Peronismo, Frente para la Victoria, “kirchnerismo y “cristinismo”. 12 años pasaron desde que Néstor Kirchner asumió como Presidente de la Argentina y en este lapso de tiempo el gobierno, que empezó como peronista, fue cambiando su denominación. Primero formó un partido más abarcativo que el peronismo que incluía fuerzas de izquierda más combativas llamado Frente para la Victoria. Luego, con Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta, ya se hablaba de “kirchnerismo” y con su reelección, “cristinismo”, por la impronta que cada uno le dio en su mandato.

La realidad es que los Kirchner supieron ser una máquina de generar poder agarrándose de un discurso basado en la división, confrontación, la bandera de los Derechos Humanos (a su conveniencia), y como enemigos acérrimos del capitalismo e imperialismo reinante en los 90’. Como gobierno utilizaron los medios de comunicación para que su discurso llegue de la manera que ellos querían, formando un grupo de multimedios absolutamente leal y al servicio de la caza de sus enemigos. Usaron el Estado como propio, gastando cantidades exponenciales de los impuestos en pauta para aquellos periodistas que estaban alineados a “el proyecto”, como ellos lo llaman. También apostaron fuerte al rubro de actores, músicos, gente de la cultura, etc.

Fueron 12 años de estar del lado de ellos o ser el enemigo. Todo aquel que pensaba distinto era anti patria, cipayo y enemigo de los intereses nacionales. Estabas de un lado o el otro, no había espacio para nada más. Y ese discurso se diseminó a toda la sociedad… ¿Estás con el modelo? ¿Sos kirchnerista? Esas preguntas, hasta ahora, se hacían en cualquier momento y lugar.

Los kirchneristas no vieron algo en su afán de tener controlada a gran parte de la sociedad argentina… que el pueblo ya no creía más en su discurso, que cada vez se alejaba más de la realidad. La gente quería más paz y menos discusión, menos inflación y más estabilidad, menos discurso y más obras de infraestructura. La sociedad se metió en la política (una muestra clara fue la cantidad de fiscales voluntarios que participaron en la última elección), ya no se dejan comprar por el discurso. Otra prueba de esto fue el debate presidencial del pasado domingo que marcó un record histórico de 54 puntos de rating… esto es más que la final entre Alemania y Argentina en el Mundial del 2014 en un país donde se respira fútbol.

El domingo los argentinos vuelven a votar, una vez más este año. Primer balotaje. Dos opciones, una continuidad del “kirchnerismo” encarnada en Daniel Scioli; y por el otro lado Mauricio Macri, opositor del gobierno, representante de una fuerza de colación entre su propio partido fundado en 2003, y radicales, independientes y algunos peronistas. El nombre de esta colación: Cambiemos. Ya el nombre en sí representa lo que muchos argentinos anhelan para el país.

Pero sea el resultado que sea, el “kirchnerismo” devenido en “cristinismo”, se acaba. Scioli tiene otro estilo de hacer política, siempre se mostró más abierto al diálogo y flexible que Cristina. Pero desde la derrota de las elecciones en primera vuelta (aclaremos que Scioli ganó, pero no con la ventaja esperada y el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, perdió frente a la representante de Cambiemos) el discurso de campaña se hizo cada vez más violento. La “campaña del miedo” fue el nombre que recibió por parte de la gente su manera de promocionarse, que en vez de hacerlo proponiendo soluciones a los problemas de los argentinos fue atacar directamente a Macri, diciendo todo lo malo, con escenarios realmente deplorables, que sucederían en caso de votarlo.

Por su lado, desde Cambiemos, siguieron con la misma campaña que hicieron todo el año. El discurso se basa en la unidad de los argentinos, en la no agresión, y darle lugar a la esperanza y fe en que se puede, y que el país tiene todo para lograr estar mejor. Todas las encuestadoras dan por ganador a Macri. Habrá que esperar para ver si esta vez sus predicciones fueron correctas.

Luego de 12 años de tener una maquinaria discursiva a los pies del gobierno, los argentinos dejaron de creer en batallas épicas que relataba el gobierno que no se reflejaban en el bienestar de la gente. Ahora necesitan acciones y ver realmente qué ofrecen los posibles dirigentes para solucionar los problemas más fuerte que enfrentan todos los días: inseguridad, violencia e inflación. Pero lo que más anhelan es tranquilidad, paz, no quieren más conflicto. El domingo se viene el cambio. Los argentinos están involucrados en la elección, informados, metidos, y muchos han sido fiscales y lo volverán a ser. El “cristinismo”, al menos por los siguientes cuatro años, se acaba. Aires nuevos se vienen para la Argentina.

 

Inés de Elizalde, Licenciada en Comunicación Social.

 

FOTO: DAVID CORTÉS SEREY/AGENCIAUNO

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