Hace ya más de una década los que hoy gobiernan apoyaron con mucho entusiasmo la idea de cambiar el modelo de desarrollo en Chile, inspirados por el libro de Fernando Atria y compañía, “El Otro Modelo”. En pocas palabras, reconocían que Chile había crecido, pero que ese crecimiento había llegado a una élite, con poder económico y político, que por años se había negado a hacer cambios, debido a que no quería perder sus privilegios. Era la añeja mirada de la lucha de clases, que había permitido la llegada del comunismo hace medio siglo, y que querían reeditar. Las palabras de Gabriel Boric, al asumir la presidencia “estamos abriendo las grandes alamedas por donde pase el hombre y la mujer libre”, lo hicieron patente.

El discurso era el mismo, pero la realidad era muy distinta, sobre todo porque el crecimiento de la economía sí estaba llegando a todos, y en mayor medida a los sectores de bajos ingresos, como mostraba la caída del índice Gini. Lamentablemente, fueron exitosos en el mercado de las ideas, y ahora están pagando las consecuencias de haber vendido ideas erradas y además fracasadas, lo que explica las constantes volteretas del Presidente. Ojalá aprendan la lección, y cuando vuelvan a ser oposición dejen de vender humo, le han hecho un daño enorme al país con sus falsas consignas.

Si comparamos algunas cifras de la última década con la anterior, se hará evidente la falsedad de la consigna sobre el crecimiento de unos pocos privilegiados.

Entre 2003 y 2013 el PIB registró un crecimiento promedio de 4,8%, el consumo privado, de 6,5% y la inversión de 9,7% por año. Entre 2013 y 2023 estas cifras cayeron a 1,9% para el PIB, 2,6% para el consumo y 0,5% para la inversión, por lejos el componente del gasto más afectado por las llamadas políticas de crecimiento inclusivo ¿Fueron los dueños del capital los más perjudicados? No parece, ya que tomaron la decisión esperada, adecuar sus porfolios de inversión, aumentado la inversión en el exterior.

El costo lo pagaron los trabajadores, y, por ende, también los consumidores, demostrando una vez más que las trabas al capital en una economía abierta perjudican más a los trabajadores que a los dueños del capital. Es así como entre 2003 y 2013 se habían creado en promedio 200 mil empleos por año, cifra que cayó a la mitad en la última década, a pesar del crecimiento en la población en edad de trabajar. Más preocupante es el hecho de que entre 2013 y 2023 el empleo asalariado privado sólo creció en 50 mil empleos promedio por año, mientras que entre 2010 y 2013 (no hay datos para los años anteriores) se crearon en promedio cerca de 190 mil empleos asalariados privados por año. Algo muy similar ser concluye respecto al empleo formal, ya que entre 2003 y 2013 el número de cotizantes aumentó en algo más 200 mil como promedio anual, y sólo en 78 mil en la última década. Pero no fue sólo más empleo, los salarios también subieron a mayor velocidad en la década anterior.  Si tomamos el ingreso imponible promedio mensual, en la última década, aumentó un 24% real, mientras que entre 2003 y 2013 creció un 36% también en términos reales. El índice de salarios reales del INE creció a una tasa promedio anual de 2,5% en esa década, para caer a casi la mitad en estos diez años, 1,4% promedio por año. Estos números son demasiados elocuentes en mostrar que el crecimiento no beneficiaba sólo a un grupo reducido de privilegiados.

Los defensores de “El Otro Modelo” podrían retrucar que entre 2003 y 2013 Chile se vio favorecido por el boom del cobre, y es cierto. Sin embargo, los números no son tan distintos en la década previa, entre 1993 y 2003, sin ninguna bonanza externa, pero sí con un crecimiento elevado. Además, si los mismos que hoy gobiernan no se hubieran dedicado a ponerle todo tipo de trabas al desarrollo, en materia tributaria, de permisología, de incerteza jurídica y de condena absoluta a lo que llamaban economía extractivista, hoy podríamos estar replicando los positivos efectos de la bonanza del cobre, pero con el litio, con lo cual además seríamos líderes en el aporte a la reconversión energética.

Sólo me hago la pregunta ¿alguna vez el Frente Amplio y el Partido Comunista harán un mea culpa por el daño que le han hecho a los trabajadores y consumidores chilenos? Soñar no cuesta nada.

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