La Presidenta Bachelet ha dicho que la anunciada visita del Papa a Chile “(…) nos va a permitir colocar al ser humano en el centro y no al dinero en el centro del desarrollo de una nación”.

Como la frase entraña un deseo que doña Michelle quiere compartir con su huésped y éste —habida consideración de escritos y declaraciones suyas sobre el tema— debiera acceder al requerimiento de la anfitriona, creo oportuno reproducir fragmentos de una alegación sobre la naturaleza del dinero. Lo hago, porque la fachada moralista del empeño presidencial encierra una visión ideológica del socialismo en todas sus variantes, permeando incluso vastos sectores políticos ubicados en la derecha.

Francisco D’Anconia —uno de los protagonistas de la novela La Rebelión de Atlas (Ayn Rand, 1957)— asiste a una fiesta en Nueva York. Mientras conversa animadamente con algunos invitados, una mujer elegantemente vestida y cubierta de valiosas joyas, dice:

– Bueno, sabemos que el dinero es el origen de todos los males…

D´Anconia toma la palabra:

“¿Así que crees que el dinero es el origen de toda maldad? ¿Te has preguntado alguna vez cuál es el origen del dinero? El dinero es un instrumento de cambio que no puede existir a menos que haya bienes producidos y hombres capaces de producirlos.

“El dinero es la forma material del principio de que las personas que desean tratar entre sí deben hacerlo por intercambio, dando valor por valor. El dinero no es un instrumento de mendigos que claman tu producto con lágrimas, ni el de saqueadores que te lo arrebatan por la fuerza. El dinero lo hacen posible sólo las personas que producen. ¿Esto es lo que considera malvado?

“No son los mendigos ni los saqueadores los que dan valor al dinero. Ni un océano de lágrimas ni todas las armas del mundo pueden evitar que esos papeles que hay en tu billetera se transformen en el pan que necesitarás para sobrevivir mañana. ¿Es eso lo que considera malvado?

“¿Has indagado alguna vez el origen de la producción? Mira un generador eléctrico y atrévete a decir que fue creado por el esfuerzo muscular de brutos insensatos. Trata de obtener tu alimento sólo a base de movimientos físicos y aprenderás que la mente humana es la raíz de todos los bienes producidos y de toda la riqueza que haya existido jamás sobre la tierra.

“¿Dices que el dinero lo hace el fuerte a expensas del débil? ¿A qué fuerza te refieres? ¿La fuerza de las armas? ¿La fuerza de los músculos? La riqueza es el producto de la capacidad del ser humano para pensar. Entonces, ¿hace dinero el hombre o la mujer que inventa un motor a expensas de quienes no lo inventaron? ¿Hace dinero el inteligente a expensas de los tontos? ¿El competente a expensas del incompetente? ¿El ambicioso a expensas del holgazán? El dinero se hace –antes de que pueda ser robado o mendigado– por el esfuerzo de cada persona hasta el límite de su capacidad. Es honrado quien sabe que no puede consumir más de lo que ha producido.

“El dinero se basa en el axioma de que cada persona es dueña de su mente y de su esfuerzo. El dinero no da poder para prescribir el valor de tu esfuerzo, excepto por el juicio voluntario de quien está dispuesto a entregar su esfuerzo a cambio de algo. El dinero permite obtener por tus bienes y por tu trabajo lo que ellos valen para quienes los compran, pero no más. El dinero no permite tratos, excepto aquellos en beneficio mutuo y por decisión libre y voluntaria de los comerciantes. El dinero exige de ti el reconocimiento de que las personas han de trabajar para su propio beneficio y no para su propio perjuicio; para ganar, no para perder. Exige que aceptes que los seres humanos no son bestias de carga nacidos para transportar el peso de tu miseria, y que tienes que ofrecerles valores, no heridas. Que el lazo común entre los hombres no es el intercambio de sufrimientos, sino el intercambio de bienes. El dinero exige que vendas, no tu debilidad o estupidez, sino tu talento; exige que compres, no lo peor que te ofrecen, sino lo mejor que tu dinero pueda encontrar. Y cuando los seres humanos comercian con la razón y no con la fuerza como árbitro final, el mejor producto es el que triunfa. Así, el grado de tu productividad es el grado de tu recompensa. Este es el código de la existencia humana cuyo instrumento es el dinero. ¿Es esto lo que consideras malvado?

“Pero el dinero es sólo un instrumento. Te llevará donde desees, pero no te sustituirá como conductor. Te dará los medios para la satisfacción de tus deseos, pero no te proveerá con deseos. El dinero no compra la felicidad para quien no sepa lo que quiere; no le dará un código de valores si ha evadido el conocimiento de qué valorar.

