870.000 millones de dólares al año genera el crimen organizado según dijo el líder de Interpol esta semana. El impacto que este tipo de delincuencia tiene en la seguridad es evidente, pero no es el único pues también daña el tejido social y merma el desarrollo económico. Una amenaza multidimensional que tiene al índice de temor nacional en su mayor nivel.

¿Qué tan nuevo es esto para Chile? No mucho. Desde los años 90 que a través del narcotráfico el crimen organizado usa a nuestro país como zona de tránsito, sin embargo, gracias a un debilitamiento institucional y al retroceso del Estado de Derecho las bandas criminales han llegado a instalarse y a disputar el poder con los grupos de delincuentes locales.

Esto, ha significado el avance del crimen en distintos ámbitos. Ya no sólo hablamos de narcotráfico, también de tráfico de armas y personas. Además, deberíamos referimos a una problemática que está impactando directamente en el desarrollo y bienestar de la población: los mercados ilícitos entorno a nuestros commodities.

Es cierto que Chile tiene instituciones que funcionan. Pero una respuesta eficiente contra el crimen organizado no pasa por el mero hecho de tenerlas, es necesario que éstas cuenten con los procesos, herramientas y aproximación adecuada para enfrentar el fenómeno. Y ahí es donde fallamos. No nos modernizamos a tiempo y ahora estamos permanentemente reaccionando a ello.

Necesitamos un Ministerio de Educación que prevenga que nuestros niños y adolescentes ingresen a bandas criminales, que los acompañe y evite la deserción escolar; un Ministerio de Salud que incorpore al consumo problemático de drogas como un asunto de salud pública y contribuya con medidas de rehabilitación; un Ministerio de Vivienda que trabaje con las demás instituciones en el control de las tomas ilegales de terreno; Impuestos Internos, Aduanas, Unidad de Análisis Financiero… Y podríamos seguir enumerando. En resumen, requerimos de un Estado presente y activo en todas sus dimensiones, no sólo en seguridad.

Pero, falta un elemento importantísimo y que hoy está en las primeras planas de todos los medios: la corrupción. Un oficio de la fiscalía al Ministerio de Vivienda “extraviado en el camino” y el robo de los computadores que incluyó el del exministro Jackson hacen que, necesariamente, tengamos que hablar de corrupción. Sin ella el avance del crimen organizado se hace más difícil al mismo tiempo que se fortalece el Estado, sus instituciones y la democracia.

No es fácil responder a esta amenaza, son múltiples aspectos los que deben ser abordados. Los recursos son limitados, igual que el tiempo. Pero eso no puede llevarnos a una paralización, hay que empezar por algún lado. La pregunta es por dónde. No hay una receta mágica para responderla, pero sin duda, debería priorizarse la inteligencia, las cárceles y los más jóvenes. Decisiones informadas, cortar las redes criminales en los recintos penitenciarios y generar oportunidades para las nuevas generaciones es una manera de comenzar. No todo se soluciona con más policías, eso, es sólo una parte.

Investigadora Athenalab. Experta en seguridad, narcotráfico y defensa

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2 Comentarios

  1. Excelente análisis que ojalá consideren las autoridades de gobierno, que parecen perdidas y agobiadas por el exponencial aumento de la inseguridad ciudadana producto del crimen organizado que campea en nuestro país.

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