La agenda noticiosa se ha cargado de años en las últimas semanas. Primero con los debates para mejorar las pensiones, luego con la polémica por la tarjeta del Metro para el Adulto Mayor.  ¡Y atención! El mes pasado sumó un nuevo hecho que ojalá siga gatillando más titulares: Chile ratificó la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos de las Personas Mayores.

Se trata de 26 derechos específicos que debieran ser protegidos y garantizados por el Estado, tales como igualdad y no discriminación por razones de edad, trato digno en la vejez, salud, trabajo, educación, cultura, vivienda, accesibilidad, y varios más. El desafío ahora es implementar la Convención y, para ello, el Estado deberá ir mostrando con acciones concretas que está comprometido con el instrumento internacional que suscribió. ¿Cómo? Adaptando las políticas nacionales orientadas a las personas mayores a un estándar internacional en materia de protección de los derechos fundamentales, así como creando nuevas normativas que respondan a las necesidades de este grupo etario.

Sin embargo, si todo dependiera de la voluntad política de turno, podríamos quedarnos demasiado tiempo en la antesala. La única manera de que la Convención sea efectiva y no quede en letra muerta es que la sociedad civil y las mismas personas mayores ejerzan presión y exijan la implementación de acciones concretas que conviertan en realidad el texto.

La buena noticia es que pareciera que los mayores ya no están dispuestos a esperar sentados y mirar desde el pasillo. Refresquemos la memoria: mMás allá de estar o no de acuerdo con sus postulados, si hoy estamos hablando de mejorar el sistema de pensiones con tanta urgencia es porque hubo una fuerte presión del movimiento social No+ AFP, liderado por adultos mayores. Si la tarjeta del Metro terminó siendo tema fue porque los ciudadanos manifestaron su molestia y la agrupación Marcha de los Bastones se sentó a la mesa con parlamentarios y con la ministra de Transportes, logrando revertir la situación; de lo contrario, nadie se habría enterado.

Al igual como alguna vez ocurrió con la equidad de género o las demandas de los ambientalistas, los temas de edad llegaron para quedarse y ojalá no salgan de la agenda.

Se necesitan más líderes seniors, con habilidades sociales y competencias técnicas ad hoc, que vayan saliendo cada vez más a la luz pública y se tomen los espacios de poder que consideran les corresponden. Si de verdad queremos poner en práctica el discurso de ser un país inclusivo, los mayores deben hacer lo suyo y no sólo esperar que el resto, por caridad o por cuoteo, les dén un espacio. De hecho, la candidata porteña DC al Senado Oriele Zencovich (87 años) —aunque se diga que le dieron el espacio a última hora y para cumplir con la Ley de Cuotas— tiene en los próximos meses la tremenda oportunidad de hacer la tarea en serio y aprovechar la tribuna local para ventilar los problemas que viven a diario los mayores en la Región de Valparaíso, que no son pocos. ¡Espacio ganado, espacio aprovechado!

Ni los ambientalistas, ni las mujeres, ni los defensores de la diversidad sexual partieron sus reivindicaciones con todas las cámaras de televisión encima de ellos. Han sido años insistiendo y sensibilizando a la población. Con los asuntos en favor de las personas mayores debe pasar lo mismo.

Estar entre los países más envejecidos de la región no puede ser sólo un dato anecdótico para Wikipedia, es una realidad que levanta nuevas necesidades a nivel individual y societal, las cuales se irán “colando” y calando hondo en el debate público. Exigir atención de salud oportuna y de calidad acorde a las necesidades de la gente en edad avanzada, demandar que los montos de las pensiones, más que sólo ser dignos, mantengan su poder adquisitivo en el futuro; emplazar a que el cuidado en la vejez deje de ser un asunto privado que cada familia vea cómo resuelve según sus recursos; reclamar oportunidades laborales y de capacitación a lo largo de todo el ciclo laboral (no sólo para los más jóvenes); éstas son algunas de las muchas interpelaciones que podrían surgir en adelante.

La reciente Convención abona el terreno y es una tremenda oportunidad para aspirar a una mejor vejez, pero es fundamental promover la toma de conciencia, pues los derechos serán respetados sólo en la medida que sean conocidos, comprendidos y exigidos por la mayor cantidad de personas. Esperemos que haya cada vez más personas mayores dispuestas a dar la pelea y organizar movimientos ciudadanos constructivos. Que los medios de comunicación sigan interesados en conocer y publicar temas emergentes propios de un Chile longevo. Que los parlamentarios hagan suya la Convención y propongan proyectos de ley afines al espíritu de este instrumento.

La vejez es transversal, a todos nos llega. Mejor trabajemos colaborativamente desde ya, para que cuando nos toque cruzar el umbral de los 60, el país esté mejor preparado y podamos ser viejos orgullosos de vivir en un lugar donde, efectivamente, hay espacio para todas las edades.

 

María Paz Carvajal D., directora 60 y Más Consultores

 

 

FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO

 

 

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