La discusión constitucional ha estado marcada por algunas polémicas en torno a la posibilidad real y concreta de tener un texto políticamente transversal. Sin embargo, hay otro aspecto que es preocupante no solamente de cara al plebiscito del próximo 17 de diciembre, sino también lo es respecto a cómo la política está discutiendo de cara al país, si por el bien de Chile o para defender posiciones particulares.

La falta de consistencia argumentativa, sin haber razones de fondo para un cambio radical de opinión, hace pensar que el aspecto de conveniencia política sea el que esté primando. Algunos ejemplos.

En primer lugar, el oficialismo era el que se oponía a que este nuevo proceso tuviera una participación de expertos porque consideraba que era antidemocrático. Hoy, sin embargo, defienden el borrador de los expertos como si fuera lo único aceptable del proceso constitucional, aunque ese borrador haya dejado cosas a propósito para que el Consejo Constitucional las definiera.

En segundo lugar, los mismos que nos decían que la única forma de salir de la crisis política era a través de una nueva Constitución, son los que hoy se oponen al texto que más participación ciudadana ha tenido en su elaboración. El Consejo Constitucional es la institución que más votos ha recibido en la historia de nuestro país. Ningún grupo de personas había recibido tantas voluntades.

Otro ejemplo de falta de consistencia es que, durante el proceso anterior, con todos los problemas manifiestos que se daban a conocer, el Presidente de la República dijo que “cualquier cosa era mejor que un texto redactado por cuatro generales”, refiriéndose a nuestra Constitución vigente. Y hoy, integrantes de esa misma coalición señalan que “quién hubiera dicho que iban a estar defendiendo la constitución de Pinochet”.

Por último, el Presidente de la Democracia Cristiana, Alberto Undurraga, señala en una entrevista que “no es posible aprobar una Constitución que signifique un retroceso en derechos”, sin señalar cuáles serían esos derechos en los que se estaría retrocediendo, ni tampoco estableciendo cuál es el punto de referencia para hablar de un retroceso. ¿Es la Constitución actual el punto de referencia de la DC? ¿Es el proyecto fracasado de la Convención Constitucional? Nada de eso dicen ¿por qué no lo dicen?

La verdad es que estamos en presencia de lisa y llanamente deshonestidad intelectual. Intentan aplicar un estándar al proyecto constitucional que salga del Consejo, completamente distinto al estándar que estuvieron dispuestos a aplicar cuando apoyaron el texto de la Convención Constitucional. Y lo peor, es que cuando pudieron contribuir a “mejorar” el texto, bajo sus propios parámetros, prefirieron rechazar esas enmiendas para seguir manteniendo un discurso lamentablemente oportunista.

Director ejecutivo del Instituto Res Publica

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