“El dinero no compra inteligencia para el estúpido, admiración para el cobarde ni respeto para el incompetente. Quien intente comprar los cerebros de sus superiores para que le sirvan, reemplazando con dinero su capacidad de juicio, acaba por convertirse en víctima de sus inferiores. Ningún ser humano puede ser inferior a su dinero. ¿Es ésta la razón por la que lo llamas malvado?

“El dinero es un medio de supervivencia. Si la fuente es corrupta, habrás condenado tu propia existencia. ¿Adquiriste tu dinero por fraude, cortejando los vicios o estupideces humanas? ¿Sirviendo a imbéciles con la esperanza de conseguir más de lo que su capacidad merece? ¿Rebajando tus principios, realizando tareas que desprecias para clientes que desdeñas? En tal caso, tu dinero no te dará ni un momento, ni un centavo de alegría. Todo cuanto compres se convertirá, no en una honra, sino en un reproche; no en un triunfo, sino en una vergüenza. Entonces, gritarás que el dinero es malvado. ¿Malvado, porque no sustituye al respeto que te debes a ti misma? ¿Malvado porque no te permitió disfrutar tu depravación? ¿Es ésa la raíz de tu odio al dinero?

“El dinero es un efecto, no una causa. El dinero es el producto de la virtud, pero no te dará virtud ni redimirá tus vicios. El dinero no te dará lo inmerecido, ni en materia ni en espíritu. ¿Es ésa la raíz de tu odio al dinero?

“La persona que vendería su alma por una moneda es la que proclama su odio al dinero. Y tiene buenas razones para odiarlo. Voy a darte una pista. La persona que maldice el dinero lo hace porque lo ha obtenido de forma deshonrosa; la persona que lo respeta, lo ha ganado honradamente. Aléjate que quien te diga que el dinero es malvado: tienes cerca un saqueador. En el comercio humano, el único sustituto para el dinero es una pistola. Y entonces la sociedad se deshace, envuelta en ruinas y carnicerías.

“¿Quieres saber si ese día va a llegar? Observa el dinero. El dinero es el barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando compruebes que el comercio se realiza no por consentimiento, sino por compulsión; cuando veas que para producir necesitas autorización de quienes no producen; cuando observes que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes sino favores; cuando veas que los seres humanos se enriquecen por soborno e influencias en vez de trabajo; y que las leyes no te protegen de ellos, sino que ellos se protegen de ti; cuando veas que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en auto sacrificio; cuando ello ocurra, puedes estar segura de que tu sociedad está condenada.

“En la historia de la humanidad el dinero fue siempre usurpado por saqueadores de distinta marca. Cambiaron sus nombres, pero sus métodos son los mismos: apropiarse de la riqueza por la fuerza y mantener a los productores atados, degradados, difamados y despojados de honor. Esa frase sobre la maldad del dinero que tú dijiste con irresponsable aire virtuoso, data de la época en que la riqueza era producida por el trabajo de esclavos que repetían los movimientos descubiertos previamente por la mente de alguien.

“Si se me pide el más valioso homenaje a los Estados Unidos de América, yo escogería ‘to make money’. Nadie, ningún país, había usado antes estas palabras. Se creía que la riqueza era una condición estática, disponible para ser arrebatada, mendigada, heredada, distribuida, saqueada u obtenida como un favor. Los estadounidenses fueron los primeros en entender que la riqueza tiene que ser creada. La frase ‘hacer dinero’ es esencialmente ética.

“Pero fue esta frase por la que los norteamericanos fueron estigmatizados por las decadentes culturas de los saqueadores. Ahora el credo de los saqueadores hace que tú consideres estos valores como motivo de vergüenza, la prosperidad como culpa, nuestros productores como granujas y nuestras fábricas como producto del trabajo de esclavos indigentes manejados con látigo, como en las pirámides de Egipto.

“Quien no ve diferencia entre el poder del dólar y el poder del látigo debería vivir la experiencia en su propio pellejo, como ocurrirá pronto, a menos que descubras la naturaleza virtuosa del dinero. Si el dinero deja de ser el instrumento por el cual los seres humanos tratan entre ellos y progresan, tú y quienes como tú piensan encontrarán su propia destrucción.

“Sangre, látigos, pistolas o… ¡dólares! Debes escoger. No hay otra opción y tu tiempo se está acabando”.

 

Alfonso Ríos Larrain

 

 

FOTO: YVO SALINAS/AGENCIAUNO

 

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