El atentado sufrido por la familia Grollmus en Contulmo es de una gravedad extrema, pues demuestra que el terrorismo en la Macrozona Sur está escalando a niveles de violencia inimaginables. Ya no les basta con quemarlo todo o usurpar tierras, sino que ahora están dispuestos a matar, como fue la intención de hacerlo con esta familia que felizmente pudo oponer algo de resistencia y salir con vida, aunque gravemente heridos y por cierto con irrecuperables daños a su propiedad, al patrimonio nacional y a lo que durante más de 100 años construyó y desarrolló en la zona.
En un emotivo e impactante programa Especial Mirada Libero, pudimos escuchar a Bárbara Grollmus, nieta de don Helmut Grollmus, una de las víctimas, contar cómo sucedieron los hechos y la intención de estos violentistas de atentar contra la vida de los miembros de la familia que se encontraban en el lugar, gritando a viva voz “hay que matarlos, hay que matarlos”. Incluso don Carlos Grollmus, primo de don Helmut fue usado como escudo humano y quedó expuesto a morir quemado, porque le provocaron gravísimas heridas que le impedían moverse desde el molino en llamas, lugar donde lo abandonaron, y felizmente fue rescatado por don Christian Grollmus. Además hubo otra víctima, un trabajador del lugar que terminó con trauma ocular.
Quienes reivindicaron el atentado fue el grupo Resistencia Mapuche Lafkenche y su justificación fue que la acción va en respaldo de los “presos políticos mapuche” que están en huelga de hambre en las cárceles de Arauco y Concepción; particularmente por Víctor Llanquileo, hermano de la exconvencional y activista mapuche Natividad Llanquileo.
Me pregunto si la Fiscalía tendrá la capacidad de encontrar a los responsables y probar que estaban en el sitio del suceso para llegar a condenarlos. Se calcula que eran alrededor de 15 sujetos los que actuaron y, por ende, resulta muy complejo llegar a detenerlos e identificar quiénes dispararon e hirieron a los miembros de la familia que resultaron afectados, por lo que creo que, una vez más, esta brutal acción terrorista puede quedar impune.
La impunidad con que operan estos grupos en la Macrozona Sur es abismal, porque demuestra la ineficiencia e ineficacia del Estado para desbaratarlos. Aparentemente, por la impunidad que gozan, no se tiene la información de inteligencia para saber dónde están, cómo se organizan, quiénes les brindan financiamiento, cómo entrenan, de dónde sacan las armas, quién o quiénes les proveen de acelerantes; dónde y quién los entrena y cómo los reclutan.
Lo grave de esta realidad es que la gente en el sur, ante el verdadero abandono del Estado, comprensiblemente pueden estar tomando medidas para defenderse de estos violentistas, tal como lo hizo la familia Grollmus. De continuar esto con un Estado ausente, incapaz e ineficiente de desbaratar a estos criminales, podríamos ser testigos de duros enfrentamientos, que nada bueno pueden augurar.
Uno este atentado con el plebiscito de hoy, pues de aprobarse la nueva Constitución, entraría en vigor de inmediato, por lo que estos criminales que cometieron el atentado en Contulmo, de ser atrapados, podrían no ser juzgados por la justicia actual, sino por una indígena, de la cual nada se sabe, y por consiguiente, no existe conocimiento alguno sobre el fallo que podría emitir. No solo eso, sino que incluso hasta el líder de la CAM, Héctor Llaitul, podría solicitar ser liberado para ser llevado ante un tribunal indigenista, porque así se lo garantizaría la nueva Constitución.
Hoy definiremos si seguiremos siendo un solo país o uno plurinacional, un país en que seamos todos iguales ante la justicia y que no hayan privilegiados que puedan ser juzgados por justicias paralelas, como podrían serlo los miembros de los 7 grupos terroristas que actúan en la macrozona sur.
El llamado es a votar y esperar que a eso de las 7 de la tarde podamos alegrarnos de que el sentido común primó en esta elección, brindándole a Chile una nueva oportunidad para tener una Constitución que realmente sea la Casa de Todos.
*Jaime Jankelevich es bioquímico y consultor.