La Presidenta Michelle Bachelet realizará hoy una visita de estado a Suecia, donde se reunirá con políticos, empresarios e inversionistas  para profundizar la “cooperación bilateral en diversas áreas, entre ellas, bienestar, equidad y responsabilidad social empresarial”, según informó la Presidencia.

Además, la visita  “será una oportunidad para destacar las reformas que está impulsando Chile en distintos ámbitos, como educación, tributaria y laboral”, informó La Moneda.

Suecia tiene 9,8 millones de habitantes, una renta per cápita de casi US$58 mil y ocupa el lugar 14 en el informe mundial de desarrollo humano. En cambio, nuestro país tiene una renta bajo los US$19 mil y está en el lugar 42 en dicho informe de las Naciones Unidas.

Precisamente para ahondar en Suecia y en su famoso estado de bienestar, “El Líbero” conversa con Mauricio Rojas, ex mirista exiliado que vivió más de tres décadas en el nórdico país, donde llegó a ser diputado del Partido Popular Liberal entre 2002 y 2008.

-¿Qué podría aprender Bachelet del modelo sueco?

-Ojalá vaya a aprender lo que es una socialdemocracia moderna, es lo que desearía, aunque no creo que esa sea la intención del viaje. Que estudie la salud, educación y los servicios del bienestar y vea cómo en Suecia en vez de excluir al emprendedor o condenar al lucro se le incorpora, se le invita a participar. Es una política completamente distinta. No se buscan los monopolios estatales. Todo eso cambió radicalmente. Bachelet se quedó en la épica de Olof Palme, 25-30 años atrás en la historia, cuando había monopolios públicos y un Estado que después quebró. Creo que deben ser muy distintos los objetivos de su visita, pero ojalá pueda investigar un poco más en las áreas donde ella está tratando de hacer reformas. Que vea el impuesto a las ganancias de las empresas. Suecia tenía en los 90’ más del 50% de impuesto a las ganancias y entendió la locura que era eso para un país chico y abierto que tiene que atraer capital: hoy está en 22%. En Chile estamos en 27%. Suecia está mirando qué hacen los países con economías pequeñas abiertas para no quedarse con impuestos más altos, porque tiene que atraer capital y emprendimiento. En Chile estamos haciendo todo lo contrario. Sería otro punto muy interesante que viera. En Suecia se eliminaron los impuestos a las herencias y a la riqueza porque son destructivos.

Rojas: «Suecia tenía en los 90’ más del 50% de impuesto a las ganancias y entendió la locura que era eso para un país chico y abierto que tiene que atraer capital, y hoy está en 22%. En Chile estamos en 27%»

-¿El gobierno y la NM se quedaron con esa nostalgia de la Suecia de los 80’?

-Totalmente. Eso es lo triste de esta experiencia de la Nueva Mayoría, que es como sacada de un museo, respecto de los países avanzados. Esto es el retrogresismo completo. Es mirar al pasado fracasado. Tendría que enterarse Bachelet lo que pasó en Suecia en los años 90, la crisis tremenda  que experimentó ese estado monopólico enorme y por qué hubo que restringir todo eso. Tendría que aprender de la libertad de elección de la gente, la colaboración con el sector empresarial, que se ha replanteado los servicios del bienestar.

-¿Cómo cambió el estado de bienestar sueco tras la crisis?

-Antes eran monopolios públicos del viejo estilo. El estado financiaba y monopolizaba todo lo que podía en educación, salud, y hoy es todo lo contrario. A la gente se le dan vouchers (el dinero público sigue a la persona). Si la persona opta por ir a una clínica privada ahí va la plata pública, y si opta por mandar a sus hijos a un colegio de una sociedad por acciones con fin de lucro ahí va también el cheque escolar. Ya no son los políticos los que deciden sobre el sector de servicio públicamente financiado, sino que es la gente recibiendo su voucher o cheque, todo lo contrario a lo que se quiere hacer acá, con políticos decidiéndolo todo y la libertad de elección es mínima. Me encantaría que aprendiera cosas así. Le haría un bien tremendo a Chile tener una verdadera socialdemocracia, que quiere decir dos cosas en Europa: Aceptación de la democracia y de la economía de mercado y del capitalismo como creación de riqueza. No son anticapitalistas como acá, no andan demonizando al lucro ni persiguiendo al empresario, sino lo atraen e incorporan, como este socialismo añejo que  tenemos acá, del cual Bachelet es un ejemplo increíble. Ella tiene sus preferencias con la República Democrática Alemana, lamentablemente.

Rojas: «Bachelet podría volver siendo otra si abriera bien los ojos, los oídos y quisiera aprender de los socialdemócratas, del gran consenso en esta nueva idea del estado del bienestar que no es monopólico y estatista, sino que es pro empoderamiento ciudadano y de colaboración con el sector empresarial»

-¿Qué opina del estado de bienestar con derechos garantizados que quiere implementar el gobierno de Bachelet?

