Mis colegas y analistas de mercado ya respondieron negativamente esta pregunta. Casi la totalidad de ellos estima un crecimiento entre 2 y 2,3% para 2015, dejando el sinceramiento del ministro de Hacienda Rodrigo Valdés, fuera de rango. En efecto, hace tan solo unos días, el ministro de Hacienda realizó un muy significativo ajuste a las proyecciones de crecimiento, déficit fiscal y demanda interna para el año, dejando en 2,5% el crecimiento estimado para 2015, incluso por debajo del 2,75% que previamente había anunciado el Banco Central en su Informe Monetario de mayo. Hoy se ve bastante difícil esa meta, pero no imposible.

Vamos por partes y permítanme empezar por los datos. Luego de partir creciendo en enero pasado al 3,4%, que en el oficialismo no tardaron en tildar como los brotes verdes de la reactivación, esa esperanzadora cifra fue seguida por cada vez menores tasas de crecimiento que culminaron en mayo pasado en un desilusionante 0,8. Estimo que es posible concluir el primer semestre creciendo en promedio al 2%, por lo que para crecer 2,5% en el año se requiere un segundo semestre creciendo al 3% (digamos un crecimiento cercano al 2,5% en el tercer trimestre y un 3,5% el cuarto trimestre).

Parece un despropósito a estas alturas siquiera insinuar que ello pudiese ocurrir, y en parte lo es para cualquier lector informado; pero es mi interés situarme en este escenario y remarcar algunos elementos que pudiesen ayudar a que ello pueda ocurrir. El primer elemento a remarcar es que la cifra de mayo representa el último mes de la anterior conducción política y económica, puesto que el cambio de gabinete ocurrió el 11 de mayo. Tal como lo destacamos en una columna en este mismo medio el 7 de junio pasado, en los 14 meses de esa gestión se incubó una grave crisis interna por la profundidad de las reformas, la forma de ejecutarlas, sustentadas en una ideología inadecuada, no debatida democráticamente, todo ello en un contexto de amateurismo y desprolijidad de la conducción anterior. El abrupto desplome de la inversión privada, que explica la crisis, fue la respuesta natural a tamaña combinación de elementos. Una recuperación de la inversión privada importante puede ser la respuesta a los cambios de señales.

El segundo elemento a remarcar, entonces, es que desde el cambio de gabinete el gobierno ha realizado un significativo giro desde el objetivo político refundacional de un sector de la NM hacia el reformismo gradual de su sector moderado. Aunque todavía no se comunica con total claridad y la explicación se centra fundamentalmente en la falta de recursos económicos para llevar a cabo el programa, al parecer el giro es mucho más profundo. El rechazo de la gente a las reformas es indicativo de que la gente no siente que votó por estas reformas, por lo que enmendarlas no es renunciar al programa, sino que refinar los instrumentos. Es probable que la reforma tributaria sea corregida y simplificada el próximo año, la Asamblea Constituyente está muerta y será el próximo Congreso el que definirá los cambios a la Carta Fundamental. Para crecer al 2,5% este año, es decir a 3% el segundo semestre, es indispensable que la etapa sindical de la agenda laboral, es decir la actual reforma en el Congreso, concluya con acuerdos sustantivos y se continúe con rapidez en la parte de adaptabilidad y flexibilidad laboral. ¿Por qué no autorizar a todos los adultos mayores a firmar contratos por hora para que nuestros jubilados puedan trabajar por ejemplo en supermercados como se observa en los países desarrollados? Simple y significativo. Se debe persistir con firmeza y autoridad en ajustes a la carrera docente, sin aceptar chantajes del Colegio de Profesores, y debe replantearse tanto la velocidad como temas de fondo en las próximas etapas de la reforma educacional. Ayudaría mucho abandonar la gratuidad universal de la educación superior como objetivo final, que además de regresiva es un desperdicio de recursos fiscales.

Finalmente, el tercer punto a remarcar es el nuevo énfasis del gobierno en la productividad y la innovación. Bien por la nueva Comisión de Productividad. Entonces, para crecer al 3% el segundo semestre, es necesario que el giro de timón, con los nuevos énfasis y prioridades, se tome la agenda y se recupere la confianza de los actores económicos. Así como el desplome de la inversión fue abrupto, también nos puede sorprender la reacción de vuelta de la inversión y el consumo privado.

 

Patricio Arrau, Ph. D. Economía, Universidad de Pennsylvania, Consejero Fuerza Pública e Investigador Asociado Plural.

 

 

FOTO : PABLO OVALLE ISASMENDI/ AGENCIAUNO

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