había comenzado hacía una década como un conflicto local, aunque letal, entre Rusia y Ucrania, que luego se había expandido a toda la región, comprometiendo finalmente a todo el mundo. 

La alianza de Rusia con India fue inicialmente un movimiento táctico oportunista, que tenía sentido a corto plazo por la necesidad de la India de obtener petróleo y por la necesidad de Rusia de venderlo. Esto se produjo por el bloqueo que habían impuesto los países occidentales al flujo de petróleo ruso hacia Occidente. 

Así, Rusia se volvió hacia compradores en Asia del sur y en Asia del este. China también compró petróleo, pero quería evitar tomar una posición política cercana a Rusia. Con el paso de los años, sin embargo, la relación de Rusia con India se volvió más fuerte y permanente. Ambas naciones poseían grandes arsenales de armas nucleares, químicas y biológicas, por lo que sus amenazantes acciones y declaraciones debían tomarse en serio. 

La OTAN era el contrapeso natural para esta alianza, pero se había debilitado durante este lapso. Todos sus países miembros se vieron afectados por una economía mundial anémica, que había comenzado a decaer a principios de la década de 2020. Esto los obligó a reducir sus aportes a la OTAN para focalizarse en sus prioridades nacionales. En la década que siguió, Occidente no había podido recuperar ni la estabilidad ni la confianza debido a la alta inflación y al aumento continuo de las tasas de interés. Igual importancia tuvo la serie interminable de crisis en las cadenas logísticas y de suministros. Las confrontaciones militares con Rusia se mantenían dentro de una zona delimitada, pero eran constantes. Nadie en la OTAN quería que el conflicto escalara, por lo que las escaramuzas, como este evento en el Báltico con la marina polaca no encontraban mayor reacción. Mientras tanto, India tomaba posiciones en Sri Lanka, Nepal, Bangladesh y Myanmar. 

La debilidad económica mundial generó el efecto de una continua agitación social. En todo Occidente, los jóvenes clamaban por cambios estructurales y fundacionales, pero insistiendo en que no debían significar mayores costos para ellos. “¡No fue nuestra culpa!” era su grito de guerra. Todos los días, en algún lugar de Europa o América, cientos de miles de personas, enfervorizadas por las redes sociales, salían a las calles para denunciar a la democracia como un mecanismo débil e ineficaz, “una cosa del pasado”. 

Exigían que sus gobiernos se saltaran los lentos y caóticos procesos democráticos y resolvieran los problemas del mundo por medio de acciones directas e inmediatas, es decir, por decretos respaldados por la fuerza. Sus líderes intelectuales, principalmente académicos y activistas políticos, personas sin experiencia en la conducción de un negocio y mucho menos de un país, clamaban por más mano dura. Si ahora, en el año 2032, los países más exitosos del mundo -como China, Rusia, India, Indonesia, Brasil- estaban siendo gestionados mediante sistemas autoritarios… ¿por qué entonces no podrían sus propios países beneficiarse también de liderazgos fuertes y decididos? Alrededor de todo el mundo, estos manifestantes y activistas permanentes habían estado por más de una década corroyendo desde dentro los valores, procesos e instituciones democráticas que habían sido tradicionalmente fuertes. 

Efectos en Chile del mundo exterior … 

Carolina colgó su impermeable y, para rescatar a Juan de las deprimentes imágenes en las noticias, le preguntó: “¿Cómo anduvo tu reunión de planificación de hoy?” 

“La próxima temporada no se ve bien”, respondió Juan, apartando por un momento su mirada de la televisión. “Las proyecciones de turistas extranjeros que vendrán a Chile están bajando y mucho. Parece que tendremos que despedir a parte del personal de los resorts y suspender los viajes de las ocho barcazas”. 

Carolina no pudo ocultar su sorpresa. “¡Pero la temporada pasada fue tan buena!”, exclamó.

“Sí, pero las cosas han cambiado”, le respondió Juan. “Todas las inseguridades relacionadas con esta crisis global están impulsando los precios de las aerolíneas a las nubes. Y ahora, después de un año de disturbios en Argentina y Uruguay, sumado al incumplimiento financiero de Perú y a los golpes militares en Ecuador y en Bolivia, las personas encuestadas en los distintos países piensan que toda América Latina está en llamas. No perciben que Chile tiene las cosas bajo control. Simplemente nos meten en el mismo saco con todos los demás. Las investigaciones de mercado dicen que este año no debemos esperar turistas provenientes de los Estados Unidos o de Canadá. Y Europa ha sido un completo desastre durante años. Me temo que esto se va a poner muy difícil”. 

