A mi juicio, y claramente esto es sólo una teoría más, lo que nos llevó a la situación actual es un conjunto de circunstancias que parten desde el más básico y práctico de los problemas: la falta de crecimiento económico que se apoderó de nuestra economía desde el primer período presidencial de Michelle Bachelet, quien en la búsqueda de acelerar el proceso de mejoría en la distribución del ingreso, aplicó y lideró reformas que terminaron, pese a que se le advirtió en todos los tonos, distorsionando los incentivos y canibalizando el crecimiento económico, y con ello la mejoría en las condiciones económicas a las que los chilenos nos habíamos acostumbrado.

En efecto, entre los años 1988 y 2008, el ingreso promedio de cada uno los chilenos se expandió a una tasa de 4,4% anual, lo que implicaba que el empleo se expandía con fuerza, ofreciendo oportunidades de trabajo a todos los que egresaban de colegios, universidades e institutos técnicos. Y ante una expectativa de crecimiento de los ingresos a tasa acelerada, las personas comenzaron a acceder al sistema financiero para poder endeudarse y aumentar su nivel de vida a costa de pagar en el futuro, cuando las condiciones económicas fueran aún mejores. Este proceso permitió un cambio estructural en el nivel de vida de los chilenos, y una mejoría continua a la que todos nos acostumbramos.

Sin embargo, a partir del año 2008 se produce un quiebre en la tasa de crecimiento. Como consecuencia de políticas económicas con buenas intenciones, pero erradas, y de la soberbia de creer que nuestra economía era invencible, pues se había logrado expandir el ingreso per cápita de cada uno de los ciudadanos a una tasa de 4,4% por más de 20 años, se buscó acelerar el proceso de mejoría en la distribución del ingreso, socavando los incentivos al empleo y a la inversión, con nuevas políticas laborales y tributarias que generaron una abrupta caída de la tasa de crecimiento del ingreso per cápita de cada uno de los chilenos a 2,2% promedio anual, exactamente la mitad de lo que habíamos logrado durante los 20 años anteriores.

El efecto de este frenazo fue devastador. Las expectativas de ingreso no se alcanzaron, lo que nos llevó a endeudarnos y a esperar que la situación cambiara.

Pero la situación no cambió. Las promesas de los políticos se multiplicaron, pero la gente de a pie sólo vio el efecto de una disminución en la tasa de crecimiento de sus ingresos, de la falta de empleo, del incremento en el endeudamiento y de sus expectativas no cumplidas.

Mientras, en las calles, dos fuerzas pugnaban por alcanzar el poder que no se logra en un país ordenado y en democracia plena. La droga, que por décadas intentaba usar a nuestro país como paso hacia otros países y continentes, necesitaba debilitar a las instituciones de orden y seguridad; mientras que la generación de millenials que había llegado al Congreso a fuerza de piedrazos y tomas de colegios, se dio cuenta que esos métodos no servían en las comisiones y las salas de la Cámara y el Senado, donde su poca representatividad los hacía transparentes.

En la búsqueda del poder político unos, de la destrucción de las instituciones los otros, y usando la falta de esperanza que se había apoderado de una población que vio cómo, con la baja en la tasa de crecimiento de la economía, se esfumaron sus esperanzas y expectativas de mejoría, crearon una alianza para tomarse las calles. La población sólo quería dar a conocer que no estaba de acuerdo con el proceso que los llevó a su condición actual, pero no el proceso que hizo crecer sus ingresos por más de 20 años, sino el proceso y los políticos que apoyaron las políticas que los llevaron a ver cómo se esfumaban sus expectativas. Por eso, pese a dejar de apoyar a quienes solo profundizaron su desconsuelo, fueron capaces de ir a las urnas a decirle a los políticos que no confiaban en ellos para que tomaran decisiones, al rechazar una constituyente mixta.

Para los milenials del congreso… y otros que piensan como ellos, pero que tienen más canas que cualquiera de nosotros, fue un proceso ideal de pérdida del poder de la democracia, que les permitió alcanzar un poder político que en condiciones de democracia plena no hubieran podido hacer nunca; mientras que para la droga, el debilitamiento de las fuerzas de orden y seguridad les ha permitido permearse en muchos más sectores de la sociedad.

El camino ya está planteado y la lucha a futuro se concentrará en quién es el dueño de ese poder: los ciudadanos a través de la democracia; los milenials que no están dispuestos a aceptar que dialogar no significa acatar sus ideas, y que olvidan que después de ellos vendrán los centenials, que los aborrecen a ellos tal como los milenials a nosotros; o la droga, que busca su propio poder y reinado en medio del caos.

Como en los cuentos que nosotros escuchamos de niños, tratar de forzar las situaciones y tomar atajos para lograr tener todos los huevos de oro de una vez y sin esperar que la gallina los ponga cada noche nos llevó a matar la gallina para abrir su panza y sacarlos todos de una vez… pero en la panza no había nada y la gallina ya estaba muerta. La duda que a muchos nos atormenta cada noche es si nuestra economía está ya muerta o si podremos coser la guata de la gallina y tratar de re-emprender nuestro camino al desarrollo.

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1 comentario

  1. El problema mayor que tenemos hoy en dia en nuestro pais, para mejorar la economia si es que todavia se puede, es el populismo cuyo origen es la izquierda pero que ha logrado contagiar a muchos parlamentarios de la hoy mal llamada derecha

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