-Irrealismo puro. Las  leyes fundamentales suecas, la Constitución, que es una serie de leyes, no tiene nada de eso. Tiene algo sobre derechos individuales, las libertades fundamentales y  sobre cómo funciona el sistema político. Poner un montón de derechos lo hacen las constituciones chabacanas de América Latina, donde ponemos mil páginas con los derechos. Eso nunca lo han creído en el norte de Europa. Tampoco esa idea de la ruptura, de refundar el país, ojalá que Bachelet aprendiera el sentido de la continuidad de los suecos, de no crear tensiones, de buscar el consenso.  Bachelet podría volver siendo otra si abriera bien los ojos, los oídos y quisiera aprender de los socialdemócratas, del gran consenso en esta nueva idea del estado del bienestar que no es monopólico y estatista, sino que es pro empoderamiento ciudadano y de colaboración con el sector empresarial.

-¿Cómo fue la crisis económica del estado de bienestar sueco?

-Hubo una crisis económica tremenda entre 1990 y 1994. Ese estado que prometía y quería hacerlo todo quebró. En 1993 el déficit del PIB llegó al -11%. Tanto así que un sueco dijo que eran una república bananera y alguien le respondió, pero sin bananas, porque el clima no lo permite. La socialdemocracia entendió que la sobredimensión del estado y los monopolios públicos había que cambiarlos para que sobreviviera el estado de bienestar, no para desmontarlo, para hacerlo viable. Fue la idea de todas las reformas, en un gran consenso. Se busca un genuino consenso para que las políticas públicas no cambien de un gobierno a otro. Hay un aprendizaje político importante, la búsqueda de consenso.

Rojas: «En salud, educación, cuidados de ancianos y niños se introdujo la libertad de elección con los vouchers y la libertad de empresas. En Estocolmo, en la educación secundaria la  mayoría de los niños va a escuelas privadas con fines de lucro, públicamente financiadas con cheques escolares»

-¿Por qué califica de irreal el estado de bienestar que quiere implementar el gobierno de Bachelet?

-El sistema que hablan acá es el viejo estado sueco, es todo lo contrario de lo hecho en los últimos 25 años para salvar el estado de bienestar de Suecia. Ese estado que se construyó era inviable. El crecimiento se fue al hoyo, porque si tienes  tremendos monopolios, con un gasto público que llegó casi al 70%, tienes un problema. Se privatizaron todos los monopolios  de infraestructura y servicios básicos, agua, telecomunicaciones, energía, correos, ferrocarriles. El único monopolio estatal que queda es la venta de las bebidas alcohólicas. En salud, educación, cuidados de ancianos y niños se introdujo la libertad de elección con los vouchers y la libertad de empresas. Hay regulaciones y controles, pero la gente elije, y han elegido más escuelas privadas, más clínicas privadas, se ha dejado a la gente que realice el cambio de contenido del estado de bienestar, no a un político que dicte lo que podían hacer. En Estocolmo en la educación secundaria la  mayoría de los niños va a escuelas privadas con fines de lucro, públicamente financiadas con cheques escolares. Esta línea que parte de los años 90’ con la crisis la han seguido la izquierda y derecha. Es como un barco que tiene trazada una ruta, que le da tremenda solidez a la marcha.

-¿Cómo ve a Chile de seguir el rumbo actual?

-Pésimo. Estamos viendo el precio del asunto, en aumento de cesantía. La ilusión que se trató de  crear acá era que las reformas no tendrían ningún efecto, especialmente para los vulnerables, lo que es el cuento del tío. Cómo no va a tener efecto subir el impuesto a la ganancia. ¿Por qué lo bajan en Suecia, entonces? Cómo se permite a una economía pequeña y abierta tener impuestos más altos que otros países similares. Parece que no estuvieran en el mismo mundo. El cambio constitucional crea una incertidumbre bárbara. Todo eso va debilitando las bases de crecimiento, lo que coincide con la caída del precio. Tenemos un ambiente político de crispación creciente, lo cual es una de las cosas más dañinas. Lamentablemente, este nuevo gobierno ha sido una ruptura de una buena tradición chilena de consensos, acuerdos, de tener cuidado con lo que se hace, tener buenas políticas porque ha sido improvisado. Lo terrible es que lo paga la gente de menores recursos.  Es pura ideología y deseo político de cambiar el país, de ponerles sueños juveniles, y desde afuera se ve con mucho asombro cómo un país bien orientado e inteligente de repente se da el derecho de ser estúpido, como dijo un historiador famoso. Ojalá la Presidenta abra los ojos, tiene mucho que aprender de lo moderno, lo que funciona, pero está tan cargada a sus sueños de RDA que uno cree que es difícil  que pase.

Rojas: «Los legisladores suecos se meten lo menos posible a regular el mercado del trabajo. No es en el Parlamento de Suecia donde se discuten estas cosas, sino que las discuten directamente los sindicatos y los empresarios. En Suecia no hay salario mínimo legal»

-En Chile se discute una reforma laboral, ¿cómo es el mercado laboral de Suecia?

-Hay más flexibilidad laboral que acá. Los legisladores suecos se meten lo menos posible a regular el mercado del trabajo. No es en el Parlamento de Suecia donde se discuten estas cosas, sino que las discuten directamente los sindicatos y los empresarios. En Suecia no hay salario mínimo legal.  Los sindicatos y empleadores siempre han rechazado ese tipo de intervenciones políticas, porque dicen ‘qué sabe un político de estas cosas’. Son sindicatos muy responsables,  muy distintos a Chile, porque son muy grandes. Ellos no pueden tener políticas irresponsables como los sindicatos minoritarios chilenos.

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