Es interesante reflexionar sobre las “salidas de madre”, porque suceden más frecuentemente de lo que uno se imagina. Ocurren en las más variadas actividades, situaciones e interacciones sociales, y le pasan a todo tipo de personas. Las causas que las desencadenan son múltiples y pueden provocarse por ofuscación, fanatismo, ideologismo, falta de criterio, por desbordes en el lenguaje y muchas veces, por un mezquino oportunismo político.

De lo que fuimos testigos esta semana fue, precisamente, de varias salidas de madre por desbordes en el lenguaje y oportunismo político. En esta oportunidad me referiré a los excesos lingüísticos del ministro de Educación, Gerardo, Varela, excluyendo los del diputado Ignacio Urrutia (UDI), pues siendo los suyos simplemente inaceptables, sólo lo afectan a él. En cambio, lo del ministro no sólo le concierne a él, sino que contamina al gobierno como un todo, por ser precisamente un ministro de Estado. Pero hay otras dos salidas de madre mucho más graves, sin que sus autores tengan siquiera consciencia de ellas: las de la Confech, con la complicidad del Colegio de Profesores.

¿Qué pasó con el ministro? Desde mi punto de vista, en cierto momento de la entrevista en Radio Universo, al ministro Varela aparentemente se le olvidó que estaba siendo entrevistado como miembro del gabinete del Presidente Piñera, y cuando emitió sus opiniones respecto de la educación sexual, el uso de preservativos y lo que aconseja a sus hijos al interior de su familia, lo hizo como Gerardo Varela persona natural. Con lo cual se salió del cauce, se desbordó en su locuacidad y esa salida de madre hizo saltar todas las alarmas y provocó las reacciones más encendidas del mundo político, estudiantil y periodístico.

Reconociendo lo desafortunada que fue la intervención del ministro Varela, el aprovechamiento político que se generó a partir de sus palabras es escandaloso, con el solo propósito de atacarlos a él y al gobierno».

Bueno, así pasa con las salidas de madre. Lo más lamentable en este caso es que, antes de su desafortunada mención a los campeoncitos, la entrevista se desarrollaba normalmente y los puntos expuestos como ministro de Estado eran muy razonables. Pero cuando se olvidó de su investidura y le salió el columnista simpático y divertido que era, se le desbordó el lenguaje, con lo cual, ya no importaba cuán inteligente, razonable o interesante hubiera sido lo que dijo en su rol de ministro, pues la noticia era otra, generando un verdadero terremoto con epicentro en calle Moneda entre Morandé y Teatinos.

Dicho lo anterior, y reconociendo lo desafortunada que fue la intervención del ministro Varela, el aprovechamiento político que se generó a partir de sus palabras es escandaloso, pues con el solo propósito de atacarlos a él y al gobierno, la Confech, acompañada por el Colegio de Profesores, salió a la calle el jueves pasado exigiendo como derecho “no más educación sexista”. Pero el significado de sexista es muy claro: persona que discrimina a otra por razones de sexo. Al exigir poner término a lo que ellos llaman educación sexista, tanto los profesores como la Confech marcharon por las calles denunciando con pancartas que en los colegios de Chile se está cometiendo el delito de discriminación por sexo. Y esto sí que es una salida de madre de aquellas, la que ciertamente opaca la imprudencia verbal de Gerardo Varela.

Y es de aquellas, porque esos profesores que marcharon por la Alameda habrían estado reconociendo, implícitamente, que ellos discriminan a sus alumnos por razones de sexo. Porque, ¿contra quién reclaman al decir “no más educación sexista” si no es contra ellos mismos y sus colegas que están en las aulas? Y la Confech, ¿cómo hacen comparsa con quienes supuestamente serían sus victimarios?

La intencionalidad política de la marcha y su eslogan es clara, burda y termina cerrándoles la puerta en la cara, porque el derecho reclamado por los estudiantes de acabar con la educación sexista no sólo no contribuye en nada a mejorar la calidad de la educación, sino que el solo hecho de exigirlo le quita toda legitimidad al movimiento estudiantil, al convocar a paro para demandar que se ponga fin a algo inexistente, pues sin duda alguna es absolutamente falso que en Chile se imparta educación discriminando por sexo.

Cuidado, entonces, con las salidas de madre, que a veces pueden ser traicioneras.

 

Jaime Jankelevich, consultor de empresas

 

 

FOTO: SEBASTIAN BELTRÁN GAETE/AGENCIAUNO

 

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