En su discurso inaugural del Encuentro Nacional de la Empresa (Enade) 2024, la presidenta de Icare, Karen Thal, señaló: “Las horas previas a este encuentro, parecieron más la preparación para una confrontación que la convocatoria a una conversación con altura y respeto”. Efectivamente, si se hubiese debido juzgar el evento por las expectativas que se tenían de él, se habría podido creer que allí se resolvería todo.

Y la verdad es que, ni antes ni ahora, en Enade se resuelve algo. Quizás su más efectiva función sea la de momento social. Aquel en que se encuentran, se frotan la nariz, se palmotean las espaldas, se saludan a gritos y se sienten iguales todos quienes se consideran importantes. Aunque debo reconocer que Enade también sirve para testear el humor nacional, no el de la relación entre empresarios y gobierno, que forzadamente debe seguir ciertos ritos protocolares y de respeto de los buenos modales, sino del país.

¿Es posible sacar alguna conclusión acerca de ese humor nacional luego del Encuentro de este año? Creo que sí. Recordemos primero que fue la segunda oportunidad en que el Presidente Boric concurrió a Enade, luego de que el resultado del plebiscito del 4 de septiembre de 2022 le demostrara que ya no tendría el marco jurídico para el sueño refundacional con que llegó a la presidencia. En ese momento y con gran pragmatismo, Gabriel Boric decidió aceptar la realidad e iniciar un viraje de su gobierno. No sin cierto dramatismo, la emblemática Izkia Siches dejó su lugar a Carolina Tohá y con el tiempo personeros del Socialismo Democrático, con la experiencia y la ideología adecuada, reemplazaron a otros jóvenes refundadores en los cargos fundamentales del gobierno.

El gesto, sin embargo, sólo fue suficiente para dar seguridades de que el delirio refundacional estaba bajo control, no que había desaparecido. Porque la presencia del Socialismo Democrático ha servido para contener, no para extinguir la voluntad de la que es portadora el resto de la gente que acompaña al Presidente, aquella voluntad tutelada discretamente -y a veces no tan discretamente- por el Partido Comunista, y que en su momento se tradujo en el mensaje con que Sebastián Depolo conmovió al país durante la campaña presidencial: “Podemos debatir respecto de la gradualidad en la implementación del programa en función de las condiciones internacionales o nacionales, económicas o políticas, pero no vamos a negociar el horizonte de transformaciones». Y sobre todo la perla: «Es cierto que nosotros vamos a meterle inestabilidad al país porque vamos a hacer transformaciones importantes”.

Es posible afirmar que el Presidente Boric sí ha logrado contener a su ala extrema, pero sólo al costo de un empate con el Socialismo Democrático. Un empate que ha condenado al gobierno entero a la impotencia. Una impotencia que a lo más permite contener la caída libre en que se precipitaba la economía nacional, pero no construir una nueva perspectiva de futuro en la que puedan confiar todas las chilenas y chilenos.

Ese fue el contexto en el que el Presidente Boric asistió a Enade el año pasado. Se comportó con humildad, declaró buscar la unidad, usó un tono conciliador. Pero el país, no los empresarios o sólo la gente importante que allí estaba reunida sino el país, ya comenzaba a comprender que no iba a ser capaz de superar ese empate que reproducía la situación a la que cantaran los versos de sor Juana Inés de la Cruz: “En dos partes divididas tengo el alma en confusión, una esclava a la pasión y otra a la razón medida”.

Eso fue lo que en esta versión de Enade, la señora Thal le recordó al Presidente: “… quiero reiterarle lo que le manifestamos en Enade 2023, cuando dijimos que, si ese año hubiera sido una serie de televisión, podría haber tenido un final feliz o un mal final”.  Y la serie de televisión no tuvo un buen final. No bastaron los gestos aislados del Presidente, porque cada uno de ellos tuvo una contraparte que consagró el empate. No basta que el Presidente le ofrezca en tributo a los empresarios, como hizo ahora, su decisión de “cuestionar… o modificar, los puntos de partida propios. Hemos buscado incansablemente acuerdos, promoviendo el diálogo y flexibilizando nuestras posiciones», si su ministra del Trabajo y Previsión Social es capaz de sintetizar en una sola frase toda la simpleza con que el ala izquierda de su gobierno entiende la realidad social y la habilidad de gobernar: que los empresarios paguen más.

Así pues, es justo que el ministro Marcel se sienta satisfecho y muestre, con el tono relajado con que lo hizo en esta Enade 2024, que la economía ya no se fue al garete, aunque se mantenga sólo con un crecimiento larvado. Que inversionistas y mercados ya no temen como hace un año, aunque probablemente no harán nada nada hasta que las cosas no cambien. Él hizo su trabajo, como lo han hecho Tohá, Van Klaveren y otros que con su esfuerzo han mantenido la estantería en pie. Pero ni él ni nadie pueden garantizarle, ni a los empresarios ni al país, que existe un futuro compartido con la otra ala del gobierno.

Por ello es que, creo, el humor nacional sí quedó bien reflejado en Enade 2024. Los buenos modales estuvieron presentes y se respetó el protocolo. Hubo saludos a gritos, más de una espalda quedó adolorida de tanto palmoteo y las narices se frotaron como corresponde. El Presidente, nuevamente, se mostró humilde y conciliador. Se dio su enésima vuelta de carnero para demostrar su buena disposición, esta vez desdiciéndose del condicionamiento que había impuesto con anterioridad a la discusión sobre la reforma al sistema político. Todo casi un calco de lo ocurrido en Enade 2023. Pero probablemente, como el anterior, el año termine con un mal final para la teleserie porque, si bien al Presidente se le pueden creer sus buenas intenciones, ya ha demostrado que no es capaz de concretarla en hechos concretos.

La verdad es que, si algo dejó este Enade, fue la sensación de que ya no hay mucho que hacer. Una fatalidad de la que todos esperamos escapen medidas relativas a la seguridad pública, pero que parece imponerse en todo lo demás. Nos quedamos con la sensación de que todas las tareas que el Presidente y otros enunciaron en calidad de urgentes durante el encuentro, deberán esperar hasta un nuevo gobierno para encontrar solución. Un gobierno que, aprendida la lección que dejará éste, no debe tener el alma dividida. Un gobierno que sea capaz de excluir las utopías y desvaríos de ambos extremos. Que sea realista no sólo en sus principios sino en su programa y que deberá, desde el primer día, buscar todos los acuerdos y hacer todas las concesiones que le permitan materializar esas soluciones.

Economista y escritor. Exsubsecretario de Economía y exembajador de Chile

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2 Comentarios

  1. Buena columna que me permito resumir: fue un ejercicio de relaciones públicas donde se respetaron las formas. Ahora a esperar Enade 2025 que posiblemente sea «Inmovilismo bis» que, en todo caso, es mejor (menos malo) que moverse en la dirección equivocada.

  2. Buenas palabras. Buenos modales. Nada importante que mejore, sobre todo, la situación de los más desposeídos. Como crece un país, aparte de su producción exportable, de sus servicios, de sus manufacturas? Con consumo interno. Y para eso se necesitan buenos ingresos en su población. La mayor economía mundial, los Estados Unidos, basan su estabilidad y éxito económico, en el consumo.

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