Son muchos los que por años han abogado para que la cultura tenga mayor penetración en la sociedad chilena. Se ha avanzado poco o nada y, como todos los procesos políticos, la solución llega tarde y de una forma que no tiene sentido para la era tecnológica que vivimos.

Hoy, según la Subsecretaría de Telecomunicaciones, Subtel, hay 23,3 millones de abonados a telefonía móvil que usan en su gran mayoría dispositivos del tipo smartphones con al menos acceso wifi y plan de datos. Si a esto agregamos el aumento de accesos a internet móvil desde 639 mil en 2009 a 9 millones 409 mil al primer semestre de 2015, se configura un escenario donde la TV abierta y pagada están teniendo cada vez menos relevancia. La cantidad de pantallas móviles superan en varias veces a las de TV… Un televisor, sin ir más lejos, tiene hoy un precio menor al de cualquier smartphone.

Otro dato interesante es que el 93% de los accesos a navegación móvil se hacen desde una pantalla de smartphone, lo que los transforma en “un televisor móvil y personal” en perjuicio de la TV tradicional.

Lo importante de este dato es que forzar un canal cultural en la TV abierta es una dilapidación de recursos importantes. Los hábitos de ver TV cambiaron hace mucho rato.

Sin necesidad de viajar mucho al pasado, recordemos que la TV era el punto de encuentro de la familia. No sólo era la única forma de entretención, también era la única forma de informarse. Eso cambió brutalmente. Hoy la entretención está en los dispositivos móviles y la información más instantánea también, haciendo que los contenidos de los teléfonos móviles sean mucho más importantes que los que ofrece la televisión.

Los malos resultados de la televisión abierta, encabezados por el canal estatal, TVN, son indicativos de que la televisión es cada vez menos atractiva para el avisaje de las empresas (ingresos de los canales). Según lo que informa la Subtel, en 2005 la TV capturaba el 47,6% de la inversión publicitaria, mientras que en 2014 ese valor disminuyó a 40,6%. Por su parte, la inversión publicitaria on line pasó de 1,1%  en 2005 a 12% en 2014.

Todo esto indica que poner el esfuerzo de señales culturales imponiendo la obligación a la televisión abierta es un error que sólo hará que las pérdidas de esa plataforma (salvo alguna excepción) se profundicen cada vez más y sin ningún efecto concreto sobre el bien último, que es llevar cultura a las personas.

¿Qué hacer entonces? Revisar las políticas públicas respecto de las señales culturales y revisar las plataformas en las cuales se transmiten esos contenidos. Según mi opinión, esto no debe ser imponiendo obligaciones de transmitir, sino que dar incentivos para la creatividad de los contenidos culturales y que sean comercialmente atractivos.

Un ejemplo de eso es el programa City Tour de Canal 13 Cable, donde se resalta la historia cultural de Santiago a través de su patrimonio arquitectónico y que además se puede ver en dispositivos móviles. Ese esfuerzo creativo merece reconocimiento, porque lograron entrar a la cultura en una dimensión seria pero lúdica.

 

William Díaz R., economista y director ejecutivo Experior Consultores.

 

 

FOTOS :RAUL LORCA/AGENCIAUNO

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