“¿Cuántos despidos serán necesarios?”, preguntó Carolina. 

“Todavía no lo sabemos. Tal vez lleguemos al 40% de la fuerza laboral. Al menos sabemos que estarán cuidados gracias a los nuevos programas de desempleo que se implementaron el año pasado. Y serán entrenados en nuevas profesiones en caso de que les interese. Odio perderlos, pero creo que deberían estar bien”. 

“El Estado de Chile, siempre presente”, respondió ella con una sonrisa irónica, imitando el jingle optimista que siempre escuchan en la radio. 

En muchos sentidos, Chile había sido un refugio; afortunadamente, todavía era un país en calma, en medio de una región muy convulsionada. América Latina no solo había sufrido inmensas dificultades debido a la recesión económica global, sino que también se había convertido gradualmente en un campo lateral de batalla para el resto del mundo. Solo que esta región estaba invadida, no por ejércitos extranjeros, sino por poderosos carteles de drogas que luchaban permanentemente por el control territorial. Financiados por todas las partes en conflicto, lograron corromper con éxito a un gobierno tras otro y fueron despiadados en el uso de la violencia para hacer cumplir su voluntad. Casi solo entre sus vecinos, Chile era un país en el que la ley y el orden eran un elemento presente en el día a día. Aquí había poca criminalidad, no había escasez de alimentos y las instituciones del país parecían estar trabajando bien, sin pagos de prebendas ni lavado de dinero, ni los demás males típicos de una economía controlada por los narcos. ¿Cómo había sido posible? 

El secreto del éxito 

Además de elaborar finalmente una Constitución bien pensada, los líderes del país se dieron cuenta de que era de vital importancia controlar la violencia y el tráfico de drogas. El fracaso en esta área pondría en riesgo todo el proyecto para “un nuevo Chile”. Entonces, tomaron el toro por las astas. Legalizaron la mayoría de las drogas y con el uso de sistemas de inteligencia artificial, con sensores ubicados en las calles y con constelaciones de drones que vigilaban las fronteras plagadas de inmigrantes ansiosos por ingresar al país, recuperaron la ventaja en la lucha por mantener las drogas ilícitas fuera de las calles y evitaron que ingresaran al país más inmigrantes a través de las redes de tráfico de personas. Estas dos exitosas políticas públicas habían logrado detener la corrupción que había socavado la seguridad de Chile por años. 

The Economist ya había publicado dos extensos artículos sobre este singular éxito chileno y sobre esta nueva forma de gobierno, que muchos ya llamaban la “nueva tecnocracia social”. Muchos países observaban de cerca este nuevo modelo para ver si podían replicarlo en su realidad. 

Como inmigrante venezolana, Carolina ya había vivido el deterioro y la desesperación en su tierra natal, atribuyendo su sufrimiento a la mala gestión gubernamental, a escala épica. Por el contrario, se encontró con un gobierno de Chile asombroso y admirable, gracias a una sólida toma de decisiones, basada en objetivos de largo plazo, seguida de una hábil ejecución. “Quién hubiera imaginado”, pensó, “que en solo diez años, después de la fallida convención constitucional y de todas las rondas de modificaciones que fueron necesarias, el país finalmente surgiría apoyándose en su nueva constitución, llena de características innovadoras y con tanto apoyo popular… ¡Afortunadamente, no se rindieron en el 2022 y entregaron el proyecto de constitución a un comité de expertos para que redactara una nueva versión!”. 

Antes de la cena, Juan desconectó la red de Internet de la casa para que los niños se sacaran sus auriculares, salieran de sus Metaversos por un rato y bajaran al comedor a conversar con sus padres como seres humanos reales.

“¿Cómo encontraron las hamburguesas?”, Carolina les preguntó después que habían terminado de comer.

“¡Deliciosas!”, le respondieron al unísono. 

