“No sabemos si el antivoto fujimorista es tan fuerte ahora como fue la vez pasada”, dice José Antonio García Belaúnde. Al teléfono desde Lima, el ex canciller peruano que fue el encargado de presentar la demanda marítima contra Chile en La Haya, desmenuza los escenarios que se abren en Perú luego que los últimos cómputos confirmaran que en el balotaje presidencial del próximo 5 de junio se enfrentarán Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski.

En entrevista con “El Líbero”, García Belaúnde dice que el electorado peruano no se ha derechizado, sino que defiende los progresos que ha experimentado el país en los últimos años. En ese sentido, sostiene que, gane quien gane, los grandes lineamientos del modelo del país se mantendrán.

Sobre Chile, en tanto, señala que es tiempo de iniciar una nueva etapa en la relación, la que se ha visto afectada en los últimos años por la discusión del triángulo terrestre y la del supuesto espía.

– ¿A qué se debe que el electorado peruano haya hecho un viraje hacia la derecha, como menciona la portada de un diario de su país?

– Primero debo decir que el gobierno de Ollanta Humala no ha sido de izquierda ni nada que se le parezca. El electorado peruano desde hace muchos años, mal que bien cree que se deben mantener ciertos principios básicos, que podemos llamar de derecha, pero que son principios básicos de una buena economía, el crecimiento, la estabilidad, la seguridad, etc. Eso viene desde hace muchos años. Yo creo que la verdadera lectura es que no hay mucha diferencia en el electorado. Es el mismo electorado.

– ¿Cómo ve el rebaraje del naipe político para esta segunda vuelta? En la elección pasada hubo tres puntos de diferencia entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, fue bastante reñido. ¿Se espera lo mismo para este balotaje?

– Todas las segundas vueltas son un nuevo proceso, una nueva elección. No me atrevería a decir mucho. Tendría cierta lógica pensar que ocurrirá lo mismo que la vez pasada. No sabemos si el antivoto fujimorista es tan fuerte ahora como fue la vez pasada. Eso habrá que verlo.

– En el proceso pasado figuras como Mario Vargas Llosa hicieron una irrupción en la campaña apoyando a Humala para evitar el triunfo del fujimorismo. ¿Va a haber ese tipo de gestos y señales en esta segunda vuelta?

– Va a ocurrir, pero va a ser en un formato más natural. No resultaba tan natural ver a Mario Vargas Llosa apoyando a Humala. Fue un ‘yo te apoyo, pero me firmas una garantía de que vas a respetar la Constitución y las libertades básicas’. Ahora no va a haber esa situación. Cada cual va a buscar sus adhesiones, pero van a ser más naturales y fluidas.

– ¿Usted apoyaba a Alan García en esta vuelta?

– Yo no he sido parte de la campaña. Recuerde que yo soy un diplomático y no un político, entonces no me meto a hacer campañas porque es algo que no sé hacer. He estado con él y lo acompañé al cierre de campaña el día viernes, mantengo mi adhesión a él, pero no he estado en campaña ni pretendí meter mi cuchara donde no podía hacer más nada, porque no sabía hacer.

– ¿Alan García se plegará a la campaña de PPK?

– Yo creo que él no va a decir nada y se va a mantener al margen.

– ¿Qué se puede esperar de un gobierno de Keiko Fujimori o de PPK? Por sus palabras desprendo que cree que no habrá mayores cambios y que ambas serían gestiones continuistas.

– Mire. El país que dejó Alan García a Humala fue un país muy inserto en la economía internacional, porque se lograron acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, con la Unión Europea, con China y además se creó la Alianza del Pacífico. Eso no se va a alterar. Lo que puede cambiar son las prioridades en ciertos gastos, en gastos sociales, gastos en vivienda, PPK habla mucho del tema de la infraestructura, de los servicios públicos, del agua y de los alcantarillados. Es decir, el manejo cotidiano puede cambiar, pero lo que no va a alterarse son los grandes lineamientos del país.

– Han sido años difíciles entre Chile y Perú, y usted lo sabe porque estuvo liderando el proceso de la demanda peruana en La Haya. Pero también hay una agenda importante considerando los temas de la Alianza del Pacífico. ¿Cómo puede ser la relación entre un eventual gobierno de PPK o de Keiko con el de Michelle Bachelet?

– Yo tengo confianza en que un gobierno de Keiko o de PPK pueda dar inicio a una nueva etapa buena con Chile que, lamentablemente, se ha perdido. Yo creo que Perú y Chile en la época de Humala y Piñera, en la época pre fallo de La Haya, trabajaron muy bien para que el fallo no creara turbulencias. En el argot aeronáutico, trabajaron para llegar a un soft landing, cosa que el fallo llegara y fuera aceptado, digerido y procesado y luego a otra cosa. Eso se trabajó muy bien. Después de eso vino el tema del triángulo (terrestre) y el tema interminable del espía. Con esas cosas se perdió un buen momento entre ambos países. Hay que recuperar un poco ese ánimo de convivencia buena y fluida que se llegó a tener en un momento determinado y que en el camino se perdió. Yo creo que tanto la candidatura del fujimorismo como la candidatura de PPK hacen posible eso. Espero que por parte de Chile exista el mismo ánimo.

– En Chile estamos a un año y medio aproximadamente de las elecciones y suenan como candidatos los ex presidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera. En las actuales elecciones peruanas postularon también dos ex presidentes como García y Alejandro Toledo, obteniendo ambos bajísimos niveles de votación -el primero 6%, el segundo 1,2%- respecto de lo que uno podría esperar de ex mandatarios. ¿Por qué ocurre ese fenómeno?

– Es una situación particular del Perú y explicable en cada caso de manera diferente. En el caso de Toledo, él ya había demostrado en 2011 que no era capaz de llegar a una segunda vuelta. El empezó con grandes expectativas en esa elección y terminó cuarto. Toledo es un producto básicamente de una circunstancia. Fue el único candidato que se enfrentó a Fujimori y al que Fujimori no le alcanzó el tiempo para liquidarlo. Entonces todo el bolsón antifujimorista no desaparece, sino que busca donde reflejarse, pero era una adhesión muy frágil. Tuvo un gobierno correcto pero dio una imagen de ser un Presidente muy frívolo y después le apareció una historia de unas compras de propiedades por varios millones dólares y Toledo dio varias versiones sobre el tema. Al final todo el mundo llegó a la conclusión de que era un dinero mal habido.

El caso de García es distinto y se explica de varias formas. Una cosa muy importante son los cinco años de hostigamiento y persecución que debió sufrir desde el palacio de gobierno. Yo creo que él subestimó el efecto que eso podía tener en su candidatura. El daño fue mucho. El segundo elemento es que, como me dijo alguna vez García, los políticos peruanos tienen un ciclo de 30 años y él ya pasó ese ciclo. Entre la persecución y lo que dijo hace poco un periodista, que se puso de moda odiar a Alan García, se volvió una moda, se volvió trendy, al final todo conspiró contra él.

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