Imagino que algo tuvo que ver el verano, que se nos puso muy verano esta semana, o quizás mis anhelos de playas y piñas coladas se apoderaron de mi imaginación, pero vino a mí el recuerdo de limbos pasados ¿Lo han hecho?

No le voy a contar a nadie, principalmente porque no quiero que me pregunten y esta columna la lee mi mamá (hola, mamita) pero imagino que todos al menos conocemos el baile en que se instala una vara y al ritmo de la música (frecuentemente con una alcoholemia ad hoc) uno va pasando hasta que ya está tan baja que solo la hiperlaxa designada logra pasar… digo, me han contado. Bueno, esta semana en realidad no puedo culpar de mis fantasías límbicas sólo al verano, sino que algo también le agradezco a la coalición que nos gobierna, ¿no tienen ustedes la sensación de que la vara en Chile está cada vez más baja? Baja hasta el surrealismo de relojes y varas derretidas, la verdad.

¿Vieron el quilombo de las pensiones de gracia? Uno no sabe qué es peor, porque estarle pagando pensiones de gracia a delincuentes en medio de la decadencia en materia de seguridad que estamos pasando, ya es bastante malo, pero la negligencia, la indolencia, incluso, con la que se asignaron las pensiones y el que los 3.000 voceros no hayan sido capaces de dar una respuesta coherente, no es mucho mejor. Siempre queda la duda, terrible, respecto de que tan buen lector es el presidente, porque siempre nos lanzan esa mitológica bomba de humo a lo Camila, la bella, “si el Presidente hubiera sabido…”.

Si alguien hubiera revisado. La conclusión es obvia y me da vergüenza decirlo, pero parece que nadie está leyendo mucho, si total es plata ajena.

Canten conmigo; ¡Baja y pasa el limbo!

Después, que se necesita una ley para revocarlas, que espérate que no se necesita, que se necesita, pero filo, el Presidente puede, que vamos a quitarle la pensión sólo a los más malos y ahí salta el PC… No sé exactamente cuántas piñas coladas hay que despacharse para que la columna (vertebral, no de sátira) aguante el desplome de la vara.

Otra que bien baila es la ministra del Medio Ambiente, que literalmente, va a los mismos carretes.

Mi mamita y mi tía siempre fueron muy claras en que no anduviera con extraños y esta pobre mujer se vio convidada y yendo a Casa Zalaquett sin tener la más peregrina idea de quién era su anfitrión. Además, no sé si les pasa, pero en este gobierno mientras más le venden a uno a alguien como que es brillante y ahora sí que sí, este sí que es el estadista que estábamos esperando, el ministro que nos va a dejar respirándole en la oreja a Noruega, el guatazo es como peor. Verbigracia el gabinete completo.

Y la perla; ¿vieron los destinos académicos de Giorgio, nuestro baby Lenin? De profesor, fíjate, en Barcelona, ¡tan linda Barcelona! Y tan progre-friendly. Siempre el amigo progre es el que tiene los mejores datos turísticos en Barcelona. De “Políticas para la infancia y la juventud” serán las clases y parten en abril por si alguien se quiere inscribir. Medio me decepcioné, esperaba algo más en la línea de “Gas: precio justo para todos”, “Fumigación ministerial”, “Color fucsia; mitos y verdades”, pero bueno.

En medio de este agobiante y pegoteado calor, ¿qué hace la opinión pública en este limbo de informaciones confusas, absurdas a veces, delirantes otras tantas en que nada parece tener sentido? ¿Qué hacemos con esta sensación de que la vara con la que se mide la conducta de nuestros políticos sólo cae o peor, existe una diferente para ellos y para los ciudadanos comunes y corrientes?

A todo esto, ¿alguien ha visto a la oposición? Yo creo que deberíamos presentar una denuncia por presunta desgracia, sabí.

Al final, es como si estuviéramos en un limbo, pero esta vez en su acepción tradicional, flotando en la nada, con un Presidente y un gobierno que dice que escucha, pero no escucha, que dice que dialoga, pero sólo consigo mismo, que hace como que hace, pero no hace y que sólo ha rejuvenecido (ni tanto ya) los mismos viejos vicios de la política de siempre.

Estamos a la deriva y sin poder ya creerle los llantos secos a una coalición que dijo que lo cambiaria todo y de hecho lo hizo, pero para peor y cuyo único triunfo político parece ser aferrarse a la decisión de traer a Peso Pluma al festival… sí, así de baja está su vara.

Esta pitonisa sólo espera que ni el calor ni las piñas coladas nos hagan creer que podemos, y mucho menos debemos, pasar a nuestros políticos por una vara tan baja, porque, un secreto de hiperlaxa; al día siguiente duele Chile, duele mucho.

K-Sandra

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