En cinco días, el Gobierno de Michelle Bachelet se ha encargado de confirmar cuál es la razón más poderosa de que un millón 800 mil personas votaran el domingo pasado —más del doble de lo que se esperaba—, y que casi un millón y medio lo hicieran por un candidato de Chile Vamos. Y por qué Sebastián Piñera, a pesar de ser objeto de una de las campañas más hostiles de las que se tenga recuerdo, obtuvo un triunfo indiscutible.

Los chilenos fueron a votar con un propósito claro: sacar a la Nueva Mayoría de La Moneda cuando se extinga el actual mandato y contribuir a potenciar la figura del candidato ganador de Chile Vamos. Todas las explicaciones tácticas en las que tratan de fundar el resultado algunos analistas cercanos a la izquierda —desde el uso de redes sociales, hasta la franja televisiva y los debates— se ven pequeñas, cuando el corazón de la definición electoral fue una derrota política y la primera etapa de una derrota cultural de la Nueva Mayoría.

Es durante esta semana cuando han asomado, con más fuerza que nunca, las marcas registradas de un Gobierno que ha conducido a Chile por un camino equivocado, con arrogancia y desde un torcido sentido del poder.

Mientras 55 mil familias ya saben desde el lunes que el colegio de sus hijos pasará a ser privado —porque no resistió las condiciones que le impone la reforma educacional—, otras decenas de miles aguardan desde la madrugada en la puerta de planteles de su preferencia o posan, con mirada triste, en los auditorios escolares, mientras una tómbola define si accederán o no a una matrícula. Es uno de los resultados de reformas que están haciendo daño al país y perturbando la vida de la clase media, y que buscan poner fin al mérito como movilizador de oportunidades (les parece que es “desigual”); fin a muchos proyectos con calidad de colegio privado, pero al alcance de familias más pobres y de clase media; fin a la esperanza de quien lucha por un futuro mejor para los suyos.

Por otra parte, el Gobierno se dio el lujo esta semana de evaluar con optimismo los peores resultados económicos para Chile en los últimos treinta años. Ya no se trata de la decepción de enterarse de que Chile creció apenas un 1,3% en el mes de mayo —acostumbrados a 40 meses de resultados pobretones—, sino de la respuesta del mismísimo ministro de Hacienda: “Es mejor que el 0% del primer trimestre”. Huelgan comentarios, ¿cierto?

Para rematar: la decisión política de forzar a sus diputados a bloquear un informe con la investigación que tomó más de un año, respecto del Servicio Nacional de Menores, para rescatar a la ex ministra Javiera Blanco (quién sabe si lo que tiene son siete vidas o siete secretos….) y esquivar una eventual acusación constitucional contra la Presidenta Bachelet. Todos nos espantamos, pero no es mucho más grave que otras decisiones que se han tomado en estos años y que muestran a una Nueva Mayoría que pone siempre por delante su interés —el tanque de oxígeno para su supervivencia— y que tiene un orden de prioridades distinto al de nosotros, los mortales ciudadanos.

Habida cuenta de esto, dígame si no es curioso —hasta divertido— que el senador Alejandro Guillier, teniendo todo lo anterior a la vista, nos notifique cuál cree él que es la razón de las dificultades para reunir las firmas que requiere la candidatura presidencial que se arroga hoy el título de continuadora de la Presidenta Bachelet: los notarios.

 

Isabel Plá, Fundación Avanza Chile

@isabelpla

 

 

FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO

 

Deja un comentario

Debes ser miembro Red Líbero para poder comentar. Inicia sesión o hazte miembro aquí.