«Que nos haya escuchado fue maravilloso. Fue impresionante estar con él por cuatro horas y que supiera lo que pasó de boca de las víctimas», señaló ayer Sergio Cobo, sacerdote víctima de abusos cometidos por Fernando Karadima, tras su retorno del encuentro que sostuvo en el Vaticano con el Papa Francisco.

El viaje a la Santa Sede se dio en el marco de las investigaciones que ha realizado la Iglesia Católica a raíz de los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Chile, lo que incluso motivó que la totalidad de los obispos chilenos le presentaran su renuncia al Sumo Pontífice.

En medio de este escenario, el rector del Seminario Pontificio Mayor de Santiago -institución en la que estudian los jóvenes que quieren dedicar su vida al sacerdocio pero sin pertenecer a una congregación-, el padre Cristián Castro, conversa con «El Líbero» sobre cómo la institución está abordando este tema.

-Uno de los sacerdotes víctima de Karadima, tras reunirse con el Papa dijo: «No es el momento de apuntar a una sola persona, eso nos ha pedido el Papa”. ¿Qué señal da el Sumo Pontífice?

-No se trata de sacar una o unas personas como chivos expiatorios del problema, sino que ir a la raíz del problema y eso es lo que el Papa les quiso transmitir a este grupo, según las declaraciones del Padre Cobo.

-¿Es una medida adecuada?

-Claro, en el fondo está diciendo que hay que verificar cuál es la raíz de este problema. La última carta que envió el Papa dice que ha existido una cultura del abuso y del encubrimiento. Es esa cultura la que hay que abordar con mayor profundidad y que no se hace cortando cabezas, sino que atacando de raíz una cultura que se ha enquistado con el tiempo en nuestras relaciones.

«La clave siempre es la formación más integral posible para abordar el tema de los abusos»

-Según datos de la Encuesta Bicentenario (UC y Adimark GfK) en 2006 al 32% de las familias les gustaría que su hijo opte por un camino religioso. En 2017, solo era el 14%. ¿Hay una desconexión entre la Iglesia y las familias?

-Tiene varios factores. Existe, culturalmente, una dinámica de secularización, en la cual la familia pierde fuerza como agente primordial de ser transmisora de la fe. Ocurre un fenómeno sociocultural en el que el aspecto de la fe, y la participación en alguna comunidad eclesial, no tiene tanta preponderancia como la tenía en décadas anteriores. Eso más o menos ocurre con todas las confesiones religiosas, no solamente con la iglesia católica.

-¿Pero son un factor los casos de abusos sexuales en las postulaciones al seminario?

-Sin duda es un factor, dentro de otros, que implica, tal vez, que los muchachos que están con inquietudes vocacionales se cuestionen mucho más si acaso este es un llamado para sus vidas.

Hay todo un proceso que estamos dando, muy en comunión con la Iglesia, de ir generando ambientes y espacios sanos».

-Usted mencionó, hace un tiempo, que estaban conversando con los estudiantes sobre el tema de abusos sexuales. ¿Cómo cambia la preparación de los estudiantes en base a esto?

-La clave siempre es la formación más integral posible para abordar el tema de los abusos. Este es un tema transversal, de toda la sociedad. Tiene que ver cómo se da la dinámica en el proceso del uso del poder, el abuso de la conciencia y, por último, que es lo más duro, el abuso sexual. Hay todo un proceso que estamos dando, muy en comunión con la Iglesia, de ir generando ambientes y espacios sanos.

-Cuando se conocen estos casos, ¿se conversan en el seminario?

-Hoy día, como la situación mediática es tan instantánea, efectivamente los muchachos lo conversan. Tratamos de abrir todos los espacios para generar esa conversación y en ningún caso bloquearla, porque los muchachos están insertos en su entorno social. Así como van conociendo cómo les ha ido a los chilenos con las medallas de oro en Cochabamba, saben también lo que pasa con estas situaciones de la iglesia, que son dolorosísimas. Están al tanto, ahora, de lo que ha pasado en Rancagua, de la ex religiosa que ha formulado una denuncia. Conversando con los muchachos del seminario y con otros sacerdotes es cierto que hay tristeza, vergüenza, desolación, es verdad, y tenemos que tratarlo. Pero, junto con eso, hay esperanza que de aquí podamos salir fortalecidos para el próximo tiempo. Enriquecidos a nuestro horizonte que es la evangelización.