“Qué bueno que les gustaran”, dijo su madre. “Esa marca de carne de hamburguesa es nueva, y lo crean o no, no proviene de un animal. ¡Es una carne de laboratorio, hecha en Chile! Es fabricada por una empresa de Osorno llamada TECHMEAT”.

En los últimos cinco años, Chile se había convertido en un creciente exportador de alimentos, aprovechando las nuevas tecnologías traídas de compañías principalmente de Israel y de los Estados Unidos. La I+D de Chile también había mejorado mucho, gracias al aumento significativo de la inversión pública y privada en investigación, desarrollo e innovación, que ahora superaba el 2% del PIB del país. Estas tecnologías habían permitido crear nuevos alimentos sintéticos y orgánicos, incluyendo variedades de especies modificadas genéticamente, que eran más resistentes a las sequías y a las plagas y cuyo cultivo requería de menos energía. Chile había logrado casi triplicar la producción de alimentos y generar excedentes para la exportación. 

Algunas deficiencias a superar 

Pero no todas las iniciativas del gobierno contaban con el 100% de apoyo de Carolina. Cinco años atrás, el estado había tomado posesión de todos los datos personales de la población, incluyendo detalles bastante privados, como las enfermedades genéticas y las adicciones.

Carolina, como buen médico, entendía perfectamente las implicancias y tenía sentimientos encontrados al respecto. El uso masivo de estos datos había permitido implementar exitosas políticas públicas, como el hospital digital y los pases de movilidad integrados. Ahora era posible regular varios detalles importantes de la vida diaria, como la recepción personalizada de medicamentos en el hogar e incluso, hasta cierto punto, la predicción de enfermedades.

Por supuesto que este era un gran avance. Sin embargo, muchas personas pensaban que el uso masivo de datos personales también permitía influir en la opinión pública y en la forma de votar, generando, por ejemplo, noticias personalizadas o emitiendo bonos económicos para cambiar las preferencias de los votantes. ¿Era sólo una coincidencia que el partido que ya llevaba dos períodos seguidos gobernando no parecía tener como contrapeso una oposición relevante? ¿Se estaría manipulando a las personas…? 

Una población saludable 

Después de cenar, mientras afuera seguía lloviendo con fuerza, la familia regresó a la sala de estar, junto a la chimenea. “Hoy se le pidió al hospital una donación de medicamentos y antibióticos para Argentina. Es muy triste ver que allá tienen escasez de las nuevas vacunas y las variantes más recientes de COVID todavía están afectando a miles de personas, siempre a las más pobres …”, dijo Carolina. 

“Mamá, ¿podríamos quedarnos sin vacunas aquí?” Javier le preguntó. “Tarde o temprano, vamos a ser golpeados por COVID-28 y 29 también, ¿no?”. 

“No te preocupes”, dijo Carolina. “Chile es uno de los mayores productores de vacunas en América Latina, por lo que no deberíamos tener ningún problema. En realidad, si hay algo que me preocupa de estas nuevas cepas de COVID-28 y 29, es la posibilidad de que tengamos que lidiar con una avalancha de pacientes acá. Eso podría significar que la situación económica podría empeorar. Tal vez generaría algunos problemas de seguridad para los que tendríamos que prepararnos…”.

“No lo creo”, dijo Juan. “Manejamos bien los brotes previos, ¿no?”

Mejor que la mayoría de los países del hemisferio occidental, dijeron todos.

“Por lo tanto, no creo que tengamos que preocuparnos demasiado por un impacto económico, incluso si aparecen estos nuevos COVID. La inflación está bajo control. Las finanzas del país son estables. Y no olviden, recién esta semana el Congreso finalmente aprobó la reforma tributaria, junto con el diseño de un nuevo sistema mixto de pensiones. Diría que, dentro de la región, Chile continuará en la posición más sólida. Solo desearía que el turismo se recuperara, pero eso depende mucho de las formas en que los otros países manejen sus asuntos, lo que no se ve muy esperanzador por el momento. ¿Pero aquí? Estamos bien. Honestamente, a pesar de lo difícil que fue en su momento, siempre pienso en los acontecimientos de 2020 y me doy cuenta de que venirnos a vivir a Chile fue la mejor decisión que pudimos haber tomado”. 

“Oh, sí”, dijo Carolina sonriendo. “¡Sin duda!” 

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