Cuando aún no se termina de cerrar el trabajo que le propondrá al país el texto de una nueva Constitución y por ende aún no se conoce el texto definitivo, distintos miembros de los partidos oficialistas están llamando a votar en contra. Pero no son sólo ellos, sino que también hay personas identificadas con la oposición al gobierno que se inclinan por votar en contra e inducen a sus seguidores a hacer lo mismo, criticando el contenido de ciertos capítulos de la Constitución como si conocieran cómo van a quedar definitivamente, pero también porque no les gusta el proceso que acordó la institucionalidad actualmente vigente para brindarnos una nueva Carta.
Analizando estos dos llamados a votar en contra, resulta curioso que siendo opuestos ideológicamente en su origen, el resultado que buscan sea idéntico, lo que implica que tendrían que asumir unidos su común responsabilidad, por el daño a la estabilidad del país que provocaría un rechazo mayoritario a la nueva propuesta de Constitución el próximo 17 de diciembre.
Me parece que los argumentos de aquellas personas de oposición al gobierno que llaman a votar en contra son por una parte falaces, pues aún no hay texto definitivo y enseguida, llamar a oponerse porque no les gusta cómo se acordó el nuevo proceso es un sin sentido ante la imposibilidad de cambiar aquello, y porque adicionalmente la Constitución actual ya fue desahuciada por un 78,28% en el plebiscito de entrada al primer proceso y además de facto por los parlamentarios, por ejemplo, al aprobar los retiros desde las AFP.
Distinto es el caso de los partidos oficialistas, pues lo que buscan al llamar a votar en contra, más que hacerlo porque se oponen a ciertos temas como el cambio desde “del que está por nacer a de quien está por nacer”, es evitar tener que sufrir una nueva derrota cultural de ganar mayoritariamente el voto a favor, como ocurrió en el plebiscito del 4-S. Y por cierto buscarán cualquier pretexto para llamar a votar en contra, como ya se sabe es la posición del PC, pues ven este plebiscito como una lucha por la hegemonía político cultural entre dos modelos de sociedad.
Es muy lamentable que desde la política se continúe pensando el tema Constitucional desde las consecuencias electorales que podría tener llamar a votar de un modo u otro; desde cual candidato presidencial saldría favorecido o perjudicado si se aprueba o no la Constitución cuando esa elección es en 2025; de cómo los afectaría en las elecciones del próximo año para alcaldes, consejales y gobernadores o en cuánto ayudaría o perjudicaría al gobierno si se aprueba o rechaza el nuevo texto.
Llevamos diez años de incertidumbre sobre cuál será la Carta que orientará los destinos de Chile los próximos 40-50 años desde que Bachelet le presentó al país su programa de gobierno 2014-2018 prometiendo una nueva Constitución. Se sabe que es imposible que exista absoluta conformidad de todos sobre todo el articulado que se incorpore al nuevo texto, por lo que es hora ya que terminemos con la incerteza jurídica de no contar con reglas claras, lo que solo causa desempleo, pobreza, salida de capitales, falta de inversión y en definitiva un retroceso de graves consecuencias para el país.
El 76% de los chilenos expresó en una de las últimas Cadem que votarían a favor si la nueva Constitución le brindara estabilidad futura a Chile. Hasta ahora, se conoce que un 52% de los artículos aprobados ha sido por la unanimidad de los consejeros; o sea, por los 50 miembros. En la rechazada el 4-S, solo un 0,9%. Los que dicen entonces que es una Constitución partisana, quedan en evidencia que lo dicen por las razones arriba expuestas, por lo que, si queremos volver a la senda del crecimiento y el desarrollo, lo único que corresponde hacer, por el bien de Chile y todos los chilenos, es votar a favor de la nueva Constitución el 17 de diciembre.
De seguir en esta lucha por los votos a favor o en contra con una visión netamente política, el 17D podría terminar siendo un plebiscito por la hegemonía político cultural entre dos modelos de sociedad y no por si estamos de acuerdo o en contra del texto de una nueva Constitución.
De ser así, a no equivocarse el 17-D.
Jaime, excelente comentario, hay que aprobar sin miedo.
abrazo
gonzalo mingo o
?????
Excelente comentario! A Favor!!