«La renovación no significa solo cambiar personas, hay que cambiar mentalidades»

-Cuando los obispos le presentan su renuncia al Papa dicen «le estamos dejando la vía libre». ¿Está de acuerdo con la medida?

-Es una medida muy valiosa en cuanto le dicen al Papa «tenga usted toda la libertad de acción. Le dejamos en sus manos la determinación de que usted, con plena libertad, decida qué es lo mejor para la Iglesia de Chile». Ese es el gesto. Es una medida muy sensata, muy sana, muy loable. Es decir «nosotros, antes que nada, queremos colaborar con usted».

(Renuncia de los obispos) Es una medida muy sensata, muy sana, muy loable. Es decir «nosotros antes que nada queremos colaborar con usted».

-Se ha dicho que lo que el Papa Francisco está haciendo en Chile lo que quiere hacer a nivel mundial…

-Claro, porque en el fondo estos elementos no son solamente de Chile, son situaciones que se pueden dar en muchísimas otras partes y eso implica una nueva mirada, una nueva forma de enfrentar estas situaciones y de ejercer la sana autoridad. De volver a plantear con fuerza el buen trato en la Iglesia como tal y, de ahí, diseminarlo como un aporte a la sociedad.

-A raíz de esto se ha empezado a hablar de una renovación al interior de la Iglesia, ¿está de acuerdo con esto?

-Totalmente. La renovación no significa solo cambiar personas, hay que cambiar mentalidades, estructuras, formas de pensar, de sentir y de actuar. Es más profundo.

«Como rector del seminario lo más importante es formular una consciencia formativa que ayude a evitar, en lo posible, la ocurrencia de abusos de toda índole»

-La Iglesia ha pedido perdón, ¿cree que falta un paso más?

-Yo entiendo que a veces pedir perdón y sentir vergüenza no es suficiente. No nos podemos pasar la vida pidiendo perdón y tener la cara colorada de vergüenza. Tenemos que tomar resoluciones y, para mí, como rector del seminario lo más importante es formular una consciencia formativa que ayude a evitar, en lo posible, la ocurrencia de abusos de toda índole y generar los espacios de convivencia sano.

Si una persona cometía una situación abusiva, o incluso delictual, se cometía la torpeza de trasladarlo.(…) Eso es inconcebible hoy día, y puede ser que en algunas partes siga ocurriendo».

-¿Faltan sanciones más duras en estos casos?

-Esa era una falla por desconocimiento, no por mala voluntad. Si una persona cometía una situación abusiva, o incluso delictual, se cometía la torpeza de trasladarlo. Entonces trasladabas el problema y no lo sanabas. Eso es inconcebible hoy día, y puede ser que en algunas partes siga ocurriendo.

-Diputados de la Democracia Cristiana presentaron un proyecto para obligar a sacerdotes a denunciar en la Fiscalía abusos contra menores, ¿está de acuerdo con la iniciativa?

-Lo encuentro muy bueno, en el sentido de que civilmente nos colaboramos mutuamente entre las instituciones. Aquí tiene que haber una red de apoyo, Fiscalía, Servicio Nacional de Menores, iglesias, colegios, todos tenemos que ayudarnos. Aquí lo que importa es evitar abusos y formar hacia el buen trato. Al menos en su titular me parece interesante en cuanto que inmediatamente se pueda abordar, porque la Iglesia no tiene los aparatajes para investigar.

-El Papa envió nuevamente a Chile al arzobispo Charles Scicluna y al sacerdote Jordi Bertomeu para que visiten Osorno. ¿Qué se puede esperar de estas gestiones?

-Entiendo que van a encontrarse con esa Iglesia particular para dialogar con ella, recabar más antecedentes in situ, estando allá, que es distinto hacerlo desde lejos. Es muy valioso que el problema también se enfrente en la misma realidad donde ocurre, que en este caso es la iglesia de Osorno.